Familia y Cultura | 15 JUN 05

El valor de una caricia

En algunas familias alemanas el perro recibe más demostraciones de amor que el propio hijo.

                  

Al animal canino lo bañan y cepillan con gran esmero, le compran su comida favorita, lo sacan a pasear por los parques y bosques y lo contemplan y alaban cada vez que hace alguna gracia  o proeza. Sobre todo, le colman de mimos y besos al por doquier. Allí se cumple: el perro es el mejor amigo del hombre.

A nivel mundial el niño pequeño busca con su rostro o sus manos el contacto directo con su progenitora y es dichoso cuando siente sus caricias pues la piel es un órgano muy importante para la comunicación.

Mientras que en algunas culturas las madres exteriorizan todo su amor a sus hijos, en otras, por el contrario, el contacto con los hijos es mínimo. Allí se presenta la escaséz de expresiones de afecto.

En los Andes de Sudamérica, por ejemplo, hay madres que llevan en la espalda a sus hijos. De esa manera el mundo de ella pasa a ser parte de su mundo. Incluso bajo las inclemencias del tiempo la madre carga a su hijo mientras hace las labores del hogar o del trabajo.

En Alemania es algo diferente. En especial el contacto del padre para con su hijo no es suficiente. A muchos padres les resulta difícil dar muestras de amor. Hasta el lenguaje verbal tiende a ser parco y/o tenso. Y es por ello que muchos niños no aprenden a demostrar sus sentimientos hacia los demás. El hijo no sabe reaccionar en forma debida a los diferentes tipos de contactos físicos. Le

 

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