*Profesor de la Facultad de Medicina. Universidad Complutense de Madrid.
Los médicos entendemos por epilepsia no una, sino un conjunto de enfermedades caracterizadas toda ellas por la aparición brusca en el individuo de manifestaciones motoras -convulsiones, espasmos, etc.-, sensitivas -alucinaciones ópticas, auditivas, táctiles, etc.- o mixtas, acompañadas frecuentemente de otros fenómenos orgánicos -emisión de espuma por la boca, micción involuntaria, sudoración, etc.- y en no pocas ocasiones de pérdida de conciencia. La causa común se encuentra en la descarga paroxística e incontrolada de energía eléctrica por las células del sistema nervioso central.
Como cada parte del cerebro tiene una función determinada -aunque muchas veces nos sea todavía desconocida- la descarga en un punto u otro se manifestará de distinto modo. La práctica del electroencefalograma permite casi siempre detectar esas anomalías y su localización. Cada tipo de epilepsia tiene su tratamiento específico y hoy día se consigue controlar la mayor parte de las crisis por lo que los pacientes pueden desarrollar una actividad absolutamente normal, algo que les estuvo vedado hasta el descubrimiento, al poco tiempo de comenzar el siglo XX, de los barbitúricos, los primeros fármacos que demostraron tener acción antiepiléptica.
La simple descripción de una crisis de gran mal creo que es lo suficientemente ilustrativa para comprender que quien asiste a una de éstas quedará intensamente impresionado y no lo olvidará mientras viva. Ahora podemos imaginar lo que sentirían en la antigüedad los hombres y mujeres que desconocían por completo el origen orgánico de la enfermedad y no podían ni soñar con su control mediante unos comprimidos tomados a las horas de comer. Lo imprevisible de su aparición, la espectacularidad de su sintomatología, el mismo hecho de que el sujeto no recuerde lo que le ha pasado, como si hubiera permanecido fuera de la realidad, transportado a otro mundo; todo ello unido a que en un gran porcentaje de los casos las personas epilépticas demuestran poseer una inteligencia superior a las normales -sin que la ciencia moderna haya sabido tampoco explicar esta circunstancia-, tuvo que hacer que se les considerase como seres muy especiales, pertenecientes a otra "dimensión" y, por tanto, "sagrados".
La historia nos refiere varios casos de epilépticos entre los personajes célebres que llenan sus páginas. Su enfermedad no figura en lugar destacado de sus biografías, todo lo más como dato anecdótico, y, sin embargo, vamos a conocer a alg
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