Adversidad infantil y enfermedad cardiovascular en la edad adulta temprana

Introducción

La enfermedad cardiovascular (ECV) es la principal causa de morbilidad y mortalidad en todo el mundo y la incidencia entre los adultos jóvenes parece aumentar. Aunque la ECV que se presenta en la edad adulta temprana puede tener una fuerte influencia genética, la creciente incidencia sugiere también una contribución sustancial de los factores de riesgo ambientales y conductuales. Sin embargo, las causas de las ECV entre los adultos jóvenes están poco estudiadas debido al bajo número absoluto de personas con ECV manifiesta en este grupo de edad.

Estudios previos han demostrado que la experiencia de circunstancias estresantes durante la infancia, como la privación material, la pérdida de la familia y las dinámicas familiares tensas (también conocidas como "adversidades de la infancia"), se asocia con un mayor riesgo de ECV entre las personas de mediana edad y mayores, pero muy pocos estudios han investigado la asociación entre las adversidades infantiles y la ECV manifiesta en la edad adulta temprana. Los pocos estudios que se han realizado entre adultos jóvenes han demostrado una asociación entre las adversidades infantiles y las ECV, pero se han visto limitados por el recuerdo autoinformado de eventos adversos. El sesgo de selección es una preocupación particular en esta línea de investigación, ya que es menos probable que las personas desfavorecidas participen en las encuestas.

La infancia es un período sensible en el que los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico están en rápido desarrollo y la exposición frecuente o crónica a la adversidad en la infancia puede influir en el desarrollo de la respuesta fisiológica al estrés. Esta activación puede eventualmente alterar el equilibrio inmunológico y conducir a un fenotipo más inflamatorio con un mayor riesgo de aterosclerosis e hipertensión. La adversidad infantil también se ha relacionado con comportamientos que amenazan la salud asociados con ECV, como fumar, comer en exceso y el consumo excesivo de alcohol como medios de afrontamiento; conductas que suelen iniciarse durante la adolescencia.

Debido a las diferencias en la etiología entre diferentes ECV, como la cardiopatía isquémica (IHD) y la enfermedad cerebrovascular (EC), los efectos de la adversidad infantil en estos diagnósticos pueden diferir, lo que justifica una investigación por separado. Además, la EC incluye diagnósticos que a menudo tienen una etiología estructural cuando se presentan en la edad adulta joven. Por ejemplo, las hemorragias subaracnoideas a menudo son causadas por aneurismas subyacentes que pueden estar presentes al nacer. Aunque la adversidad infantil se ha asociado con factores conductuales que pueden afectar a la patogenia y el crecimiento de los aneurismas, como el tabaquismo, el alcohol y el abuso de drogas, el papel de la adversidad infantil en condiciones de etiología congénita es incierto y debe reconocerse.

Objetivos

Examinar el efecto de la adversidad infantil en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (ECV) entre los 16 y los 38 años, centrándose específicamente en la cardiopatía isquémica y la enfermedad cerebrovascular.

Métodos y resultados

Se utilizaron los datos de registro de todos los niños nacidos en Dinamarca entre el 1 de enero de 1980 y el 31 de diciembre de 2001, que estaban vivos y residían en Dinamarca sin un diagnóstico de ECV o cardiopatía congénita hasta los 16 años, por un total de 1.263.013 personas.

Se usaron los modelos de riesgos proporcionales de Cox y de riesgos aditivos de Aalen para estimar los cocientes de riesgo ajustados (HR) y las diferencias de riesgo ajustadas de ECV de las edades de 16 a 38 en cinco grupos de trayectoria de adversidad experimentados entre las edades de 0 y 15.

En total, 4118 personas desarrollaron ECV entre su cumpleaños número 16 y el 31 de diciembre de 2018.

En comparación con aquellos que experimentaron bajos niveles de adversidad, aquellos que experimentaron una enfermedad somática grave y muerte en la familia (hombres: HR ajustado: 1,6, intervalo de confianza del 95%: 1,4-1,8, mujeres: 1,4, 1.2–1.