Donde los extremos de la vida se cruzan | 08 ABR 24

Memoria

Un mirada cruda y tierna sobre las etapas de la existencia humana
Autor/a: Dr. Julio César Guerini 

Lo observo mientras duerme tranquilo, de costado y espaldas a mí. La cabeza semiflexionada, los brazos apenas hacia adelante, los antebrazos cruzados sobre el pecho, los muslitos buscando llegar al abdomen y las pantorrillas intentando tocar la parte de atrás de los muslos. Se llama “posición fetal”.

En la luz tenue de la habitación, repaso con la vista que el pañal no se haya corrido, que la cabeza esté un poquito levantada para que no se ahogue y que las barandas del costado de la cama se encuentren bien colocadas.

Me acerco con sigilo y prudencia, rodeando la cama, intentando llegar a la parte de adelante. Aprovecho para disfrutarlo un ratito, porque sé muy bien que el momento va a durar eso, solo un ratito.

En las últimas semanas, a ninguno de los que lo cuidamos nos dejó pegar un ojo. Se entre despertaba y en un sollozo apenas audible a corta distancia, llamaba a su mamá, a veces con los ojos abiertos y otras cerrados. Decía: “mamá, mami, mamita, ma…” una y otra vez hasta que volvía a dormirse.

No soy su papá, pero le acaricio la frente y la mejilla para calmarlo, con la dosis justa de suavidad y presión, intentando guardar en el pulpejo de mis dedos su geografía.

Paso un pañito húmedo sobre esa piel finita con textura a papel manteca, limpio la saliva que discurre por la comisura labial de su boca sin dientes.  Quizás alguna vez hayan hecho eso conmigo. Al pensarlo me invade la ternura.

 

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