Ciclo de entrevistas: “Invisibles” | 09 ABR 23

Dra. Irma Mendoza: “Quisiera estimular a los médicos jóvenes a que se animen a salir de las ciudades”

Atiende en la región de El Soberbio Misiones, en cuatro centros de atención primaria y en diez aldeas de la comunidad mbya. Se instaló para “volver a los orígenes” e intercambiar saberes.

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.


La doctora Irma Mendoza, que hoy atiende en cuatro Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) y a 10 aldeas de la comunidad mbya en el área de El Soberbio, provincia de Misiones, Argentina, siente que fueron muchas las señales que la llevaron a seguir su profesión, que hoy abraza.  Nació en Villa Ocampo, un pequeño pueblo Santafesino en el seno de una familia humilde y, para estudiar, tuvo que golpear puertas. Tras recibirse, pasó 20 años atendiendo en un consultorio de Santa Teresita, hasta que su “espíritu aventurero” y su cualidad de “curiosa” la llevaron a trasladarse al paisaje selvático, cerca de la frontera con Brasil. “Me empezó a interesar la fitoterapia y a aplicar lo aprendido como médica de una manera más integral, porque una persona no es solo un cuerpo, sino una mente y un espíritu. Por eso, más allá de ofrecer mis saberes, vine a aprender”, dijo.  

El rotundo cambio de vida lo hizo en plena pandemia, por lo cual las campañas de vacunación las hizo trasladándose de poblado en poblado. Hoy, cada día que pasa se maravilla, desde lo paisajístico y desde lo humano. “Los amaneceres y atardeceres más bellos que vi en mi vida son los de acá, a orillas del Río Uruguay”, dijo la doctora Mendoza para luego agregar que el curso de agua “es solo un límite geográfico”, porque en los CAPS se escuchan los idiomas español, guaraní, portugués y ‘portuñol’. Desde lo humano, la médica resalta que se recibe más de lo que da. “Cuando vamos a la aldea de Saltos del Moconá, la mamá de Ángela – una de las promotoras de salud indígena–  nos prepara el famoso reviro, muy típico de Misiones, que tiene porotos, huevo frito, mandioca… es otra forma de compartir con ellos”, dijo. Aquí, su historia.   

¿Cuando supo que quería ser médica?

Hay tres cosas puntuales por las que yo elegí esta hermosa profesión. Una es la vocación que seguro ha venido innata en mis genes. En segundo lugar, me marcó un parto que tuvo que asistir mi mamá, en una señora que no llegaba al hospital. Era una noche muy fría y, entre mis 10 hermanos, ella me fue a buscar a mí para que la ayudara. Yo tenía 11 años y descubrí el maravilloso mensaje de ver nacer la vida. En tercer lugar, llegó a mis manos un vademécum, de esos que los médicos de mi pueblo normalmente descartaban. Para ese momento yo ya sabía leer y escribir y entendí que muchas enfermedades se trataban con medicamentos. Era chica y solo me faltaba el estetoscopio, pero ya me sentía médica. Como creí en el campo, empecé a estudiar la naturaleza. Cada vez que veía un insecto, me fijaba en el tamaño de sus ojos, por qué saltaban, volaban, veía la evolución de las mariposas. En síntesis un sinnúmero de señales me llevaron a esta vocación, a esta forma de vida.

¿Cómo fue la trayectoria personal y de su carrera hasta llegar a atender en El Soberbio y los cuatro CAPS?

Yo no tenía ninguna manera de estudiar una carrera universitaria dado que venía de una familia numerosa de 10 hermanos y humilde. Mi papá era albañil, mi madre era ama de casa. Pero como siempre fui muy inquieta, me acerqué a la municipalidad de mi pueblo donde hice una nota, solicité una beca. Se me concedió. Quedaron sorprendidos. Yo justificaba la ayuda porque siempre presentaba buenas notas y era responsable. De esa manera pude continuar con mis estudios, con mi pasión. Inicié mis pasos en la Universidad Nacional del Nordeste, en Corrientes. En cuarto año me pasé a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Comencé mis pasos de clínica médica en el Hospital de Clínicas, al que llevo en mi corazón porque tuve a los mejores profesores. Aprendí de quienes escribían los libros de medicina. Eran muy exigentes, pero he visto cosas que no se ven en otros hospitales: aprendí de lepra, de lupus… En un momento dimos con una profesora de UDH que nos enseñó la semiología, como mirar, escuchar y revisar a un paciente. Eso fue muy importante para desarrollar la actividad en cualquier lugar, porque a veces con un estetoscopio, no se necesita una medicina tan tecnológicamente evolucionada para dar respuestas. Y me vino bien, porque soy una persona muy curiosa, inquieta y aventurera. Demasiado aventurera para mi familia, a veces.

¿Cómo es la experiencia con la comunidad mbya y su rutina en general?

Yo soy del norte santafesino y recuerdo que mis padres hablaban en guaraní cuando querían  que los niños no entendiéramos cosas de adultos. Yo, siempre curiosa, quería saberlo todo y les preguntaba ¿por qué hablan ustedes así?’ Me contestaron ’porque un tío era cacique’. Me quedó eso de que había parte de mi familia y de mis orígenes tenían que ver con la comunidad mbya y empecé a leer y estudiar sobre sus creencias, su cultura. Y hoy estoy acá, las piezas se fueron armando para esté haciendo esta tarea en donde recibo más yo de lo que doy.

Con el trabajo conjunto, alcanzamos una adherencia del 99,99% de todas las vacunas del calendario

Los viernes hacemos las visitas a las aldeas. Acá en el Soberbio, atendemos a 10 de las 14 aldeas guaraní, con una población de 850 personas. Concurrimos con promotores aborígenes (yuruá) muy capacitados y promotores ‘blancos’ como ellos dicen. Tengo que rescatar el trabajo que realizan porque son el primer nexo con la comunidad. Al ser vecinos que viven ahí, son los que primero llegan. El contacto con los promotores guaraníes nos aceita mucho más la comunicación. Yo estoy aprendiendo algunas palabras, pero es todo un universo por descubrir. Pero con el trabajo conjunto, alcanzamos una adherencia del 99,99% de todas las vacunas del calendario dirigidas a todos los grupos etarios. Además se atiende por demanda espontánea de pacientes con alguna patología, actividades preventivas y educación para la salud.

 

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