Salud cardiometabólica y ritmo circadiano | 11 OCT 22

Sueño, equilibrio testosterona-cortisol y envejecimiento masculino

El daño metabólico generado con la alteración del descanso puede mitigarse potencialmente mediante enfoques terapéuticos que no impliquen dormir más.
Autor/a: Peter Y. Liu, Radha T. Reddy.  Endocrine and Metabolic Disorders 2022 Sep 24;1-17
1. Introducción

El sueño restaura el rendimiento neuroconductual, mejora la función inmunológica y conserva el gasto de energía de todo el cuerpo a través de procesos metabólicos que también recuperan las reservas energéticas del cerebro y son importantes para la plasticidad y conectividad neuronal.

Estos beneficios relacionados con el sueño sobre el metabolismo, la inmunidad y la cognición son esenciales para un envejecimiento saludable. Por el contrario, la acumulación de la deuda de sueño a lo largo de la vida tiene un impacto negativo  que puede ser responsable del desarrollo de enfermedades que se originan con la edad.

Las redes endócrinas evolucionaron para regular el metabolismo de todo el cuerpo, incluidos el catabolismo y el anabolismo, de una manera adecuada durante el día, y para permitir simultáneamente respuestas dinámicas a las agresiones ambientales externas y al estrés interno a través de la naturaleza ultradiana (también conocida como pulsátil) de la secreción hormonal.

Esta revisión examinará principalmente el efecto de los trastornos del sueño sobre la testosterona en el contexto del envejecimiento gonadal masculino. Sin embargo, para comprender el impacto total de la restricción es necesario determinar los efectos netos sobre el metabolismo de todo el cuerpo y las enfermedades metabólicas junto con el cortisol. Esto se debe a que los ejes hipotálamo-pituitario testicular e hipotálamo-pituitario suprarrenal que controlan respectivamente la testosterona (principal hormona anabólica en los hombres pero no en las mujeres) y el cortisol (una señal catabólica clave), están entrelazados en su regulación.

2. Sueño, arquitectura del sueño y envejecimiento

El sueño está muy organizado y se divide en períodos de movimientos oculares no rápidos (NREM) y períodos de movimientos oculares rápidos (REM). El sueño NREM se subdivide en 3 etapas (1, 2 y 3).

La etapa 3 del sueño NREM, también llamada sueño de ondas lentas (SWS), ocurre principalmente durante la primera mitad de la noche biológica y es el período que es más metabólico y hormonalmente activo. Por otro lado, el sueño REM ocurre principalmente durante la segunda mitad de la noche biológica y es necesario para la consolidación de la memoria y los sueños vívidos.

La pérdida de sueño o el sueño interrumpido que ocurre en diferentes momentos biológicos afectará de manera diferente la arquitectura del sueño. Dado que estas diferentes etapas probablemente cumplen diferentes funciones, el impacto de la pérdida o interrupción en diferentes momentos de la noche biológica también variará.

La opinión de los expertos sugiere que los adultos de entre 18 y 64 años necesitan de 7 a 9 horas de sueño por noche, mientras que los adultos mayores de 65 años necesitan de 7 a 8 horas, incluidas las siestas. Esto se debe a que la necesidad de dormir disminuye con la edad, pero solo hasta los 60 años, después de lo cual la necesidad de sueño se mantiene estable.

3. Las interrelaciones entre la duración del sueño, testosterona y envejecimiento

> 3.1 Testosterona y envejecimiento

Muchos estudios epidemiológicos longitudinales y transversales de múltiples poblaciones en todo el mundo han demostrado inequívocamente que la testosterona disminuye con la edad en los hombres. Muchas de las características del envejecimiento como el aumento de grasa, la resistencia a la insulina, las caídas y fracturas, la disminución de la masa y fuerza muscular, el rendimiento físico, la densidad mineral ósea, la función eréctil y la libido, también recuerdan la deficiencia de andrógenos cuando se consideran en su conjunto.

Las investigaciones clínicas en hombres sanos han revelado múltiples alteraciones en el eje hipotálamo-pituitario-testicular envejecido. Estos cambios regulatorios incluyen:

(1) Pulsos de hormona luteinizante (LH) de menor amplitud que sugieren un impulso reducido de la hormona liberadora de gonadotropina (GnRH) y/o una inhibición excesiva de los esteroides sexuales.

(2) Pulsos de LH más frecuentes y patrones menos ordenados de liberación de LH, lo que apunta a una retroalimentación negativa reducida.

(3) Respuesta de LH conservada a pulsos de GnRH exógenos, que revela una capacidad de respuesta gonadotrópica intacta.

(4) Reducción de la secreción de testosterona diaria pulsátil y total.

(5) Alteración de la secreción de testosterona en respuesta a concentraciones elevadas de LH endógena (estimuladas por flutamida, tamoxifeno, GnRH o anastrozol) y pulsos infundidos de LH humana recombinante.

