Ciclo de entrevistas “Invisibles” | 17 FEB 24

Dra. Sandra Toribio: “Ejercer la medicina en mi lugar de origen es volver a abrazar mi cultura”

La primera egresada wichí de la carrera busca no ser la última. Tras su internado rotatorio quiere regresar a Formosa para atender a su comunidad e integrar saberes.
Autor/a: Celina Abud 

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.


La doctora Sandra Toribio es la primera médica recibida de la comunidad wichí de Formosa, pero a ella eso no le importa tanto. Más bien prioriza no ser la última y mostrarle a los jóvenes que ausentarse de su territorio y recibirse es un camino difícil, pero posible.

Cursó sus estudios en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), en la provincia de Corrientes, y durante la pandemia, estuvo tres años sin ver a su familia, debido a que en el área de Ingeniero Juárez en donde no había servicio de internet y las cursadas eran virtuales.

Hoy, solo le que queda terminar el internado rotatorio para después volver y atender en lugares remotos más al interior de la provincia. Para ella, regresar significa abrazar su cultura y a su gente, a la que tanto extrañó. Pero también colaborar para integrar los saberes de sus ancestros con lo adquirido en la facultad y así realizar su aporte hacia un sistema de salud más inclusivo. Aquí, su entrevista con IntraMed.

¿Cuándo supo que querías ser medica?

La verdad es que no me lo imaginé en un primer momento, lo único que yo sabía era que quería tener una profesión. Dentro de todas mis posibilidades estaba la docencia, pero por cuestiones que desconozco se cerraron todos los espacios de estudios en mi comunidad, no quedaban terciarios ni nada. Entonces me planteé que quizás podía ir a la universidad  y elegí Medicina porque soy muy curiosa y me encanta lo que es la ciencia. Como fui la última de mis hermanos, crecí bastante sola y desde chica, los libros fueron mi pasión. También influyó mi paso por la escuela secundaria, que no era de indígenas, sino de gente blanca. Ahí vi otro mundo y me enseñaron que podía descubrir muchas ramas dentro de la educación. Entonces, son múltiples factores que me llevaron a elegir medicina y hoy no me arrepiento.

¿Qué satisfacciones y responsabilidades siente al ser la primera médica recibida de la comunidad wichí?

La verdad es que yo no sabía que iba a ser la primera, pero eso me da mucha responsabilidad, mucho trabajo porque tras mis últimos meses aquí, quiero volver a mi comunidad para poder ejercer mi trabajo y hacerlo de una forma correcta, sin olvidar realmente lo que nosotros, siendo indígenas consideramos como medicina.

Pero  también es un honor y un orgullo porque nunca medí el impacto que llegué a tener, ser la primera indígena graduada en la carrera. Yo viví la cursada como algo normal, estudiar y graduarme. Pero repercutió en los indígenas jóvenes, que ven que existe un futuro posible, opciones, que ellos también puedan aspirar a esas carreras de alto nivel. Todos estos años que estuve en Corrientes nunca vi otro wichí en mi universidad, pero eso no fue un motivo para dejar de soñar con verlos estudiar para después ejercer.

Una vez, en otra entrevista, me habían preguntado ‘¿qué se siente ser la primera?’. Y contesté que era un gran honor, pero lo que en verdad esperaba era no ser la última.

¿Cómo fue su experiencia como estudiante?

Los primeros años fueron difíciles, porque en la UNNE se rinde un examen para pasar a la primera materia y después seguir con las otras. A mí me costó un montón.  En la carrera sufrí mucho, lloré estando lejos de mi familia, pero fui muy feliz en todos los años que siguieron, disfrutaba de estar ahí. Hice mis “facuamigos”. También tuve la oportunidad de realizar investigaciones dentro de la facultad y agradezco las cátedras que me abrieron las puertas para poder hacer docencia. En síntesis, no puedo decir que ha sido fácil, porque fue difícil porque Medicina lo es,  pero la pasamos bien porque amamos esta carrera.

