Una revisión sistemática | 20 SEP 06

Relación entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento de peso

Esta revisión examina en forma crítica la evidencia actual sobre la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas, el aumento de peso y la obesidad.
Autor/a: Dres. Vasanti S Malik, Matthias B Schulze, and Frank B Hu Intake of sugar-sweetened beverages and weight gain: a systematic review. Am J Clin Nutr 2006;84:274–88
INDICE:  1. Revisión | 2. Revisión
Revisión

En las 2 décadas pasadas, en Estados Unidos y en la mayor parte del mundo, la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el mundo hay mil millones de adultos con sobrepeso y un índice de masa corporal (IMC: kg/m2) mayor de 25. De éstos, unos 300 millones son considerados obesos (IMC > 30). Solo en Estados Unidos se calcula que existen casi 130 millones de personas, o 64% de la población entre 20 y 74 años. El 30% de los 130 millones se considera obeso. El sobrepeso y la obesidad se asocian con numerosas comorbilidades de gran importancia para la salud pública, como la hipertensión, la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la depresión y los cánceres de mama, endometrio, colon y próstata. La disminución de la productividad y la calidad de vida que resultan del sobrepeso y la obesidad están relacionados con mayores costos médicos, psicológicos y sociales.

Aunque la obesidad deriva de un desequilibrio de la homeostasis energética, no se conocen cuáles son los verdaderos mecanismos que intervienen en este proceso y cuáles son las estrategias eficaces para su prevención y tratamiento. En general, la obesidad refleja interacciones genéticas, metabólicas, culturales, ambientales, socioeconómicas y conductuales complejas. Una encuesta estadounidense reveló que en los 20 años últimos aumentó el consumo de hidratos de carbono, sobre todo provenientes del agregado de azúcares. Entre 1977 y 1996, la proporción de energía derivada del consumo calórico de edulcorantes calóricos aumentó del 13,1 al 16% (un aumento del 22%), y entre 1994 y 1996, más del 30% de los hidratos de carbono consumidos en Estados Unidos por personas mayores de 2 años se obtuvo de los edulcorantes calóricos. Como resultado, dicen los autores, la Dietary Guidelines for Americans (Guía dietética para americanos) de 2000 y 2005 aconsejaba al público elegir bebidas y alimentos con agregados azucarados mientras que la OMS ha comunicado que los azúcares agregados no ofrecen más del 10% de la energía de la dieta.

En la actualidad, se calcula que la ingesta media de azúcar agregado por americano corresponde al 15,8% de la energía total y que la fuente más importante de esos azúcares agregados es la bebida sin alcohol no dietética, correspondiente al 47% del total de azúcares agregados en la dieta. Estos datos están avalados por reconocidas instituciones internacionales. El término bebida “soft” (“blandas” o sin alcohol) comprende las sodas junto con otras bebidas azucaradas como los jugos de frutas, limonada y té frío. El término “soda” comprende las bebidas carbonatadas endulzadas con azúcar como las bebidas cola. Se ha demostrado que el consumo de estas bebidas aumentó el 135% entre 1977 y 2001. Se ha calculado que durante ese período, el consumo diario de calorías del azúcar aumentó 83 kcal/persona, con 54 kcal/día provenientes de la soda.

En Estados Unidos, informan los autores, se calcula que una soda provee 150 kcal o 40-50 g de azúcar en forma de jarabe con alto contenido de fructosa, equivalente a 10 cucharadas de té de azúcar de mesa. Si se agregan esas calorías a la dieta típica estadounidense sin reducir otras fuentes de azúcar, la soda puede provocar un aumento de peso de 6,75 kg en 1 año.

Paralelo al consumo de soda está el consumo de  bebidas de frutas y frutadas (hechas con el agregado de agua a polvo o cristales), las cuales tienen un endulzamiento similar y suelen ser consumidas en grandes cantidades por adolescentes y adultos jóvenes. En los últimos 20 años, el consumo de soda y bebidas frutadas integra, en Estados Unidos, el 81% del aumento de la ingesta calórica proveniente del azúcar.

Por otra parte, el mayor consumo de jarabe de fructosa utilizado para endulzar las bebidas en Estados Unidos, es el responsable del crecimiento dela obesidad epidémica. Se ha sugerido que la ingesta de bebidas azucaradas puede promover el aumento de peso y la obesidad por aumento del consumo energético general. Varios estudios evaluaron la relación entre la ingesta de bebidas azucaradas y la obesidad y el aumento de peso, pero los resultados son discrepantes y hacen difícil aseverar la existencia de una relación directa.

Objetivo

Esta revisión examina en forma crítica la evidencia actual entre la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento de peso y la obesidad.

