Sibila Camps.
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En la Argentina, la desnutrición aguda, por hambre, es menor al 3%. "En zonas postergadas como el noroeste, el nordeste y los cordones del Gran Buenos Aires y Rosario trepa al 5 o 6%", afirma el doctor Sergio Britos, director asociado del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI). Pero antes de llegar a ese extremo, la desnutrición tiene otros matices en la Argentina, más bien oscuros.
"Para mal y para bien, la problemática nutricional tiene una ventana muy corta en el ciclo biológico: es importante desde el inicio del embarazo hasta los dos o tres primeros años de vida —explica Britos—. Los chicos de edad preescolar y escolar ya constituyen grupos de riesgo de menor vulnerabilidad; quizás en malas condiciones, pero sobreviven".
El principal déficit nutricional del país es la anemia por falta de hierro que, en distintos grados de deficiencia, afecta al 40% de los bebés de 6 meses a 2 años. Son niños que no acceden a los alimentos de origen animal, en especial carnes rojas (se recomienda cuatro ingestas por semana), que aportan el doble de hierro que las blancas. "El hierro es un nutriente que interviene en el metabolismo cerebral y, según la severidad del cuadro, un niño pequeño paga su carencia en educabilidad futura", señala Britos.
Pero la anemia ferropénica también se extiende, en segundo término, a un tercio de las embarazadas, lo que repercute en el peso del recién nacido. Y en tercer lugar, agrega el médico, al 20 a 25% de las mujeres en edad fértil. "En mujeres, la más prevalente es la anemia de moderada a leve, una patología que cruza transversalmente todos los niveles socioeconómicos", aclara.
El segundo gran problema nutricional es el retraso de crecimiento por deficiencias en varios minerales y vitaminas, que alcanza al 12% de los chicos. "Está asociado a las zonas de pobreza, como el nordeste y el noroeste del país, pues la dieta de los chicos pobres tiene como denominador común la monotonía de alimentos —indica Britos—. En promedio, los chicos de Jujuy miden 7 centímetros menos que los que tienen un buen nivel socioeconómico en la Capital".
El tercer gran problema es el exceso de peso y la obesidad que, según el especialista, sufren al menos el 15% de los niños. Una vez más, las principales víctimas son los de clase baja. "Del 50% al 60% de los chicos pobres son una incubadora de gordos —observa—. Comen mal, pero no comen poco. Y engordan en ancho lo que no crecen en alto".