Sobrevida en transplante renal. | 12 DIC 05

La supervivencia del trasplante de riñón con tacrolimus.

Transmitir la experiencia de los hospitales españoles que actualmente están desarrollando programas de trasplante de donante vivo, y hacer una revisión de los aspectos legales, económicos y farmacológicos más innovadores en este campo, han sido los objetivos con los que se ha llevado a cabo la IV Reunión Internacional de Donante Vivo en Trasplante de Hígado y Riñón, que ha tenido lugar en Barcelona.

Uno de los temas que mayor interés ha despertado entre los asistentes a esta reunión científica ha sido el de la revisión del factor que, probablemente, cobra mayor protagonismo en el éxito o fracaso de un trasplante: la inmunosupresión.

Así, los expertos que se han dado cita en Barcelona han puesto de manifiesto la importante evolución que el tratamiento inmunosupresor ha desarrollado en los últimos 40 años, pasando por la inmunosupresión básica que se practicaba en las décadas de los 60 y 70, basada en la azatioprina y los corticoides. La introducción de la ciclosporina en los años 80, logró una mejoría en la supervivencia del injerto aunque seguía manteniendo una incidencia elevada de rechazo agudo –cerca del 40%-, hasta que el panorama empieza a cambiar con el desarrollo del micofenolato mofetil, que hace que en combinación con otros inmunosupresores, esas tasas de rechazo se reduzcan hasta un 20-25%.

Sin duda alguna, desde la aparición del micofenolato mofetil, el punto de inflexión del tratamiento inmunosupresor surge con el desarrollo de tacrolimus, un anticalcineurínico que hace que las tasas actuales de rechazo agudo en trasplante de riñón no superen el 15%.

En este sentido, el Dr. Luís Guirado, de la Fundación Puigvert, de Barcelona, explica que "actualmente la pauta más utilizada para trasplante de riñón de donante vivo es la basada en tacrolimus en combinación con un anti CD 25, que habitualmente es basiliximab, un antiproliferativo, que suele ser el micofenalato, y corticoides. Con esta pauta inmunosupresora, en nuestro centro estamos obteniendo unos índices anuales de rechazo agudo de entre el 10 y el 12% de casos, con una supervivencia del injerto al año que ronda el 95%, lo cual nos hace estar más que satisfechos".

En opinión de este experto, y en relación a las posibilidades que ofrecen las nuevas alternativas inmunosupresoras e, incluso, las pautas sin anticalcineurínicos, el momento actual es bastante controvertido. "Sabemos –dice- que con las nuevas pautas que se plantean podemos disminuir los niveles de nefrotoxicidad a largo plazo, pero aumentamos

 

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