Estas recomendaciones clínicas se refieren a la evaluación de niños mayores de 1 mes que han presentado una primera convulsión no febril y que no pueda ser explicada por una causa obvia inmediata, tales como traumatismo de cráneo o infección intracraneana.
Los tipos de convulsiones cubiertos por estas recomendaciones incluyen: parcial, generalizada tónico clónica o convulsiones tónicas. Específicamente no se incluyen aquellos niños con diagnóstico de epilepsia definida como 2 o más convulsiones sin una provocación aguda. Por este motivo se excluyen las convulsiones mioclónicas y atónicas porque usualmente no son reconocidas hasta que han ocurrido varias veces. Se excluyen las convulsiones neonatales, la primera convulsión si dura más de 30 minutos (status epilepticus) y las convulsiones febriles porque estas patologías son diferentes tanto en sus aspectos diagnósticos como terapéuticos.
Una historia clínica y un examen clínico cuidadosos frecuentemente permiten efectuar el diagnóstico sin necesidad de otras pruebas.
Los niños pueden presentar ciertos síntomas que en realidad no son convulsiones, sino episodios de retención de la respiración, síncope, reflujo gastroesofágico, pseudo convulsiones (psicogénicas) y otros eventos no epilépticos. Es importante tener en cuenta que ningún síntoma clínico aislado puede discriminar en forma confiable entre una convulsión y un evento no epiléptico.
El próximo objetivo de la evaluación es determinar la causa de la convulsión. La etiología puede marcar la necesidad de tratamiento inmediato o proveer importante información pronóstica.
Las convulsiones provocadas son el resultado de patologías agudas tales como hipoglucemia, ingestión de tóxicos, infección intracraneana, trauma y otros factores precipitantes. Las convulsiones no provocadas ocurren en ausencia de estos factores y su etiología puede ser criptogénica (causa desconocida), sintomática remota (patología cerebral preexistente) o idiopática (genética).