Entrevista al Dr. Antonio Coca Payeras (España) | 19 SEP 22

“No hay enfermedad o dolencia que sea más frecuente que la hipertensión”

El médico y catedrático, con 50 años de trayectoria en el campo, indicó que más allá de los avances y de los tratamientos excelentes, el control de la presión arterial sigue siendo un desafío por múltiples causas.
Autor/a: Celina Abud Fuente: IntraMed 

El control de la presión es un desafío, incluso para los países donde el tratamiento está cubierto al 100%. Así lo expresa el Dr. Antonio Coca Payeras, catedrático honorario de Medicina Interna de la Universidad de Barcelona y Executive-Officer del Council de la European Society of Hypertension, responsable de las Relaciones Internacionales con Latinoamérica.


El médico que cuenta con 50 años de trayectoria en su campo y colabora intensamente con distintas sociedades científicas de nuestro continente, entre ellas la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA), habla sobre los principales progresos en el tratamiento de la hipertensión, las asignaturas pendientes y los múltiples factores que influyen en el éxito de su control.

¿Cuándo y por qué motivos decidió especializarse en hipertensión?

Casi todos los internistas, cuando empezamos a ejercer nuestra especialidad, tenemos un sesgo hacia las enfermedades autoinmunes, pero entendí que la hipertensión arterial es también una enfermedad sistémica, que afecta a todas las estructuras del organismo, porque todos los órganos y tejidos están irrigados por arterias. Poco antes de la década de 1980, cuando iniciaba mi especialidad empecé mi tesis doctoral con un tema de hipertensión. Tenía una muy buena formación en fisiología y como me gustaba saber sobre mecanismos (por qué ocurren las cosas) me centré en analizar mecanismos moleculares sobre por qué la sal producía aumentos de presión. En aquella época había un movimiento entre los científicos (principalmente bioquímicos y fisiólogos) que estudiaban los mecanismos transmembrana de los movimientos de sodio, entre ellos el profesor Ricardo Garay, que fue un gran maestro argentino que trabajaba en París. Mi tesis era sobre los mecanismos que él estaba estudiando y, tras leer los resultados, me invitó a trabajar con él. Ese fue el inicio de mi guía científica en el campo de la hipertensión y nunca más lo dejé.

¿Por qué supone que el control de la presión arterial en el mundo todavía es escaso?

La hipertensión afecta a un tercio de la humanidad, no hay enfermedad o dolencia que sea más frecuente. Cuánto más avanzada es la edad, o cuanto más se vive en un grupo social, mayor es la prevalencia. Cuando uno analiza países donde la longevidad es muy alta, las cifras son altas, porque la mayor parte de la población anciana es hipertensa. Dicho esto, hay que saber que las cifras elevadas de presión se relacionan con un acortamiento de la  expectativa de vida y la aparición de episodios cardiovasculares, por lo tanto, hay que tratarla. Y para ese fin disponemos de un arsenal terapéutico magnífico. Durante los últimos 40 años, en lo que más se avanzó en medicina cardiovascular fue en el progreso del tratamiento de hipertensión. Tenemos medicamentos maravillosos prácticamente sin efectos adversos que pueden normalizar la presión y sin embargo menos de la mitad de la población tiene valores normales. Es ahí donde uno tiene que preguntarse por qué. Y eso es muy difícil de responder. Yo creo que en los países donde la sanidad pública cubre el 100% del tratamiento (en los países occidentales de Europa), el tema económico no es el problema. Pero sí lo es en los países en vías de desarrollo, donde no siempre se garantiza la accesibilidad al médico, a los medicamentos y el acceso a los mejores medicamentos. Tener que tratarse con medicamentos desfasados es un problema. Pero aún en las sociedades occidentalizadas, el control de la presión no es óptimo. En España, de todos los pacientes que son controlados por médicos de atención primaria, alrededor de un 60% tiene la presión normalizada, mientras que el otro 40% no la tiene a pesar de recibir medicamentos. Ese es el reto al que nos enfrentamos hoy en día.

¿Qué podemos hacer para mejorar estos controles?

Podemos hacer muchas cosas, algunas de ellas no muy fáciles. Por una parte, para los países en vías de desarrollo con escasos recursos económicos, no hay otra opción que intentar ayudar a la población menos favorecida para que pueda tener acceso a los medicamentos. Es un tema de salud pública, una decisión política de los gobiernos al cual los médicos difícilmente le podemos dar solución. Los que sí podemos hacer nosotros es seguir concienciando sobre lo importante que es que los pacientes se traten bien, que no se tomen las pastillas cuando ellos crean que tienen la presión alta y que cuando crean estar bien no la tomen. Esto es grave, porque la hipertensión es asintomática. Uno puede tener valores de presión altísimos y sentirse perfecto, eufórico. Hay otra gente muy sensible que atribuye cualquier anomalía de su cuerpo a la presión alta y a lo mejor son normotensos que toman una pastilla sin necesitarla. Hay que dejar en claro que quien es hipertenso de verdad, su presión no va a fluctuar de un día para el otro y necesita tomar una medicación constante. Al principio los pacientes lo hacen por susto, pero pasan los meses,  se sienten bien y se olvidan. Además hay otro problema para el cual los médicos podemos hacer mucho: intentar reducir al mínimo posible la cantidad de comprimidos recetados para favorecer la adherencia. En hipertensión arterial tenemos combinaciones fijas de hasta tres medicamentos en un solo comprimido, que son fantásticas. Estas combinaciones son fundamentales para los pacientes multitratados, por ejemplo la población anciana que al tomar tantos comprimidos puede decir: “hoy me tomaré menos y salteo los del colesterol o los de la presión”. Si nosotros reducimos al máximo el número de comprimidos favorecemos la adherencia. El cuidar mucho las prescripciones es un tema fundamental que tratamos de transmitir en los congresos a los médicos más jóvenes.

¿Cuáles son los logros hasta el momento en el control de la presión arterial?

Hemos avanzado muchísimo. En España, durante los años 90, cuando ya teníamos múltiples medicamentos a disposición, la tasa de control de pacientes atendidos por médicos generalistas no llegaba al 13%. Eso significaba que de cada 10 pacientes que estaban medicados para la hipertensión, solo había 1 o 1,3 en promedio que tenía la presión normal. Eso denotaba que los médicos prescribían, pero no se preocupaban de que el medicamento fuera muy efectivo. Los pacientes tampoco se ocupaban de tomar la pastilla cada día. Al detectar este problema, desde las sociedades científicas iniciamos programas destinados a concienciar a la población y a los médicos para intensificar el tratamiento si el paciente no estaba controlado, porque si con un único medicamento antihipertensivo los pacientes no estaban normalizados, había que asociarle un segundo antihipertensivo o, tres según el caso. Eso nos ha costado años. Pero desde los ’90 hasta el 2013 nosotros pasamos del 13% al 60% de control, aunque aún nos queda un 40% difícil de normalizar. Como se pueden imaginar, en algunos países de más bajos ingresos (es el caso de países de Latinoamérica) las tasas de control son inferiores, porque se suma la dificultad del acceso a las prestaciones sanitarias y a los medicamentos.

 

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