Una pregunta siempre difícil | 11 NOV 06

¿Se ama con el corazón o con el cerebro?

Para el psicólogo Walter Riso debe prevalecer la razón.

Hace casi 400 años se lo consideraba la causa de un mal sin tratamiento que, sólo excepcionalmente, afectaba a los varones. Durante siglos, poetas y escritores lo culparon de las más profundas desdichas y hasta de la locura... El amor, sin embargo, no merecería cargar con tanta responsabilidad.

"Uno no ama con el corazón, sino con el cerebro. De hecho, las estructuras fisiológicas relacionadas con el afecto están dentro del cerebro. Cuando veo sufrir a mis pacientes por problemas de relación de pareja, sé que pasaron el límite del amor. Cuando eso ocurre se afecta la dignidad personal y entonces comienza un juego enfermizo e irracional, nada saludable", lanzó contra todo pensamiento conservador el psicólogo Walter Riso, coordinador general del Centro de Estudios Avanzados en Psicología Clínica, en Medellín, Colombia, y reconocido en el mundo por sus libros contra la idealización del amor.

Experto en bioética, filósofo, defensor de la terapia cognitiva y detractor del psicoanálisis, el doctor Riso se refiere al amor como una de las cinco adicciones modernas, que investiga junto con su equipo de la Universidad Católica de Bogotá.

"Estudiamos las denominadas nuevas adicciones, que son la belleza, el celular, Internet, el trabajo y, por supuesto, el amor -explicó-. Los resultados nos ayudan a hacer prevención. No hay que olvidar que toda adicción es una enfermedad per se y, por lo tanto, con consecuencias altamente riesgosas."

Desde su punto de vista, el amor puede causar no sólo trastornos psicológicos, como la obsesión, la depresión o la ansiedad, sino también problemas emocionales desestabilizantes de la autonomía y del bienestar físico general.

"La adicción afectiva es una cuestión de salud pública. El 75% de las consultas psicológicas es por cuestiones relacionadas con el amor, cuando éste se vuelve irracional, posesivo y enfermizo", puntualizó el especialista, que combina la práctica profesional, con la enseñanza, la investigación y la escritura.

Con un hablar en el que se confunden su origen italiano y su formación académica mitad argentina y mitad colombiana, Riso mezcla expresiones bien porteñas, elogia los alfajores de maicena que compra en quioscos cuando visita esta ciudad y cuenta que disfruta de la práctica de taichi al aire libre en algún "bellísimo y tranquilo lugar" de El Bolsón.

"Soy una mezcla de la camorra napolitana y de la nostalgia de Buenos Aires", dice, para definirse, durante el diálogo telefónico que mantuvo con LA NACION desde Colombia antes de su llegada al país para presentar su nuevo libro, Los límites del amor. Has

 

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