En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que se conmemora el 10 de septiembre, desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitieron un documento que invita a conversar sobre este tema con niños, niñas y adolescentes y prestar atención a aquellas señales que podrían estar advirtiendo sobre los riesgos de su ocurrencia.
Bajo el título “Suicidio, hablarlo es prevenirlo”, los Comités de Estudios Permanentes del Adolescente y de Salud Mental y Familia de la SAP elaboraron un documento en el que establecen que el suicidio es un fenómeno multicausal en el que interactúan factores de orden individual, familiar, comunitario, social y político. “Los comportamientos suicidas abarcan la ideación suicida, la elaboración de un plan, la obtención de los medios para hacerlo y hasta la consumación del acto (con o sin éxito)”, refiere el informe.
“Cuando nos enfrentamos a un suicidio consumado o a un intento de suicidio, encontramos que los distintos actores cercanos a la víctima, como padres, amigos, maestros, médicos y psicólogos, lo viven con culpa y se reprochan no haber estado atentos a las señales de alerta”, afirmó la doctora Nora Poggione, médica pediatra, Secretaria del Comité Nacional de Adolescencia de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
“Debemos tener muy presente que, ante la menor manifestación de una idea suicida, la recomendación es preguntar y promover una conversación. Hablar del tema no activa la idea del suicidio, sino todo lo contrario. Que los jóvenes puedan expresar libremente sus sentimientos es una forma de comenzar a resolver el problema. No hablar y mantenerlo oculto incrementa el riesgo”, sostuvo por su parte el doctor Hugo Gauto, Secretario del Comité de Familia y Salud Mental de la SAP.
Entre los signos o alertas a los que hay que estar atentos, el documento destaca los siguientes:
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“Una vez que el profesional logró este nivel de diálogo, la tarea clínica recién comienza, pero ese avance es importantísimo”, consignó el doctor Juan Pablo Mouesca, psiquiatra infanto-juvenil, Prosecretario del Comité de Familia y Salud Mental de la Sociedad Argentina de Pediatría. “Por otro lado, el contacto humano, terapéutico, familiar y de amigos es fundamental para acercarse al adolescente en riesgo”, insistió.
“Ante un gesto suicida, cualquier individuo implicado, pertenezca al ámbito de la salud o escolar, deportivo o social, debe internalizar que un intento de suicidio es un acto potencialmente grave, al que de ningún modo hay que restarle importancia”, describe el trabajo de la SAP. “Una vez bajo tratamiento, la terapia tiene como objetivo esencial calmar, contener y proteger”.
El documento informa que “se producen 20 intentos por cada suicidio consumado”, que “los intentos de suicidios son más frecuentes en mujeres que en varones en relación 4 a 1”, aunque ‘l”os varones son más efectivos en su letalidad” y que “el suicidio representa un tercio de las muertes por causas externas en los adolescentes de 15 a 19 años, con mayor prevalencia en los varones que las mujeres”.
“Al analizar la evolución de la tasa de suicidios en población adolescente, se constata en los últimos años una relativa sostenida tendencia creciente de la mortalidad por suicidios debido a la disminución de accidentes y muertes en la vía pública, probablemente relacionada con el aislamiento social durante la pandemia, aunque en números absolutos los suicidios están en disminución. Por el mismo motivo las consultas referentes a violencias, autolesiones y suicidios se han incrementado relativamente”, destacó el doctor Fabio Bastide, Prosecretario del Comité de Adolescencia de la SAP.
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