¿Cómo fueron sus experiencias por fuera de las materias (colaboraciones en ciencia indígena y reuniones con referentes de comunidades) y cómo fueron sus años de estudio durante la pandemia?

La pandemia me ha quitado muchos años para poder explorar dentro de la facultad y recién tuve la experiencia completa en cuarto y quinto año. Durante la pandemia la pasé, no diría mal, pero sí muy triste ya que estuve lejos de mi familia y pasé casi tres años sin verlos. No podía volver a mi comunidad porque ahí no hay internet y mi cursada era virtual, entonces me quedé en Corrientes. Pero a pesar de la tristeza y de que fue una época difícil para todos, ese tiempo fue bueno dentro de mi estudio, porque realmente era dedicación 24/7.

La ciencia indígena consta de movimientos que realizamos diferentes tipos de profesionales, argentinos y extranjeros. Buscamos impulsar todo lo que tenga que ver con el conocimiento indígena sometido al método científico, porque hay mucho que las comunidades tienen para aportar. Por ejemplo, en medicina, estamos evaluando cuánto conocimiento tenían los indígenas de anatomía, qué tanto sabían de enfermedades y sus tratamientos, qué es lo que realmente se perdió y qué es lo que siguen preservando.

En biología, tuve la oportunidad de ver personas nativas dentro de Canadá y Estados Unidos que están avanzados en este campo. Sus jefes, les dicen a los jóvenes que la única forma de que las comunidades salgan de la pobreza  es estudiar. Y recordar lo que fueron las luchas nuestros ancestros. Siempre los recuerdo, más allá de que yo sea joven, puedo hablar a través de mi voz de mis ancestros, que han luchado hace miles de años, y especialmente del temor que ellos sentían y que hoy también se sienten.

Usted creció en Ingeniero Juárez y quiere volver a trabajar dentro de su comunidad. ¿Cuáles son los principales problemas de salud?

Yo crecí en Ingeniero Juárez, pero no somos de ahí, somos más del interior. Mi mamá es salteña y mi papá formoseño. Dentro de los wichís, tenemos nuestras mini etnias. Más que en el pueblo donde crecí y estudié, planeo trabajar con las comunidades wichís que están más al oeste de Formosa, precisamente en General Mosconi (hoy restituida con su nombre original El Chorro) y El Potrillo.

Y en cuanto a la salud pública, yo todavía desconozco cómo se maneja el sistema, pero sí puedo hablar de la experiencia que tenemos los indígenas. Ya en las ciudades se ve que la atención cada vez están más en decadencia, entonces imagínense lo que sucede en comunidades remotas, dentro del monte. Es muy precaria, lo único que se puede hacer es dar analgésicos, no hay tratamientos, todo es paliativo, lo quirúrgico es temporal.

Y algo que siempre me gusta agregar es que el indígena le tiene miedo al sistema de salud y hay muchos motivos por el cual decide no ir a una institución sanitaria, por el miedo que cada uno de nosotros tenemos. Porque hay que pensar en nuestra historia, en el sometimiento indígena, en el genocidio. Entonces el indígena lo último que va a hacer es asistir a un hospital, no están sus planes. Y yo creo que son esas cuestiones en las que hay que intervenir, evaluar lo que está pasando, y ofrecer un sistema de salud pública para que nosotros también podamos acceder, recordando que la salud es comunitaria. Porque si un pedazo de territorio está mal, si una comunidad está mal más si hablamos de enfermedades transmisibles, es probable que las patologías se expandan. Porque los indígenas somos seres humanos y parte de la sociedad, por lo cual si nosotros estamos mal, eso puede llegar al resto. Entonces uno tiene que intervenir dentro de las políticas públicas y sería bueno que en estos tiempos se pueda dar una cura a eso que está mal dentro del sistema de salud. Todo el mundo sabe del sufrimiento indígena y con diálogo se puede dar soluciones.

Siempre los médicos que trabajan en comunidades destacan el rol del agente sanitario. En su caso sería una médica que también es parte de su comunidad. ¿Siente doble responsabilidad por ello?

 

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