Los trastornos neurodegenerativos, el habla y del lenguaje | 25 FEB 24

Inequidades de la investigación lingüística sobre salud cerebral

De las 7.000 lenguas del mundo, menos del 0,5% han sido estudiadas en personas con neurodegeneración
Autor/a: Adolfo M. García 
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Por Adolfo M. García

  • Centro de Neurociencias Cognitivas, Universidad de San Andrés, Buenos Aires, Argentina
  • Global Brain Health Institute (GBHI), University of California, San Francisco, San Francisco, CA, USA and Trinity College Dublin, Dublin, Ireland
  • Departamento de Lingüística y Literatura, Facultad de Humanidades, Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile

La investigación lingüística en la batalla contra la neurodegeneración

Uno de los mayores retos para la salud pública de nuestra era es el aumento de los trastornos neurodegenerativos. A lo largo del planeta, enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson y la demencia frontotemporal implican altas tasas de discapacidad y mortalidad. Tales cuadros afectan hoy a unos 55 millones de personas, cifra que se duplicará o triplicará para el 2050. Este crecimiento será particularmente marcado en países de medianos y bajos ingresos, donde los factores de riesgo tienen un mayor impacto y los enfoques clínicos convencionales son menos accesibles.

Ante este escenario, múltiples grupos de investigación están desarrollando innovaciones digitales económicas y escalables para facilitar el diagnóstico y la evaluación clínica. Entre ellas se destacan las evaluaciones del habla y del lenguaje, que permiten detectar, caracterizar y seguir la evolución de estas enfermedades. Por ejemplo, las personas con Alzheimer suelen tener dificultades para encontrar palabras, construir oraciones gramaticalmente complejas y comprender o expresar enunciados figurativos. Estos déficits lingüísticos, que aparecen en fases tempranas y preclínicas de la enfermedad, permiten diferenciar el Alzheimer de otras demencias, prever la aparición de síntomas principales e incluso identificar anomalías cerebrales características del trastorno.

En la actualidad, el enfoque se ve potenciado gracias a la inteligencia artificial. Las nuevas tecnologías digitales permiten captar alteraciones en muestras de lenguaje grabado o escrito, en un entorno no invasivo, asequible y escalable. Este tipo de soluciones son esenciales para disminuir las disparidades clínicas entre países de ingresos bajos, medios y altos. De hecho, se las ha incorporado en iniciativas de investigación multicéntricas, programas de financiamiento internacionales y empresas científicas varias. Sin embargo, ha de señalarse un desafío crítico: la escasa diversidad lingüística en el campo amenaza su capacidad de expansión y limita su potencial para favorecer evaluaciones más equitativas a nivel global.

¿Estudiar la lengua o estudiar las lenguas?

El campo muestra desigualdades notables.

De las 7.000 lenguas del mundo, menos del 0,5% han sido estudiadas en personas con neurodegeneración. Más aún, si bien solo el 17% de la población mundial habla inglés, esta lengua representa casi el 70% de todos los estudios publicados. Además, son muy pocos los idiomas que cuentan con modelos de lenguaje grandes y herramientas de extracción de características. Claro, nada de esto sería un problema si los lazos entre las alteraciones lingüísticas y las disfunciones cerebrales fueran universales, es decir, idénticos a través de las distintas lenguas. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja.

De hecho, los síntomas del habla y del lenguaje dependen profundamente de la lengua en cuestión, lo cual pone en jaque la universalidad de los criterios diagnósticos y de los posibles marcadores verbales de cada enfermedad. Por ejemplo, en estudios sobre producción de oraciones en Alzheimer se ha mostrado que los hablantes de italiano se caracterizan por la tendencia a omitir sujetos gramaticales, algo que no se observa en angloparlantes. Esta diferencia se debe a la estructura de cada lengua. A diferencia del inglés, el italiano permite inferir los sujetos de las oraciones a partir de las conjugaciones verbales (el verbo italiano ‘camminiamo’ implica inherentemente un sujeto en primera persona del plural, mientras que el verbo inglés ‘walk’ requiere un ‘we’ precedente para transmitir el mismo significado). Es más, ciertas anomalías lingüísticas pueden ser diametralmente opuestas entre idiomas. Investigaciones sobre el Alzheimer muestran que diferentes pronombres (palabras como ‘yo’, ‘su’, ‘nuestro’) tienden a ser sobreutilizados entre pacientes angloparlantes y subutilizados en aquellos que hablan bengalí. Esto, también, probablemente refleja diferencias entre ambos idiomas, ya que el bengalí incluye pronombres mucho más cuantiosos (y morfológicamente más complejos) que el inglés. En resumen, los marcadores lingüísticos que caracterizan una enfermedad en hablantes de una lengua pueden no ser relevantes para hablantes de otra.

 

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