La documentación de información médica se remonta a más de 3000 años atrás, cuando civilizaciones antiguas registraban historias clínicas en papiro, tablillas de arcilla y huesos. Sin embargo, la evolución hacia los registros electrónicos de salud (EHR, por sus siglas en inglés) marcó un hito.
Desde su concepción en la década de 1960 —con el objetivo de mejorar el almacenamiento, recuperación y gestión de datos de pacientes—, los EHR han pasado de ser herramientas administrativas a convertirse en pilares fundamentales para la investigación médica, la vigilancia en salud pública y la toma de decisiones clínicas basadas en evidencia.
En sus primeras etapas, los EHR se utilizaban principalmente como herramientas de facturación, con capacidades limitadas para apoyar flujos clínicos. Sin embargo, a principios de los años 2000, su funcionalidad se expandió gracias a iniciativas pioneras como:
- El registro médico orientado a problemas (POMR, por sus siglas en inglés), introducido por Lawrence Weed, que organizaba los datos del paciente según problemas específicos, facilitando su uso en investigación y docencia médica.
- El Regenstrief Medical Record System (RMRS), que permitió el almacenamiento y la recuperación electrónica de datos, sentando las bases para los sistemas modernos de EHR.
Estos avances permitieron el diseño de ensayos aleatorizados y estudios observacionales, aunque inicialmente limitados a sistemas de salud individuales y con datos clínicos restringidos. La incorporación de imágenes digitales (DICOM) en los EHR también facilitó el seguimiento de casos y la realización de estudios retrospectivos.
Con la llegada de la Ley HITECH (2009) se aceleró la digitalización de registros médicos en EE. UU., generando un vasto repositorio de datos útiles para investigación. Durante esta década, los EHR se consolidaron como fuentes primarias para:
- Estudios de cohortes a gran escala, que evaluaron patrones de enfermedades, eficacia de tratamientos y resultados en pacientes.
- Ensayos clínicos pragmáticos (PCT), diseñados para evaluar intervenciones en entornos clínicos reales, reduciendo la brecha entre la evidencia generada en ensayos controlados y la práctica clínica cotidiana.
- Análisis de datos de reclamos vinculados a EHR, que permitieron medir el uso de recursos y costos en salud, esenciales para evaluaciones de costo-efectividad.
La pandemia de COVID-19 aceleró el uso de EHR para vigilancia en tiempo real, investigación comparativa de efectividad y medicina de precisión. Algunos hitos clave incluyen:
- Identificación temprana de factores de riesgo: Estudios retrospectivos en China y EE. UU. utilizaron EHR para describir características clínicas, patrones de transmisión y grupos vulnerables, guiando políticas de salud pública.
- Evaluación de intervenciones: Los EHR permitieron comparar la efectividad de equipos de protección personal, estrategias de distanciamiento social y protocolos de tratamiento, incluso en poblaciones diversas.
- Vigilancia global: Países como Reino Unido (OpenSAFELY), Corea del Sur y Alemania integraron EHR en sistemas nacionales para monitorear hospitalizaciones, ocupación de UCI y distribución de vacunas.
Además, los EHR revelaron el impacto de los determinantes sociales de la salud en los resultados de COVID-19, evidenciando disparidades en grupos con menor acceso a servicios de salud o condiciones crónicas.
A pesar de los avances, persisten barreras. La heterogeneidad en la recolección y codificación de información limita la comparabilidad entre estudios. Por otro lado, la interoperabilidad continúa en falta, pues no hay sistemas integrados en todos lados y eso dificulta el intercambio de datos entre instituciones y países. La privacidad y la seguridad siguen siendo preocupantes. El manejo de datos sensibles requiere marcos regulatorios sólidos y tecnologías avanzadas de cifrado.
Los EHR seguirán siendo esenciales para la medicina personalizada, la investigación translacional y la respuesta a emergencias sanitarias, siempre que se aborden estos desafíos con políticas públicas y avances tecnológicos.
La evolución de los EHR en los últimos 25 años refleja su transición de simples repositorios de datos a herramientas dinámicas que impulsan la investigación médica, la innovación clínica y la equidad en salud. Su papel durante la pandemia de COVID-19 demostró su valor estratégico, pero también subrayó la necesidad de mejorar la interoperabilidad, la calidad de datos y la protección de la privacidad.
El futuro de los EHR dependerá de cómo la comunidad global aborde estos desafíos, asegurando que la tecnología siga al servicio de la salud pública y la ciencia médica.