Si el Institute of Medicine tiene razón, hoy morirán 100 pacientes en los hospitales de Estados Unidos por injurias en su atención y no por sus enfermedades. ¿Cuántos más morirán mañana?
Tom Notan, uno de los líderes de nuestro tiempo en el mejoramiento de la calidad de los estudiantes, identifica 3 precondiciones esenciales para mejorar: voluntad, ideas y ejecución [1]. El mejoramiento requiere voluntad, porque las mejoras durables no son un accidente, requieren de esfuerzo. Dejados solos, los sistemas tienden a deteriorarse. Las rutas decaen hasta que alguien decide repararlas. Los pacientes sufrirán injurias durante su atención hasta que alguien decida lo contrario. El mejoramiento requiere ideas, porque los nuevos resultados no provienen de los viejos métodos. Toda mejora es un cambio y el mejoramiento requiere que los cambios sean ejecutados, puestos en práctica, ensayados en el mundo real, ajustados y si funcionan, estabilizados.
En una serie de nueve artículos recientes sobre la seguridad para el paciente, el Journal ha creado recursos de real valor en relación con 2 de los 3 esenciales de Notan: voluntad e ideas. Al menos 4 de esos artículos ayudan a construir voluntad para el cambio: la descripción de Leape sobre el valor de los sistemas sofisticados para reportar eventos adversos [2]; la exploración de Burke de las causas y consecuencias de un tipo de injuria - infección nosocomial - que puede tomar 90.000 vidas por año [3]; el reporte de Gandhi y sus colegas mostrando que los eventos adversos a las drogas son más comunes aunque menos severos en los pacientes ambulatorios que en los internados [4] y los hallazgos preocupantes de Blendon y colegas sobre la ceguera relativa de los médicos a la frecuencia y severidad de los errores médicos, aún cuando ellos a menudo advierten errores en su propia atención o en las de los miembros de su familia [5].
Las ideas para los cambios también abundan en estos artículos, tanto en términos de cambios técnicos (tales como minimizar la ocurrencia de instrumentos y gasas olvidados después de la cirugía [6] y la explotación del poder de las innovaciones en la tecnología de la información para disminuir la tasa de lesiones a los pacientes [7]) como en términos de cambios culturales (tales como reducir la aceptación de la fatiga extrema como una marca de un buen programa de entrenamiento, mejorar las condiciones de trabajo para las enfermeras [8] y utilizar mejores métodos para investigar las injurias a los pacientes y ayudarlos, así como a las familias y los miembros del equipo involucrados, a curar [9]).
Un artículo favorito en esa serie es el de Volpp y Grande, titulado "Residentes: sugerencias para reducir errores en hospitales escuela" [10] y que en realidad debería llamarse "Un grito de ayuda" o "¿Hay alguien afuera escuchando?".
Desde sus trincheras, estos cuidadosos observadores nos cuentan como es realmente la vida de los jóvenes en entrenamiento que luchan cada día para proteger al paciente en contra de las probabilidades. Ellos llaman a la transferencia de información "remarcablemente fortuita" y hallan que no existen sistemas de interacción organizada entre los miembros de los equipos de salud; notan que la presencia de los miembros facultativos mayores inhiben la discusión franca en el equipo del posible rol de los errores y, con un dejo de ironía, escriben que no es infrecuente que el equipo médico pase una gran cantidad de tiempo buscando las historias y el equipamiento.
Artículo comentado por Rodolfo Altrudi, editor responsable de IntraMed en la especialidad de Cirugía General.