Tras días de internación | 13 MAR 23

Bariloche: una docente de 45 años murió por hantavirus

Los reservorios naturales de la infección son los roedores silvestres. Autoridades emitieron recomendaciones de prevención.

Una docente de 45 años falleció en la ciudad de Bariloche tras haber contraído hantavirus, informaron fuentes oficiales. La mujer había permanecido internada durante días en el Sanatorio San Carlos.

Se trata de Ana Natalia Ayala, quien trabajaba  como docente del jardín maternal “Hormiguitas” de la ciudad cordillerana y también había formado parte de la junta vecinal del barrio El Frutillar.

El brote más grande de esa enfermedad en nuestro país se produjo a finales del 2018 con epicentro en Epuyén, donde 11 personas fallecieron, hubo 34 casos confirmados y 159 pacientes que debieron ser aislados. Se declaró como “finalizado” por las autoridades sanitarias en marzo de 2019.

Información sobre la enfermedad

La enfermedad por hantavirus es una zoonosis emergente producida por virus ARN pertenecientes a la familia Bunyaviridae. Los virus tienen una distribución mundial, y producen en los seres humanos dos formas clínicas graves, la Fiebre Hemorrágica con Síndrome Renal en Asia y Europa y el Síndrome Cardiopulmonar por Hantavirus en América.

Son transmitidas al ser humano por roedores silvestres, reservorios naturales de la infección, que presentan una infección crónica asintomática con viremia persistente y eliminan el virus a través de la orina, saliva y excretas.

En Argentina circulan dos especies de virus hanta (Andes y Laguna Negra) y al menos 10 genotipos virales diferentes, 8 de ellos han sido asociados al síndrome cardiopulmonar por hantavirus: Andes sur; Andes lechiguanas, Andes Buenos Aires (HU39694), Andes Central Plata, Andes Orán, Andes Bermejo, Andes Juquitiba y Laguna Negra.

Los hantavirus se transmiten fundamentalmente por inhalación de aerosoles cargados de partículas virales provenientes de las heces, orina y saliva de roedores infectados.

Otras posibles vías de transmisión son: contacto con excrementos o secreciones de ratones infectados con las mucosas conjuntival, nasal o bucal, o mordedura del roedor infectado.

La transmisión al humano generalmente ocurre al introducirse en el hábitat de los roedores en zonas suburbanas y ambientes rurales, principalmente en los peri-domicilios y durante el desarrollo de actividades laborales, recreativas, o en lugares cerrados como galpones o depósitos infestados por roedores. También existe evidencia de transmisión persona a persona, y por ello, las secreciones y otros fluidos humanos deben considerarse potencialmente peligrosos.

 

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