Ciclo de entrevistas “Invisibles” | 15 MAY 23

Dra. María Lila Sylvestre Begnis: “Elegí ser médica general para atender a los más desprotegidos”

Recibida en Rosario, iba a especializarse como cirujana, pero un viaje la marcó. Jubilada del sistema público, hoy atiende en Andacollo, Neuquén, donde vive hace más de 30 años. Recomienda a los jóvenes trasladarse a los lugares donde más los necesitan.
Autor/a: Celina Abud 

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.


La doctora María Lila Sylvestre Begnis se desempeñó durante 33 años como médica general rural en la zona norte de la provincia de Neuquén, precisamente en las localidades de Buta Ranquil y Andacollo, donde reside hace más de treinta años y hoy, ya jubilada del sistema público, atiende de forma privada en su consultorio.

Si bien siempre supo que quería dedicarse a la medicina – su madre le contaba que de niña, ella tiraba las muñecas por las escaleras, para después curarlas – cambió de parecer sobre su especialidad. Recibida en Rosario, había empezado a concurrir a un servicio de Cirugía. Sin embargo, en 1983, con la llegada de la democracia, comenzó a militar en la agrupación universitaria Franja Morada y en ese contexto hicieron visitas a la Patagonia a lugares recónditos que no habían sido visitados por médicos desde hacía años. Eso la marcó: “En la localidad Buenos Aires Chico Abajo (provincia de Río Negro) los pobladores habían hecho un galpón de adobe porque el médico argumentó que no tenía donde atender. Después le compraron un fuentón porque dijo que no tenía agua. Finalmente el médico nunca apareció. Ahí di cuenta que en Rosario había miles de profesionales, pero en otros lugares del país se podía hacer la diferencia”.

La doctora Sylvestre Begnis dejó atrás la idea de ser cirujana para buscar residencias en Medicina General. Había conseguido entrar a una de ellas y a otra de Clínica Médica en Rosario, pero renunció para irse a vivir a Neuquén y formarse en el Hospital Castro Rendón. De ahí la mandaron a Buta Ranquil, una localidad que en ese entonces tenía 900 habitantes. Se quedó allí tres años y después su siguiente destino fue Andacollo, donde vive hace más de tres décadas.

“A los jóvenes, tanto a los médicos generales como a los especialistas les diría que se animen a venir a estos lugares, porque hay poblaciones completamente desprotegidas y, después de todo, la medicina es vocación de servicio. Por supuesto que uno quiere ganar bien, pero en nuestra profesión, la mayor satisfacción se encuentra en resolver los problemas  de las personas que acuden a nosotros para ser ayudados”, señaló a IntraMed. Aquí, su historia.

Relación médico-paciente en los lugares en los que atendió.

Me quedé en Andacollo porque acá está mi vida, mis pacientes, mi familia. Mis hijos se fueron a estudiar y los voy a visitar aprovechando que estoy jubilada. Puedo decir que acá la relación médico-paciente es muy diferente a la de una ciudad grande. En este momento estoy atendiendo los embarazos de mujeres a las que yo vi nacer. Incluso en el hospital hay colegas que traje al mundo. Por ende, el vínculo es más fluido, conozco la historia de toda la familia y hay una confianza. De hecho, muchos chicos que se van a estudiar a Mendoza, Córdoba o Buenos Aires se atienden en el hospital de acá, porque te conocen más allá de que en las urbes haya más recursos.

Es lindo cuando hacés la diferencia. Recuerdo el caso de una chiquita que quedó con severas complicaciones tras un parto domiciliario, nocturno y al aire libre en la localidad de Los Miches (una reserva mapuche a unos 20 kilómetros de Andacollo). Rescatamos a la beba. Le tuvieron que sacar un pulmón, por lo que necesitaba oxigeno domiciliario permanente, con bigotera. Esa nena no podía ir a la escuela cuando hacía frio o en épocas de gripe, porque su único pulmón podía fallar. A sus 8 años no sabía leer ni escribir, porque  su madre tampoco sabía. En tiempos donde no existía la Defensoría de la Niñez, Adolescencia y Familia, me peleé e hice gestiones para que la nena tuviera una maestra domiciliaria, porque entendí que una niña que no podía moverse y que andaba con una mochila de oxígeno al hombro, la única posibilidad de expandirse era a través de su cerebro e imaginación. Lo logramos. Solo iba a la escuela en verano y terminó la primaria muy bien. En la secundaria comenzó otra lucha porque tuvieron que ir varios profesores, pero terminó siendo abanderada. Hoy, con su mochila de oxígeno, está estudiando Ciencias Económicas en la Universidad de Neuquén.

Principales problemas de salud en sus áreas de atención.

Varió mucho la epidemiología desde cuando llegué en la década de 1990 hasta hoy. En esa época primaba la desnutrición infantil (casi un 20% de chicos desnutridos), el alcoholismo y algunas enfermedades infecciosas como la hidatidosis y la tuberculosis. Eso cambió. La obesidad ganó terreno (en niños inclusive) porque tenemos más vehículos y los chicos también se volvieron más sedentarios por el tema de las pantallas (cosa que agravó la pandemia). El exceso de peso conlleva a las Enfermedades No Transmisibles (ENT) en adultos, como hipertensión y diabetes en adultos. El alcoholismo sigue, lamentablemente.

 

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