Es una evidencia innegable que la mayoría de los pacientes que se someten a una intervención quirúrgica padece dolor en un grado variable. Aunque las técnicas más sofisticadas ayudan notablemente a la resolución de este problema, bastaría una correcta estrategia en la aplicación de los recursos terapéuticos disponibles en cualquier hospital para asegurar el control adecuado del dolor posoperatorio. Antes de adentrarnos en la prevalencia del dolor posoperatorio, sería correcto definir términos que nos serán útiles más adelante y que han sido establecidos por la International Asociation for Study of Pain (IASP):
Dolor. Es una sensación desagradable y una experiencia emocional asociada con posible o potencial lesión del tejido o descrito en términos de este tipo de lesión.
Dolor agudo. Se trata de un dolor de ataque repentino y de una posible duración limitada. Normalmente tiene una relación identificable temporal y causal con una herida o con una enfermedad.
Dolor crónico. Se define como un dolor que perdura durante periodos prolongados, persistiendo más allá del tiempo de duración de una herida y con frecuencia no se encuentra una causa claramente identificable.
Estímulos nocivos. Se trata de un estímulo cuya intensidad daña o posiblemente dañará la integridad del tejido.
Nocicepción. Es el proceso de detección y señalización de la presencia de un estímulo nocivo.
Sufrimiento
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