Estas alteraciones regulatorias sugieren que la disminución de testosterona en hombres mayores refleja una falla en múltiples sitios del eje GnRH-LH-testosterona.

De acuerdo con este modelo conjunto, la explicación más parsimoniosa de los datos disponibles en humanos es que el envejecimiento disminuye el flujo de salida de GnRH hipotalámico, altera la respuesta testicular a los pulsos de LH y disminuye la retroalimentación androgénica negativa.

> 3.2 Duración del sueño, testosterona y envejecimiento

Una relación consistente entre la duración del sueño y la testosterona no ha sido evidente en grandes estudios en personas mayores sanas.

Todos los estudios, cuando se examinaron colectivamente, muestran que la restricción del sueño disminuye la testosterona. Una limitación importante es que la mayoría de estos evaluaron la testosterona solo por la mañana. Otro condicionamiento es que solo 3 han examinado la testosterona de 24 horas, y de estos, uno fue confundido por el ejercicio extenuante, que se sabe que aumenta la testosterona. En consecuencia, la comprensión de las diferencias horarias del día también es necesariamente limitada.

Solo un estudio ha examinado el efecto de manipular el sueño en una cohorte que incluía específicamente a hombres mayores. En este trabajo, 18 hombres mayores sanos (edad promedio 63,9 ± 4,0), así como 17 adultos varones jóvenes sanos (edad promedio 24 ± 2,9 años) se sometieron a una privación total del sueño (vigilia nocturna completa) y 8 hs de sueño nocturno regular en orden aleatorio. Se tomaron muestras de sangre a una frecuencia lo suficientemente alta (cada 10 minutos) para permitir cálculos imparciales, precisos y validados. Las características del pulso contienen información que es crucial para la señalización entre las glándulas endocrinas. También se tomaron muestras de sangre durante un período completo de 24 horas para permitir la evaluación de la hora del día y los efectos diurnos.

Mientras que las concentraciones de testosterona de 24 hs, mañana y tarde, disminuyeron tanto en hombres mayores como jóvenes debido a la restricción del sueño, una interacción significativa entre el grupo de edad y la condición del sueño reveló que la restricción disminuyó la frecuencia del pulso de testosterona y la secreción pulsátil solo en hombres mayores.

Las concentraciones de LH de veinticuatro horas y las características del pulso no cambiaron a pesar de estos cambios en la testosterona. Sin embargo, por la mañana pero no por la tarde, la concentración de LH, la secreción pulsátil y la masa por pulso se redujeron por la restricción del sueño tanto en hombres jóvenes como mayores.

4. Las interrelaciones entre la duración del sueño, cortisol y envejecimiento

> 4.1 Cortisol y envejecimiento

El ritmo de 24 horas de cortisol expresado en humanos es impulsado por el marcapasos circadiano central ubicado en el núcleo supraquiasmático. Este ritmo es importante para su acción porque se reconoce que el cortisol, no la melatonina, es la clave metabólica como señal de sincronización central.

La administración experimental de glucocorticoides sincroniza los relojes periféricos ubicados en el hígado, los músculos y el tejido adiposo, que son los principales sitios de almacenamiento de glucógeno, proteínas y grasas, respectivamente, así como otros órganos metabólicamente relevantes, como el páncreas y el intestino.

Por lo tanto, se requiere comprender el patrón de cortisol de 24 horas, y no solo los niveles promedio. La documentación de estos cambios requiere un muestreo de alta fidelidad de los patrones de cortisol circulante durante un día completo en grandes cohortes con amplios rangos de edad.

Estos hallazgos son muy relevantes porque la hipercortisolemia durante las últimas horas de la tarde y las primeras horas de la noche es dañina y se cree que causa la resistencia a la insulina que se observa con la edad avanzada, perjudica el rendimiento físico y desencadena déficits neurocognitivos.

Solo un estudio examinó el efecto de la edad sobre las características secretoras de cortisol pulsátil. Estos análisis muestran que la frecuencia del pulso de cortisol fue mayor, la vida media del cortisol fue más corta y la secreción basal fue menor en las mujeres en comparación con los hombres, mientras que la secreción de cortisol total y pulsátil no difirió según el sexo.

> 4.2 Duración del sueño, cortisol y envejecimiento

Estudios sugieren que la duración del sueño no influye en el cortisol de 24 horas. Por otro lado, la corta duración del sueño autoinformada recurrente se asocia con el desarrollo de cortisol salival más alto al final de la tarde o al acostarse, después de 10 años de seguimiento en una gran cohorte de  adultos con una edad inicial de 35 a 55 años. Estos datos epidemiológicos muestran que el efecto de dormir poco puede estar en un momento específico del día (es decir tarde y temprano en la noche) donde los niveles más altos de cortisol resultan en daño metabólico, sin ningún impacto en el cortisol de 24 horas.

 

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