La prevalencia de obesidad (O) en niños y adolescentes, definida como Índice de masa Corporal (IMC) mayor al percentilo 95 para edad y sexo, se triplicó en los últimos 30 años, en USA y en muchos países. La O infantil se asocia con las mismas complicaciones médicas que los adultos, como HTA, dislipidemia, alteración en la homeostasis de la glucosa, esteatohepatitis, apnea del sueño e hipertensión endocraneana. Otras complicaciones ligadas al crecimiento son: desarrollo puberal y esquelético acelerado y problemas ortopédicos como epifisiolísis femoral.
Estudios recientes muestran que los adolescentes O reportan una calidad de vida 5 veces peor que los controles, e igual que los niños que tienen cáncer. La presencia de O en la infancia y la adolescencia es un factor de riesgo para múltiples enfermedades del adulto, incluso si ya descendieron de peso. Es claro que uno de los mayores desafíos en salud del siglo 21 es encontrar una estrategia eficaz para prevenir y tratar la O infantil.
Los tratamientos conductuales son más efectivos en población pediátrica que en adultos, sin embargo sólo la mitad de los niños tratados con terapias conductistas enérgicas logran mantener un peso adecuado. Los tratamientos son muy trabajosos y aún no están bien adaptados para ser aplicados fácilmente en atención primaria, requieren personal entrenado y mucho compromiso familiar. Muchos médicos no creen que el t
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