Los conflictos, las perturbaciones y las inclinaciones de los adolescentes actuales están presentando modalidades muy complejas y de efectos gravísimos.
El problema va mucho más allá de la crisis de valores que se refleja en actitudes indisciplinarias en las aulas y en actos de vandalismo en el espacio público, ya que trastornos como la anorexia y la bulimia, o adicciones como la drogadicción y el alcoholismo, afectan a veces de un modo irreversible a un creciente número de chicas y chicos.
La mortalidad adolescente se triplicó en menos de una década en la provincia de Buenos Aires y esto, según lo informado por el ministro de Salud bonaerense, se debe básicamente a causas evitables como la violencia, el consumo de drogas y los accidentes. Los partos prematuros —y seguramente también los abortos clandestinos— también terminan con muchas vidas jóvenes. El mismo funcionario explicó que "mientras otros índices sanitarios básicos disminuyeron, la muerte adolescente se triplicó entre 1995 y 2002".
Los cambios de todo tipo que envuelven a los adolescentes, con la pérdida del cuerpo infantil y la corrosión de valores tradicionales como el respeto, incrementan los riesgos de caer en alguna adicción o en acciones de consecuencias irreversibles.
Ante este cuadro, los padres y los profesores no siempre saben qué hacer, cómo acompañar y ayudar en ese tránsito, que parece cada vez más difícil, hacia la adultez. Por eso, las instituciones públicas y de la sociedad civil deben intervenir activamente para esclarecer y prevenir a los chicos y a las personas de su entorno.
La mortalidad adolescente está en aumento. Las instituciones públicas y de la sociedad deben intervenir para ayudar al tránsito hacia la adultez y prevenir crisis graves en los adolescentes.