La incidencia de osteomielitis en los niños ha cambiado muy poco desde los años setenta, principalmente porque el Staphylococcus aureus es el patógeno responsable en la mayoría de casos y los avances han sido en la prevención y el tratamiento. El diagnóstico y el manejo también han cambiado muy poco Aunque la resonancia magnética nuclear (RMN) es a menudo el procedimiento de diagnóstico de opción en lugar del centellograma con technesio usado en las últimas décadas la terapia empírica inicial ha permanecido relativamente constante.
Una revisión de capítulos de textos actuales indica que la mayoría de las referencias para la fisiopatología, historia natural, presentaciones clínicas y resultado se publicaron antes de los ochenta. Las únicas nuevas observaciones han sido la emergencia de S aureus meticilino resistente, Kingella kingae como un patógeno significante en la artritis séptica que involucra al hueso en la niñez y el informe de casos ocasionales de patógenos raros que causan infección del hueso de vez en cuando, como Bartonella henselae y Borrelia bergdorferi.
Un aspecto de la osteomielitis que ha recibido poca atención en la literatura es la historia natural y los resultados de los casos en donde no se identifica ningún patógeno bacteriano, las series publicadas han incluido un gran porcentaje de tales pacientes. El tratamiento médico de estos pacientes nunca se ha descrito. La selección antibiótica y duración del tratamiento en pacientes con cultivos negativos es empírica. Según la observación de los autores la mayoría de los expertos normalmente ha mantenido cobertura para el S. aureus, el patógeno más común que causa la infección ósea, con antibióticos mantenidos durante un mínimo de 3 semanas a menos que haya evidencia de infección activa o progresiva. Los autores generalmente han usado este tratamiento y han revisado su experiencia en osteomielitis en los últimos 4 años en el hospital de niños de New Orleans, en un esfuerzo para identificar factores que podrían contrastar casos de cultivos negativo con los casos de cultivos positivos. De interés particular está en el resultado clínico después de la terapia empírica en estos casos cuando ningún patógeno es recuperado.
El objetivo de este trabajo fue examinar la historia natural, las manifestaciones clínicas, el laboratorio y los resultados en los niños con osteomielitis con cultivos negativos y comparar los resultados con los casos de infección con cultivos positivos tratados durante el mismo período de tiempo.
Se realizó una revisión retrospectiva de admisiones por osteomielitis durante 4 años durante el período 1998-2001, con un seguimiento mínimo de 1 año. Se consideraron: edad, sexo, factores predisponentes, manifestaciones clínicas, temperatura máxima, duración de dolor, hueso involucrado, cambios de laboratorio, resultados de cultivos del hueso infectado y hemocultivos y resultados después del tratamiento.
Se incluían los niños con sospecha de osteomielitis que presentaban con dolor óseo, cojera o limitación en el movimiento de una extremidad y era confirmado por centellograma óseo con tecnesio o RMN. Los pacientes protocolados tenían en su mayoría hemocultivos y recuento de glóbulos blancos junto con la exploración quirúrgica o aspiración del subperiostial intentada para el cultivo. La mayoría tenían eritrosedimentación (ESR) obtenida en la admisión y, durante los últimos 2 años de la revisión, la proteína C-reactivo (CRP). Los casos de osteomielitis excluidos eran aquellos asociados con fracturas expuestas, postquirúrgicos heridas punzantes u otro trauma obvio, pacientes que no tenían cultivos óseos con hemocultivos negativos, neonatos (nacimiento a 28 días de edad) y niños inmunocomprometidos.
La terapia antibiótica inicial se comenzó rutinariamente en forma intravenosa hasta que el paciente estuviese afebril y clínicamente mejorado y con PCR normal (normalmente 2 a 4 días) rotando a la terapia oral a discreción del personal asistente. Se prescribieron agentes orales, normalmente cefalexina. Si después de 3 semanas de terapia la ESR era < 30 mm/h, se suspendían los antibióticos. Si el dolor persistiera o la ESR era >30 mm/h, se realizaba una RMN para determinar la necesidad de una intervención quirúrgica adicional; los antibióticos se continuaban durante 3 semanas más, y la misma evaluación se repitió a las 6 semanas. Con ESR persistentemente elevada, la terapia se continuaba con reevaluación a los 3, 6 meses o 1 año de terapia, si era necesario.
Los antibióticos de opción utilizados por los autores durante el período del estudio eran cefazolina iv y cefalexina oral para el S. aureus meticilino susceptible (MSSA) y vancomicina iv para el S. aureus meticilino resistente (MRSA). Otros patógenos se trataron según los datos de susceptibilidad microbiológicos. Para los casos con cultivos negativos cefazolina iv un curso corto seguido de cefalexina oral era el régimen de opción.
Artículo comentado por el Dr.Edgardo Checcacci, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Pediatría.