Morir con dignidad | 07 MAY 03

Eutanasia, Suicidio asistido y Depresión

El médico tiene recursos técnicos y científicos para enfrentar la muerte de un paciente que no siempre transcurre con placidéz.
Autor/a: Dr. César A. Cabral 
La Medicina Paliativa

La eutanasia y el suicidio asistido tienen alternativas válidas en la llamada "medicina paliativa" que necesariamente debe incluir el tratamiento psicoterápico y psicofarmacológico. La presencia activa del psiquiatra y el psicólogo en la atención de los pacientes que reclaman morir, está avalada por el hecho indiscutible hoy, que padecer por conflictos o trastornos psíquicos es uno de los infortunios más severos que suele soportar el ser humano. Este padecer tiene una repercusión tan devastadora como la que se experimenta en los estados terminales de crueles enfermedades somáticas.

Los enfermos terminales tienen derecho a morir con dignidad y libres de dolores extenuantes y es nuestro deber proporcionarle ayuda psicoterápica y los psicofármacos adecuados para que afronten ese tránsito sin menoscabo de su personalidad. La intervención de psiquiatras y psicólogos entrenados para este tipo tan peculiar de asistencia, es capaz de garantizar que los otros recursos de la medicina paliativa no se empleen desmesuradamente -encarnizamiento terapéutico- y que tengan siempre en cuenta no sumar más sufrimientos a los que ya experimenta el paciente.

Es un requisito inexcusable de los cuidados paliativos cumplir los objetivos fijados por un comité de expertos de la OMS, que son los siguientes (8):

"Reafirmar la importancia de la vida, considerando a la muerte como un proceso normal"

"Establecer un proceso que no acelere la llegada de la muerte ni tampoco la posponga"

"Proporcionar alivio del dolor y de otros síntomas angustiosos"

"Integrar los aspectos psicológicos y espirituales del tratamiento del paciente"

"Ofrecer un sistema de apoyo a la familia para que pueda afrontar la enfermedad del paciente y sobrellevar el período de duelo"

Corvisard, sagaz médico de Napoleón, acuñó una sentencia que aún tiene validez: "El médico cura a veces, mejora las más, consuela siempre". Este consuelo debe ser vehiculizado por la simpatía tal cual la conceptualizó  Max Scheller (9). El sentimiento de simpatía, según este filósofo alemán, permite captar formas de pensar y sentir distintas a las nuestras. Esa captación nos torna aptos para comprender y compartir aquello que en los otros, nos es extraño y adverso. Se trata de una asimilación no conflictiva de pensamientos y sentimientos distintos a los nuestros, sin que ello implique una apropiación de ideas ajenas. La psicoterapia más adecuada para los moribundos es aquella que facilite la corriente de simpatía que debe presidir ese amplio campo de significaciones que se crea al desarrollar la relación asistente-asistido.
Según Lucien Bonnafé (10) la cultura enciclopédica y la experiencia poética abren camino a la simpatía. El saber del psicoterapeuta, cuanto más ecuménico sea, le facilita operar esa hermenéutica que permite al paciente volver a ver sus problemas con un conocer más amplio y una perspectiva más abierta.

En cuanto a los dilemas que surgen por la utilización de los medios técnicos que sostienen la vida de algunos moribundos o enfermos comatosos, ellos deben ser resueltos por los Comités de Bioética, evitando la intervención jurídica. La misma norma debe ser observada en todas las cuestiones que atañen a las prácticas asistenciales que comporten conflictos de prioridades en la utilización de los recursos disponibles. La ley del costo-beneficio tal como rige en la economía de mercado no debe tener cabida en el cuidado de la salud.

Se debe rechazar por falsa la idea que es éticamente exigible todo lo que es técnicamente posible. En el

 

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