El tromboembolismo venoso es una complicación poco común pero importante, en cuanto a morbimortalidad, durante el embarazo y el puerperio inmediato. Algunos trabajos han reportado que posee una incidencia entre el 1:1000 a 1:2000 embarazos.
El riesgo de padecer tromboembolismo venoso es 5 veces mayor en las mujeres embarazadas que en las no embarazadas de la misma edad. El factor predisponente invariablemente más encontrado es el estasis venoso incrementado que conlleva el embarazo.
Los cambios fisiológicos asociados al embarazo resultan en un incremento en la distensibilidad y capacidad venosa. Estas modificaciones se hacen evidentes desde el primer trimestre del embarazo. La compresión del útero grávido torna particularmente vulnerable a las trombosis a todo el sistema venoso de las extremidades inferiores. Factores independientes obstétricos también han sido asociados a un riesgo aumentado de enfermedad tromboembólica: reposo en cama durante el embarazo o el puerperio, parto por cesárea o asistido mediante instrumentos, hemorragias, sepsis, multiparidad y edad materna avanzada.
El embarazo normal se asocia también con alteraciones marcadas de las proteínas de la coagulación y el sistema fibrinolítico. Los niveles de los factores de coagulación II, VII y X, se incrementan substancialmente hacia la mitad del embarazo
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