Primaria. La hiperhidrosis primaria es un desorden de origen desconocido sin explicación específica que se presenta en ciertas personas como un “defecto” funcional o como una característica particular. Afortunadamente su incidencia es de sólo uno por ciento en la población general, aunque la cifra podría ser más alta si fuera posible definir la cantidad de sudoración o transpiración normal de un individuo. Partiendo de esta premisa seguramente se detectarían más individuos afectados por esta alteración que aparece en adultos jóvenes, principalmente mujeres, pero también se manifiesta a temprana edad como en la niñez y la adolescencia.
Secundaria. Esta variación puede ser la manifestación de un padecimiento o condición médica establecida, principalmente en enfermedades sistémicas (que afectan a todo el organismo) como las de tipo endocrino (relacionadas con glándulas, por ejemplo, la hipoglicemia e hipertiroidismo); de tipo neurológico como siringomelia y lesiones focales del sistema nervioso central; por abuso de drogas como antidepresivos y antiheméticos; por menopausia; por enfermedades neoplásicas (cáncer) de diferentes tipos; y, condiciones como linfoma de Hodgking, tumores carcinoides y feocromocitoma, además de algunas infecciones crónicas. En la hiperhidrosis secundaria la técnica de Bier puede ser una opción terapéutica bien definida, aunque aún se encuentra en estudio su aplicación. El único tratamiento definitivo para la hiperhidrosis es quirúrgico. De las opciones quirúrgicas para la hiperhidrosis, la simpatectomía torácica endoscópica (ETS) es la más simple, rápida, segura y efectiva; consiste en colocar un clip en el nervio simpático (que está ubicado en la cavidad torácica) o cortarlo con electrocauterio. Con esto, el estímulo nervioso para las glándulas sudoríparas cesa y la sudoración desaparece. El mismo procedimiento es capaz de curar la sudoración (hiperhidrosis) palmar, facial y axilar, y mejorar, o eventualmente aliviar, la hiperhidrosis plantar.
Mecanismo de Acción
Las patologías que producen dolor conducen a disfunción fisiológica, lo que implica excitación neuronal y, como repercusión, desequilibrio autonómico. De ahí se deriva la alteración vascular excesiva, mayor edema, dolor y espasmo muscular y de vasos sanguíneos, ocasionando con ello un círculo vicioso de espasmo-dolor. Esta disfunción primaria se localiza en la unidad capilar, que posee receptores específicos para los analgésicos loca
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