Empecinamiento y Nihilismo terapéuticos | 28 MAY 03

Reflexiones desde la praxis médica y la bioética

Los objetivos de esta presentación son analizar, interpretar y reflexionar desde los campos de la praxis médica y la bioética, la aplicación de los calificativos “encarnizamiento” y “nihilismo” de las acciones médicas.
Autor/a: Dr. Manrique J L 
En la praxis médica

- La oferta médica es producto de razones técnico -científicas,  privativas del galeno y de otras de orden psicológico, sociológico, histórico y cultural del paciente y de la dupla médico - paciente. La utopía modernista mantiene vigente el paradigma de que todo es o será curable. La medicina se plantea en términos bélicos y exitistas. Prima la acción sobre  la reflexión respecto de la utilidad del tratamiento de cada paciente, que busca "atención", "comprensión" o  "cuidado".

Desconoce derrotas reales y victorias transitorias por naturaleza. El concepto de incertidumbre parece incompatible con la época. Las enfermedades crónicas se desdeñan. Las secuelas, efectos indeseados o complicaciones de los procedimientos, se comentan poco, se comunican menos a los interesados y se atribuyen a "curvas de aprendizaje", "causas no relacionadas con la patología en estudio" o "imponderables". La recuperación de las enfermedades agudas ha permitido considerar que la muerte es un proceso mas que un hecho aislado  , pero su ocurrencia se considera paradigma del fracaso y su atención despierta turbulencias  (50,54,55,56) .

Definida como cesación de la vida, la muerte es un fenómeno indudable, cierto y seguro (p = 1) que acontecerá a todo ser vivo. Se la menosprecia como resultado posible de cualquier acción y no existe  posibilidad de predecirla con un 100% de confianza (57)  . Determinar cuándo sucede, admite lecturas humanas, religiosas, biotecnológicas y éticas. Solo existe consenso respecto de la muerte cerebral (59).  Reunidos en el capítulo de fallos terapéuticos (59 ,60) los cuidados paliativos, se consideran labores menores y responsabilidad de otros.

La Sociedad y sus médicos actúan en un escenario donde crean y recrean una comedia de enredos, plagada de desentendimientos y medias verdades (mentiras) producidas por la negación de la realidad. Se conjura lo indeseado por falta de verbalización. Acorralado entre su conciencia, su soberbia, los pares, la sociedad y la justicia, el médico se siente como un funambulista sin red, consciente de que será juzgado con criterio exitista post facto. El resultado es la anomia.

Al médico lo aflige el enfrentamiento con la imposibilidad terapéutica de lo incurable, la inexorabilidad de la muerte o las complicaciones mayores de procedimientos que pudieran comprometer la vida. Le origina angustia, sea porque no puede aceptar la idea de no curar, porque no quiere ser testigo del fin o porque  la muerte de un semejante lo hace consciente de la posibilidad de la propia. La compasión con el paciente, relacionada con vivencias personalísimas, acota las decisiones profesi

 

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