Los aspectos psicológicos que condicionan una epidemia creciente | 16 ABR 05

Las dietas restrictivas perpetúan conductas que causan obesidad

Las excesivas prohibiciones favorecen reacciones de rebeldía, como los atracones

La relación inicial con la madre puede favorecer el creer que todo se soluciona a través de la comida Los obesos tienen dificultad para reconocer su sensación de hambre y saciedad

La obesidad es hoy una de las enfermedades más extendidas del planeta, y si bien existen múltiples factores que la condicionan (desde la genética hasta la irresistible oferta alimentaria actual) todavía es imposible responder a esta pregunta: ¿qué es lo que explica que alguien pueda comer más allá del hambre?

"La obesidad prueba que la alimentación, al igual que la sexualidad, no son «naturales» -afirma la licenciada Mariana Davidovich, docente y supervisora del Equipo de Anorexia, Bulimia y Obesidad de Centro Dos-. La primera interacción entre el bebe y su mamá es a través de la nutrición y conlleva un plus que excede la incorporación del alimento. Por eso, a través de la alimentación se expresan conflictos emocionales."

Para la licenciada María Teresa Panzitta, del Servicio de Trastornos de la Alimentación del hospital Durand y el Centro de Vida de la Fundación Favaloro, "hay «hambres biológicas» y «hambres emocionales». Las emociones toman en préstamo la conducta alimentaria y subvierten así el sentido del comer".

Davidovich afirma que la obesidad suele ser respuesta a un tipo de crianza en que la madre no deja espacios entre ella y su bebe y el alimento aparece como la forma de colmar todas las necesidades. "La única que lo calma soy yo", dice la mamá, y la "receta" para calmarlo es siempre la misma: comida.

"Es cierto que debe ser la primera en calmarlo -dice la psicoanalista de Centro Dos-, pero hay otras formas de hacerlo, con caricias, juegos, palabras, la mirada, la cercanía del papá. El niño debe calmarse también sin pecho o mamadera. Si no, el mensaje que se graba no distingue entre emociones y necesidades. Todo se resuelve con comida."

Deseo y restricción

Más tarde llega a la vida del obeso su próximo enemigo: la dieta, sinónimo de restricción. "Nadie puede vivir a largo plazo así -asegura la licenciada Panzitta-. Tanto el cuerpo como la psiquis se rebelan, se resisten. Siempre hay una luna de miel, un período en que «se cumple», por eso el obeso baja 20 kilos, pero después no aguanta más y vuelve a subir. Y esto no le pasa porque se autoagrede, no se cuida, es transgresor o se porta mal. Le pasa
porque el estar permanentemente sometido a una dieta hace que surjan actos de rebeldía por la comida. Por eso, muchas conductas compulsivas se originan, en realidad, en años y años de dietas."

Este andar errante del obeso buscando frustradamente ponerles nombre a sus emociones -en lugar de silenciarlas con picoteos, asalto nocturno a la heladera, dulces, salados, helados, grasas, quioscos o postres- tiene que ver, asegura

 

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