La administración de toxina botulínica A, un bloqueante neuromuscular muy en boga ahora por su uso cosmético como antiarrugas, puede mejorar la calidad de vida de los pacientes que han sufrido un ictus y padecen rigidez y espasticidad en los músculos de la cara y de las muñecas, según un estudio aparecido en The New England Journal of Medicine .
Antes de ganar notoriedad por su uso cosmético, la toxina botulínica ha sido utilizada para el tratamiento de determinadas patologías neurológicas que cursan con hiperactividad muscular, como es el caso de los espasmos palpebrales crónicos, y en la última década ha sido usada para la espasticidad causada por la parálisis cerebral y la esclerosis múltiple. A través de inyecciones locales, la toxina botulínica actúa interfiriendo la comunicación entre los nervios y los músculos en el área afectada.
En este estudio
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