La cuestión Mente Cuerpo

¿Somos nuestro cerebro?

Conferencia del Dr. Sergio Strejilevich: “La cuestión mente cuerpo” durante el Congreso Atlántico de Psiquiatría Diciembre de 2006.

Autor/a: Dr. Sergio Strejilevich, comentarios: Daniel Flichtentrei

Cuando se abandona la mirada más ingenua sobre la ciencia y la medicina es posible encontrar que conviven en su interior posiciones divergentes. El debate y la controversia son el alimento que hace de la metodología científica un modo privilegiado de acceso a la construcción de sus provisorias verdades. Lejos de conformar puntos débiles son –tal vez- su mayor fortaleza. Es justamente allí donde la inteligencia se pone a prueba y las afirmaciones enfrentan la refutación, única garantía para no deslizarse hacia el territorio del dogmatismo o las certezas sin fundamento.

El tema de la conciencia y las relaciones entre la mente y el cuerpo tiene una larga tradición en la historia de la filosofía y la ciencia occidental, de los presocráticos a las neurociencias, de Spinoza a Damasio, ha sido un polo de atracción irresistible para quienes aún sienten el desafío de una de las más grandes incógnitas acerca de lo que en verdad somos.


El Dr. Sergio Strejilevich abordó el tema con la rara conjunción de solidez científica, claridad conceptual y un ácido humor que es casi siempre una manifestación inocultable de inteligencia crítica.


* La conferencia:

Sus puntos de partida quedaron expuestos a poco de comenzar la exposición como verdadera una declaración de principios:

* Más allá de los prejuicios que esto me ha ocasionado debo decirles que soy lo que se puede llamar una persona de posición monista frente al problema de la conciencia. Es decir, creo que:

* “La conciencia es un fenómeno emergente de nuestro cerebro que compartimos con elefantes, delfines, chimpancés y seguramente con otros animales que aún no hemos podido establecer”.


* “La conciencia es uno de los productos de la evolución biológica de nuestro planeta”.

* “Algunas de las particularidades de la conciencia humana tienen que ser explicados mediante la simbiosis entre un mecanismo de replicación genética simbióticamente unido a un mecanismo de replicación lingüística (memética)”.

* “La conciencia humana no sólo es producto del cerebro y plausible de ser intervenida (como en Blade Runner, Matrix, etc) sino que evoluciona”.

* "Somos una escultura biológica dinámica. Nos esculpimos en la trama de nuestras neuronas con el cincel de los acontecimientos. Somos únicos, irrepetibles, irreversibles, tanto como un diamante en bruto lo es luego de ser tallado”.

* “Los circuitos tálamo-corticales son el asiento anátomo-funcional de la conciencia humana”.

*  “En síntesis, creo que: somos nuestro cerebro”.

¿Cuáles han sido las consecuencias en las neurociencias clínicas de los debates sobre la conciencia?

A fines del siglo XIX había al menos un acuerdo sobre que las enfermedades que presentaban disturbios en la conducta debían ser objeto de la medicina y no de la justicia o la iglesia. En ese contexto se estaban produciendo enormes y trascendentes avances respecto de la descripción y clasificación nosográfica de esas enfermedades. Uno de los lugares centrales de esos acontecimientos era la Clínica de Munich donde Emir Kraëpelin propondría una clasificación de alto consenso para las psicosis y donde un colaborador describió una enfermedad con deterioro cognitivo de comienzo tardío a la cual daría su nombre: Enfermedad de Alzheimer.  Si bien a nivel descriptivo ambos fueron exitosos muy otro fue el destino a la hora de ver los orígenes de estos cuadros: mientras Alzheimer tuvo éxito en localizar alteraciones neuro-patológicas Kraëpelin fracasó sistemáticamente en ese emprendimiento. Las sutiles alteraciones anatómicas presentes en enfermedades como las esquizofrenias y los trastornos  bipolares estaban muy lejos del alcance de las tecnologías de esa época.

Esto fue el inicio de una notable divergencia: la separación del terreno de las enfermedades mentales en dos ramas, una llamada neurología destinada a las patologías en las que se habían detectado alteraciones cerebrales que las justificase y otra, la psiquiatría, en donde no. Mientras la primera quedo bien inmersa en el terreno de la medicina, la segunda vagó, por en su intento de encontrar explicaciones a las enfermedades de las que se ocupaba, en disciplinas como el psicoanálisis que la alejaron durante años del método científico.

De alguna manera podemos decir que a principios del siglo XX dividimos el campo de las enfermedades mentales produciendo una especie de división cartesiana en este terreno:

Los neurólogos se quedaron con el cerebro, los psiquiatras con la mente.

Esta concepción influenció toda nuestra actividad y ha tenido funestas implicancias hasta nuestros días.  Se configuraron dos terrenos clínicos y conceptuales que dividieron arbitrariamente el estudio de la conducta y capacidades cognitivas humanas:

En la Psiquiatría:

* Delirios
* Alucinaciones
* Síntomas Afectivos
* Trastornos del pensamiento
* Síntomas obsesivos
* Trastornos Personalidad

En la Neurología:

* Trastornos Motores
* Trastornos Cognitivos
* Epilepsias

Si bien a la psiquiatría nos quedó asignado el problema de la conciencia no parece que nos hayamos preocupado mucho por el mismo. En un análisis somero de dos de las revistas más importantes de nuestro campo podemos encontrar que desde 1965 hasta el 2006 en el British  Journal of Psychiatry  hay sólo 10 artículos que repondan a la palabra clave conciencia y apenas 20 en el American Journal of Psychiatry. Muy poco espacio dedicado a aquello que es nada más y nada menos que el terreno mismo de la psiquiatría.

