Violencia familiar

Abordaje de familias que ejercen maltrato infantil

Se presenta en este artículo un dispositivo instituido en Bélgica que ofrece soluciones adaptadas a las características de cada familia que consulta.

Autor/a: Dres. Yves-Hiram Haesevoets

Fuente: L´Évolution Psychiatrique 2003, 68: 509-529

Indice
1. Desarrollo
2. La clínica y la ética

Entiende Haesevoets, experto en el tema, que la violencia está inscripta en las profundidades de cada ser humano y todos somos potencialmente violentos, aunque haya personas o instituciones que en uno u otro momento de su existencia estén más expuestos o sean más vulnerables a volverse violentos y, por ende, peligrosos.

Expresa en primera instancia los riesgos a los que se expone el profesional que trabaje con las familias que tienen transacciones abusivas, caracterizadas por: disfunciones en la comunicación, inversión generacional, actitudes intrusivas, caos, pasajes al acto, etc. Estas transacciones, tóxicas o violentas, atravesarán inevitablemente las intervenciones de los profesionales, y éstos podrán descubrirse siendo abusivos y subjetivos en sus juicios, con el riesgo de intervenir de manera brutal análogamente al funcionamiento de la familia. Es requisito para el trabajo institucional, entiende, que el profesional pueda reconocer y trabajar interiormente esta violencia para poder detenerla y "curarla", estableciendo con estas familias otro tipo de transacciones.

El autor coordina equipos de especialistas de diversas disciplinas que evalúan y tratan a estas familias y ofrecen soluciones particularizadas para cada caso. El origen de estos equipos se remonta a la década del ochenta, cuando las cuatro principales universidades belgas efectuaron diversas investigaciones-acción bajo la égida del principal organismo nacional encargado de la infancia, a través de las cuales se puso en evidencia la extensión del problema del maltrato infantil en el ámbito familiar. Así se fueron creando equipos pluridisciplinarios especializados en el tratamiento y prevención de situaciones de violencia (emocional, física y sexual) sobre los niños, y se forjaron los equipos S.O.S. Enfants (Niños). Es un modelo que reposa en la confidencialidad, la independencia, la autonomía, la multidisciplinariedad y la creatividad en el tratamiento, y la flexibilidad en la intervención de los miembros del equipo. Cada intervención se articula en torno a la ayuda positiva y el acompañamiento del niño y su familia, buscando que cada acción sea lo más preventiva posible. Entienden que el reconocimiento precoz de los casos maximiza la eficacia de las intervenciones.

Los centros S.O.S Enfants no constituyen espacios cerrados sino que han ido construyendo redes de profesionales en cada sub-región, en sinergia con otras estructuras médico-legales, que van realizando un espacio "infancia maltratada" con alta competencia -pero sin monopolio- en estos temas.

Estos equipos funcionan de modo relativamente autónomo, único en su género y que conforman ya, para otros colegas europeos, un modelo "a la belga". Cada equipo depende de su propia capacidad organizativa y está habilitado para captar subsidios comunitarios. Según la modalidad de cada centro especializado, hay diferentes enfoques, abordajes y modos de funcionar.

Un equipo se compone de diversos profesionales (médicos, psicólogos, asistentes sociales, etc.) que trabajan con independencia asumiendo su plena responsabilidad como ciudadanos. Teniendo como referencia la deontología y las leyes, es sobre todo el respeto a los niños, la familia y la sociedad la guía de sus acciones. Es un modo y una filosofía de trabajo que conoce sus propios límites: si un niño está en riesgo la confidencialidad y el secreto profesional no tienen más razón de ser, y se informa a las autoridades judiciales. A veces, son estas autoridades las que solicitan la colaboración de los equipos. Si un equipo estima que un niño está en riesgo, puede solicitar la intervención de Consejeros de los Tribunales de la Juventud.

Cuando un equipo S.O.S. debe intervenir de urgencia, organiza todo lo necesario para la protección del niño y establece las conexiones necesarias con las diferentes instancias que deban intervenir. Según las circunstancias el equipo puede trabajar de modo ambulatorio y efectuar visitas domiciliarias. Pero su principal función es establecer un diagnóstico pluridisciplinario y diferencial, en los planos médico, psicológico, jurídico y social. Cada situación es cuidadosamente analizada y se advierte a los padres acerca de la intervención del equipo: la transparencia, entienden, es una de las reglas fundamentales que facilita el diálogo con los padres maltratadores. Cuando es posible el diálogo abierto con las familias, pueden decidirse en conjunto las medidas a tomar para evitar recidivas, a condición que los actores del maltrato lo reconozcan y haya una real intención de cambio. Toda acción que se toma es discutida previamente en equipo, y se informa a los padres. Si las medidas que se han tomado de común acuerdo con los padres no son respetadas, el equipo puede derivar el caso a las autoridades judiciales, siempre avisando a la familia.

Efectúa Haesevoets algunas observaciones acerca del secreto profesional: no siempre se justifica, entienden en los equipos S.O.S., informar a las autoridades sobre la existencia de los casos de maltrato infantil. Según los casos y las circunstancias, el secreto puede ser compartido por los profesionales sin informar a las autoridades judiciales, o efectúar la denuncia cuando sea el modo de detener la violencia infligida a un niño. Así, entienden, el señalamiento a las autoridades judiciales es un derecho de los equipos y no una obligación legal. Muchas familias pueden beneficiarse con este modo de operar, restableciendo su funcionamiento al amparo del estigma social.

En síntesis, entiende el autor, es un abordaje que requiere un reflexión plural, tomas de decisión colegiadas, la movilización del tejido social en torno al niño y su familia, la elaboración de una alianza terapéutica con los padres y una evaluación continua de la situación. Asimismo, no hay acciones predeterminadas sino que el dispositivo se crea según cada familia y sus circunstancias, con la meta centrada en el bienestar del niño.

Artículo comentado y traducido por la Lic. Alicia Kasulin, editora responsable de IntraMed en la especialidad de Psiquiatría.