Reprcusiones sociales, laborales, sanitarias | 17 JUN 09

Las profesiones que más perjudican a la piel

Casi el 20% de los afectados causaron baja por enfermedad a largo plazo.

LAURA TARDÓN

Los obreros metalúrgicos, los de la construcción, el personal de peluquería, de la hostelería y la limpieza o los profesionales sanitarios son quienes más sufren afecciones en la piel de sus manos y, la mayoría de las veces, se trata de un eccema crónico. A pesar de sus repercusiones en el ámbito laboral, los especialistas se quejan de que no existe un registro que confirme las bajas laborales que causa.

Inflamación, enrojecimiento, edema, ampollas, fisuras, picor y dolor incluso para abrocharse el botón de un pantalón. "Sus síntomas clínicos provocan una discapacidad laboral, social y psicológica sustancial que, en muchas ocasiones, termina en periodos prolongados de baja laboral y desempleo, ansiedad, baja autoestima y fobia social", afirma Thomas Ruzicka, del departamento de Dermatología de la Universidad Ludwing-Maximilians (Munich, Alemania) y principal autor de un estudio relacionado con el tratamiento de esta patología.

Según varios estudios, publicados en ''British Journal of Dermatology'' y en ''Journal of Investigative Dermatology'', casi el 20% de los afectados se dio de baja por enfermedad a largo plazo y el 23% perdió su trabajo en los últimos 12 meses debido a esta patología.

Estas cifras demuestran que las personas afectadas no sólo tienen peor calidad de vida en el ámbito personal, también en el laboral. Sólo hay que imaginar el día a día de una peluquera a la que le afecta alguno de los productos químicos que utiliza para dar el tinte, por ejemplo.

En España se sabe que aproximadamente el 10% de la población puede presentar algún episodio de eccema en las manos y en el 7% de los casos, esta patología se convierte en crónica y más severa. Las causas pueden ser varias, pero la más habitual es el contacto con algunos productos químicos, responsables de la alergia de contacto, como pueden ser algunos alimentos (carnes, pescados, frutas o verduras), guantes, aceites, cromo, níquel y sustancias químicas (antioxidantes de la goma).

Cuando se conoce la causa, el primer paso en el tratamiento es evitar el alérgeno causante, lo que dificulta el desarrollo laboral del afectado. En los casos en los que no se encuentra el desencadenante externo, "indicamos cremas hidratantes y corticosteroides locales. Y si no funciona, los generales por vía oral con pautas cortas para evitar los efectos secundarios", señala Luis Conde-Salazar Gómez, jefe de servicio de Dermatología Laboral del Instituto de Salud Carlos III (Madrid).

Ante un brote agudo, también "se utilizan los inmunomoduladores tópicos (pimecrolimus o tacrolimus) asociados a las radiaciones ultravioleta B de banda estrecha como tratamiento de mantenimiento", indica Manuel Fernández Lorente, dermatólogo de la Clínica La Luz (Madrid). Si el eccema es más severo aún, se emplearían inmunosupresores como la ciclosporina o el metotrexato.

 

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