Escepticemia por Gonzalo Casino | 09 SEP 22

Historias de ciencia

Sobre la aplicación del arte del relato a la comunicación científica
Autor/a: Gonzalo Casino 

El arte de contar historias no está ni más ni menos de moda que en la profunda prehistoria. Contar historias es una habilidad que nos viene de serie y que se ha valorado desde siempre. Los relatos ayudaron a modelar el cerebro de nuestra especie y a convertirnos en lo que somos. Esto es algo que tienen cada vez más claro paleontólogos, biólogos evolucionistas, genetistas y otros científicos que tratan de conocer nuestros orígenes. Lo que está de moda no es, por tanto, esta habilidad, sino más bien sus nuevos usos y escenarios, o quizá tan solo las nuevas denominaciones.

El storytelling, un nuevo nombre para el viejo arte de contar historias, ha vivido un cierto auge con las series de televisión y para vender todo tipo de bienes y servicios. Los relatos personales ayudan a llamar la atención, despertar emociones, recordar el mensaje y diferenciarse de la competencia. Los storytellers y los copywritters, redactores de textos persuasivos que incluyen historias personales y usan herramientas como el email marketing, son dos de los nuevos perfiles del contador de historias, aunque la novedad tenga más que ver con el nombre y los canales y herramientas que usan.

Conozco a un periodista freelancer que harto de la precariedad y frustrado por el declive de los medios, empezó a usar su talento para contar otro tipo de historias, no necesariamente basadas en hechos. En su tarjeta profesional cambió el devaluado perfil de periodista por el de storyteller, y empezó a ver cómo se le abrían más puertas y perspectivas laborales. Este podría ser material para una bonita historia de frustración y penalidades con un golpe de suerte y final feliz, pero no es cuestión de generalizar con una anécdota.

En el periodismo, allá por la década de 1960, muchos reportajes de la emergente información médica arrancaban con una historia personal, generalmente de alguien con una enfermedad grave o desconocida. La fórmula incluía testimonios y aportaba ese factor humano que despierta emociones y empuja a seguir leyendo. El problema de este recurso, utilizado luego en otros tipos de periodismo y del que quizá se ha abusado, está precisamente en su eficacia emocional, lo que puede desenfocar la realidad y magnificar un problema si no se aportan datos de contexto para cuantificarlo.

 

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