Historia de un encuentro | 17 JUL 06

El deporte y el hombre

Medicina del Deporte: de los gladiadores romanos a los "futbolistas-marcas".
Autor/a: Página 12 

 
Por Enrique Garabetyan
¿Es posible que los jugadores de fútbol Burdisso, Messi o Lucho González tengan algo en común con los gladiadores del Imperio Romano? La respuesta es afirmativa. Y no se hace necesario recurrir a la metáfora de que el fútbol equivale al “pan y circo” de la actualidad, sino que alcanza con ver que los rasgos comunes provienen del campo médico. Ocurre que los deportista de élite de hoy –sean argentinos o de cualquier nacionalidad— están rodeados de una parafernalia clínica muy específica: la medicina del deporte. Y una mirada a los libros de historia de la medicina revelará que esta hoy expansiva rama reconoce como padre fundador a Galeno, el más afamado médico de la civilización romana.

Su vínculo oficial con el deporte se inicia en el año 158, cuando fue nombrado “médico principal” de la Escuela de Gladiadores de su ciudad natal, Pérgamo, en Asia menor. Su preocupación primordial era obvia: curar las más que frecuentes heridas sufridas en el entrenamiento y en la práctica cotidiana de este deporte extremo de la antigüedad. Pero Galeno también fue, durante más de 3 años, el encargado de cuidar en forma preventiva la correcta salud de estos deportistas-guerreros. Y si hoy todo el mundo conoce el añejo dicho “mens sana in corpore sano”, buena parte de su fama hay que atribuírsela a este facultativo greco-romano, que no sólo legó numerosos textos con recomendaciones sobre cómo tratar lesiones sufridas en la arena, sino que también exhortaba a practicar, entre otras actividades físicas, el levantamiento de pesas en forma regular como una forma efectiva de promover la salud.

Sin embargo, y aunque en la práctica médica occidental las influencias griegas y romanas son indiscutibles, las raíces de la medicina del deporte se ramifican también hacia Oriente, donde varios papiros hindúes, relacionados con el yoga –como por ejemplo el Atharva-Veda– y algunos manuscritos chinos de muchísima antigüedad proponían complementar la meditación con ejercicios físicos. Son trabajos que datan de unos 1000 años a.C. y que podrían perfectamente denominarse como los primeros compendios dedicados en forma sistemática a la terapia física.

Avicena ya lo sabía

Dos milenios más tarde, Avicena –uno de los máximos sabios árabes– sistematizó algunos consejos y recomendó terapias para la rehabilitación de una lesión que cualquier aspirante a médico deportólogo de hoy podría encontrar plenamente vigentes. Entre ellas, técnicas de masajes, movimientos suaves y progresivos de los músculos afectados y numerosos baños de agua fría y caliente.

Mientras tanto, Occidente estaba sumergido en los años de oscuridad médica de la Edad Media. Y los períodos históricos posteriores significaron apenas el redescubrimiento y el avance lento de la ciencia de la anatomía. De hecho, recién volvieron a liarse, muy levemente, la medicina y el deporte a fines del siglo XIX. Lo de “levemen

 

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