Trasplante de órganos | 17 SEP 03

Ajuste psicológico después del trasplante renal

La presunta rectora de esta investigación es si el trasplante renal permite una mejor calidad de vida que la hemodiálisis, en función de la vivencia psicológica del acontecimiento
Autor/a: Dres. N. Breu-Dejean, J.L. Sudres, B. Rogé, L. Rostaing Annales Médico-Psychologiques 2003, 161:2 132-138
INDICE:  1. Desarrollo | 2. Desarrollo
Desarrollo

En términos generales, los hombres tienen mejor imagen corporal que las mujeres, pero los trasplantados tienen mejor imagen corporal que los dializados, con una diferencia estadísticamente significativa. En cuanto a la autoestima, no se hallaron diferencias significativas entre ambos grupos, ni tampoco en cuanto a la adaptación social.

Imagen corporal. A criterio de los investigadores, no llamaría la atención que los trasplantados tengan una imagen corporal más positiva que los dializados, dado que estos últimos sufren astenia, adelgazan progresivamente, exhiben una palidez anémica, edema de los miembros inferiores, impotencia y ginecomastia (los hombres) y frigidez (las mujeres), sensación de frío, punciones venosas reiteradas, alteraciones en el peso, problemas que en parte se subsanan con el trasplante.

Sin embargo, la clínica muestra que una vez pasado un período transitorio de integración fisiológica, el trasplantado toma conciencia de los nuevos cambios corporales: aumento de peso con modificación de los rasgos faciales y aparición de acné, pérdida de masa muscular, hirsutismo, obesidad de rostro y tronco. Con un manejo progresivo de estos problemas la nueva situación corporal resulta más confortable que la anterior, y para muchos da nuevamente acceso a la actividad sexual.

Desde un punto de vista psicodinámico, los autores entienden que el yo debe poder introyectar e incorporar un objeto parcial de reemplazo, que provengo de un yo extraño. Consideran que este proceso adaptativo se presenta sin alternativa para el sujeto. Ëste no puede más que investir positivamente la nueva imagen corporal, como quiera que ésta devenga, puesto que de otro modo corre el riesgo casi letal del rechazo del órgano.

Entienden que el instrumento empleado (QIC) no explora más allá de las defensas en juego, y no es lo suficientemente sensible como para dar por validada la Hipótesis 1. Por otra parte, el trasplante priva al sujeto de ciertos atributos de la diálisis anterior: ser espectadores del funcionamiento íntimo y ritualizado de purificación de sus cuerpos. Las fuerzas pulsionales se orientan a la parte cefálica del cuerpo, preparando el terreno a la mentalización.

En el plano estrictamente clínico, proponen programas de prevención para el conjunto de los pacientes trasplantados, conducentes a permitirles habitar fantasmáticamente sus cuerpos y mentalizar las vivencias de intrusión que están en el origen de muchos rechazos de órgano.

Autoestima. Según los resultados, no hay diferencias estadísticamente significativas entre dializados y trasplantados respecto de la autoestima, lo cual contradice aparentemente la Hipótesis 2

 

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