En los servicios de urgencias, más de la mitad de pacientes con MRSA había recibido tratamiento empírico al que no es sensible este microorganismo
Los Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina (MRSA) adquiridos en la comunidad ya son la causa identificable más frecuente de infecciones de la piel y de tejidos blandos entre los pacientes tratados en las urgencias hospitalarias de las principales ciudades de Estados Unidos, de acuerdo con un estudio publicado en “The New England Journal of Medicine”.
En esta investigación de la Universidad de California en Los Ángeles recogieron muestras -en 11 ciudades norteamericanas- de 422 adultos tratados por un absceso, una herida infectada o celulitis con exudado purulento. Se aislaron S. aureus en 322 (76%) de los pacientes, de los que el 78% eran MRSA, seguidos en su frecuencia por los estafilococos sensibles a la meticilina (MSSA), en el 17% de los pacientes, y por los estreptococos. No se aisló ningún microorganismo en el 9% de los pacientes.
Los autores señalan que más del 90% de los aislados de MRSA eran susceptibles a antibióticos como rifampicina, clindamicina y tetraciclinas, pero las resistencias a macrólidos y fluorquinolonas eran muy comunes. En este sentido, observaron que más de la mitad de los pacientes con MRSA había recibido tratamiento empírico al que no es sensible esta bacteria, “lo que nos sugiere que deberíamos reconsiderar la elección de antimicrobianos empíricos para este tipo de infecciones en áreas con prevalencia elevada de MRSA”.
Los factores de riesgo para una infección MRSA incluyen el uso de antibióticos en el mes anterior, la presencia de un absceso, la historia de MRSA y un contacto cercano con una persona con una infección similar. Este último factor, añaden los autores, es indicativo de la necesidad de educar a los pacientes acerca de medidas para prevenir la transmisión de la infección, como mantener las lesiones cubiertas con vendas limpias y secas, tener una buena higiene de las manos y evitar compartir objetos contaminados.
The New England Journal of Medicine 2006;355:666-674