Investigadores canadienses publican en "Gastroenterology" que haber experimentado disentería bacteriana incrementa las probabilidades de desarrollar síndrome del intestino irritable. A juicio de los autores, de la McMaster University, su trabajo demuestra de manera concluyente que el síndrome del intestino irritable postinfeccioso es un "fenómeno real y clínicamente significativo".
Estudiaron a más de 2.000 residentes de una pequeña localidad rural del estado de Ontario que habían estado expuestos a agua contaminada dos años atrás, lo que produjo un brote causado por la cepa O157:h7 de la bacteria Escherichia coli. A causa del agua contaminada también se produjo otro brote de Campylobacter jejuni.
Entre los 2.000 participantes se incluyó como controles a 700 personas que en su día no experimentaron gastroenteritis. En este grupo control, el 10,1% de las personas desarrolló síndrome del intestino irritable, porcentaje que en el grupo que manifestó haber experimentado gastritis dos años atrás ascendió al 27,5%, y al 36,2% en aquellos que presentaron gastroenteritis clínica. Por lo tanto, haber contraído la infección multiplica casi por 5 veces la probabilidad de desarrollar síndrome del intestino irritable.