Material y métodos

Los investigadores buscaron publicaciones en idioma inglés en MEDLINE, desde 1996 hasta mayor de 2005, que fuesen de sección cruzada, cohorte, prospectivas y experimentales, que trataran sobre la relación entre las bebidas azucaradas y el riesgo de aumento de peso (sobrepeso, obesidad, o ambos).

Se seleccionaron 33 publicaciones (16 de sección cruzada, 10 prospectivas y 5 experimentales), teniendo en cuenta la importancia y la calidad del diseño y los métodos.

Resultados

Los hallazgos de los estudios de sección cruzada, junto con los estudios de cohorte prospectivos con períodos de seguimiento prolongados, muestran una asociación positiva entre el mayor consumo de bebidas azucaradas y el aumento de peso y la obesidad, tanto en niños como en adultos. Los trabajos a corto plazo sobre alimentación en adultos también demuestran una inducción del balance energético positivo y aumento de peso por el consumo de sodas azucaradas, aunque este tipo de estudios no es numeroso. Doce meses después de una intervención realizada en escolares comprobó un consumo de bebidas sin alcohol y de obesidad y sobrepeso menos significativos que en el grupo control; un estudio controlado aleatorizado de 25 semanas realizado recientemente en adolescentes comprobó también una relación entre el consumo de bebidas azucaradas y el peso corporal. La importancia de la evidencia epidemiológica y experimental indica que el mayor consumo de bebidas edulcoradas con azúcar se asocia con aumento de peso y obesidad. Aunque se requiere más investigación, la evidencia existente es suficiente como para aplicar estrategias de salud pública que desalienten el consumo de bebidas azucaradas como parte de un estilo de vida saludable.

Discusión

La mayoría de los estudios de sección cruzada, en especial los más grandes, comprobaron una asociación positiva entre el consumo de bebidas azucaradas y el peso corporal. Tres estudios prospectivos que incluyeron mediciones repetidas tanto de las bebidas sin alcohol como el peso comprobaron que un aumento en el consumo de bebidas sin alcohol azucaradas se asoció significativamente con mayor ganancia de peso y mayor riesgo de obesidad, tanto en niños como en adultos. Un estudio de intervención realizada durante 1 años comprobó que la reducción del consumo de bebidas azucaradas en escolares se acompañó de una reducción significativa de la prevalencia de sobrepeso y obesidad, y otro estudio realizado durante 25 semanas en adolescentes comprobó que una reducción en el consumo de bebidas edulcoradas con azúcar tuvo una estrecha relación con el IMC. “A pesar de haber  comprobado una relación positiva entre el consumo de bebidas sin alcohol azucaradas y el peso corporal,” dicen los autores, “otros investigadores han sugerido que dicha relación no existe.” Muchos estudios basados en la Continuing Survey of Food Intake for Individuals (CSFII) 1994–1996 y 1998 y el NHANES III (1988 –1994) no hallaron asociaciones significativas entre el consumo de soda o jugos de fruta y el IMC en niños y adolescentes estadounidenses. Sin embargo, los datos de ambas encuestas indican una asociación levemente positiva entre el consumo de soda y el IMC y una asociación levemente inversa entre el consumo de jugos de fruta y el IMC. De todos modos, la interpretación de estos hallazgos, dicen los autores, debido a que los estudios fueron de sección cruzada y relativamente pequeños y realizados en niños y adolescentes, considerados grupos en los que es difícil evaluar la dieta y el peso. Un análisis de riesgo reciente basado en los datos de CSFII, NHANES III, y el National Family Opinion
(NFO) World Group Share of Intake Panel (SIP) evaluó la relación entre el consumo de bebidas sin alcohol de las máquinas expendedoras de la escuela y el sobrepeso de los adolescentes. Se demostró que el retiro de  dichas máquinas de la escuela conteniendo bebidas sin alcohol carbonatadas no afectó el IMC. Esta circunstancia es atribuida por los autores de esos trabajos a que el consumo de soda de las máquinas expendedoras de los colegios es una fracción pequeña del consumo total de bebidas sin alcohol y la relación entre el consumo de bebidas sin alcohol y el IMC no es tan importante en la población en estudio.

En general, dicen los autores, “los resultados de nuestra revisión avalan una relación entre el consumo de bebidas sin alcohol azucaradas y los riesgos de sobrepeso y obesidad.” Sin embargo, agregan, “la interpretación de los estudios publicados es complicada debido a los métodos diversos de estudio, como el tamaño pequeño de las muestras y la duración corta del seguimiento, los métodos utilizados por la evaluación de la dieta y a falta de mediciones repetidas y otros factores de error provenientes de los cambios voluntarios en la dieta y el estilo de vida, por razones de adelgazamiento u otras. Es importante controlar las variables que puede conducir a error, como el control del peso basal, el tabaquismo y el uso de alcohol, las modalidades de alimentación, (carnes rojas, papas fritas, carnes procesadas, dulces y comidas rápidas o

 

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