¿Cómo afecta esta discusión a las personas que atendemos en el siglo XXI?

Por un lado ha generado enormes problemas a nivel clínico ya que esta división  ha colaborado en buena manera a generar grandes negligencias al entender tanto el peso de los síntomas psiquiátricos en los principales cuadros neurológicos como a no comprender el protagonismo de los trastornos cognitivos y motores en los principales cuadros psiquiátricos. 

Por otro lado, si bien no hemos avanzado demasiado a nivel clínico y conceptual si lo hemos hecho a nivel terapéutico. En los últimos 60 años, psiquiatras y neurólogos hemos desarrollado poderosas herramientas terapéuticas que han traído alivio a millones de personas en todo el mundo. Estas tecnologías sin embargo explicitan en su accionar  la “corporalidad” del funcionamiento de nuestro cerebro de una manera impensable algunas décadas atrás. Por ejemplo, es frecuente ver la sorpresa que suelen presentar las personas afectadas por trastorno bipolar al ver como se modifica favorablemente elementos de su conducta que creían parte de su personalidad o producto de traumas o circunstancias de la vida al ser expuestos a una simple sal, como es el Litio.  Esta situación afecta de manera muy diferente a una persona imbuida del materialismo monista como Rodolfo Llinás que a una instalada en el dualismo como René Descartes.


Permitanme contarles un ejemplo clínico para ilustrar esta situación: (caso personal)

Mujer en tratamiento con Litio por Trastorno Bipolar Polar subtipo estacional ha emigrado a USA luego de recuperarse.

Tras cuatro años de vivir en el exterior llega un mail:

“Sabe doctor una de las cosas que me ha provocado vivir acá, es darme cuenta de que Ud tenía razón: es con la llegada del invierno cuando me bajoneo y no cuando se aproxima la fecha de la muerte de mi padre...”

Pero el e-mail continuaba...

“Sin embargo, la versión anterior me gustaba más, me conectaba con su recuerdo”

Este caso clínico ejemplifica como sujetos dualistas están siendo expuestos a tecnologías monistas sin que se les haya dado una explicación o al menos se les haya permitido bucear en las concepciones filosóficas que han acompañado a estos desarrollos tecnológicos. Esto genera consecuencias que aún no han sido debidamente investigadas. En cierta medida estamos actuando sobre personas que viven y sienten su ser de determinada manera (dualista) con tecnologías novedosas (monistas) sin advertirles del cambio. “Ud que es un alma bella –un ser psíquico- tome esta droga y verá lo que le ocurre…” 

Ya sabemos que la Psicoeducación, una herramienta psicoterapéutica basada en transferir información y capacidad de decisión a los pacientes afectados por trastornos neuropsiquiátricos  genera un enorme impacto positivo en la calidad de vida de estas personas. Yo personalmente creo que deberíamos extender esto y comenzar a hacer “Neuroeducación”. Es decir tomar en cuenta los paradigmas científicos y filosóficos que dan el marco teórico a esta transformación tecnológica y ponerlo al alcance de nuestros pacientes. Tenemos el desafío es mostrar la belleza de estos descubrimientos, traducirlos en situaciones cotidianas y ayudar a las personas a encontrarse con la corporalidad de sus emociones, percepciones y pensamientos. No dejar que este encuentro sea en el momento que su cerebro se enferma,

Resulta ilustrativo observar las enormes diferencias (cualitativas, cuantitativas y estéticas) que hay entre las representaciones que podían hacer los frenólogos a principios del siglo XX con las que actualmente alcanzamos gracias al avance de nuestras disciplinas.

Hace algunos años tuve la oportunidad –junto a algunos amigos- de poner en escena una obra de teatro que intentaba hablar de estos temas. Allí decíamos cosas como:


“Somos una escultura biológica dinámica. Nos esculpimos en la trama de nuestras neuronas con el cincel de  nuestros acontecimientos. Somos únicos, irrepetibles, irreversibles, tanto como un diamante en bruto lo es luego de ser tallado”

Este era el tipo de analogías o metáforas que intentábamos desarrollar para explicar como un mecanismo biológico – una red neuronal-  puede sostener la irrepetibilidad y lo único de una mente humana.
 
Existe una enorme cantidad de bibliografía recomendable para emprender el estudio de estos temas. Algunos de esos textos, los que al menos a mi más me gustan son:

Somos nuestros cerebros, podemos vivir con ello, podemos seguir siendo bellos a pesar de eso.


Sergio Strejilevich
Médico Psiquiatra
Director Programa de Trastornos Bipolares
Instituto de Neurociencias Fundación Favaloro
Director Dto. De Gerontopsiquiatría, Instituto de Neurología Cognitiva

* Si quiere dejar su opinión sobre el tema envíe un correo a: infomedica@intramed.net