El ayuno se define como la abstinencia voluntaria de los alimentos durante un período determinado. Aunque tradicionalmente está asociado a propósitos religiosos, la práctica ha ganado relevancia hoy en día como estrategia nutricional, principalmente por su capacidad de generar una restricción energética acumulada. El ayuno se utiliza como alternativa a la restricción calórica continua, especialmente dadas las dificultades que muchos individuos enfrentan para cumplir con dietas estructuradas bajo parámetros estrictos. |
La adherencia a una restricción calórica del 30 % suele mantenerse durante los primeros tres meses de la intervención; sin embargo, la adhesión disminuye progresivamente, alcanzando solo una restricción del 9,5 % después de 12 meses, lo que compromete la sostenibilidad de los efectos clínicos.
En este contexto, el ayuno intermitente ha surgido como una intervención dietética popular, en la que la popularidad se difunde principalmente a través de las redes sociales, donde se destacan sus beneficios potenciales para la pérdida de peso. Sin embargo, siguen existiendo preguntas sobre su eficacia a largo plazo, la viabilidad en términos de adherencia y los efectos en las variables cardiometabólicas. La escasez de revisiones comparativa rigurosas significa que existe incertidumbre en torno a si alguna forma de ayuno intermitente es superior, inferior o equivalente a la restricción calórica continua en términos de eficacia clínica.
Para hacer frente a esta brecha, un metanálisis en red realizado por Semnani-Azad y colaboradores, publicado en The BMJ, proporciona evidencia relevante al sintetizar los hallazgos de 99 ensayos clínicos aleatorizados que compararon la restricción calórica continua y las dietas ad libitum con cualquiera de las tres modalidades principales de ayuno intermitente:
- Ayuno en días alternos.
- Alimentación con restricción horaria.
- Ayuno en días completos.
Los resultados muestran que todas las estrategias produjeron reducciones significativas de peso en comparación con las dietas ad libitum.
El ayuno en días alternos fue la única intervención con reducciones adicionales del peso corporal (-1,29 kg), índice de masa corporal y ciertos parámetros lipídicos en comparación con la restricción calórica continua, aunque con efectos pequeños y moderada certeza según el sistema GRADE. Estas diferencias no alcanzaron el umbral de relevancia clínica preespecificado de al menos 2 kg definido para individuos con obesidad. Sin embargo, los ensayos aleatorizados han demostrado que el ayuno en días alternos puede inducir pérdidas de peso más sustanciales (alrededor de 4-6 kg en 8-12 semanas), acompañada de reducciones en la grasa visceral y las mejoras cardiometabólicas, particularmente en adultos con obesidad o disfunción metabólica asociada a la enfermedad hepática esteatósica (previamente conocida como enfermedad hepática grasa no alcohólica).
El valor de este estudio no radica en establecer una estrategia universalmente superior, sino en posicionar al ayuno en días alternos como una opción adicional dentro del repertorio terapéutico. La búsqueda de una dieta ideal aplicable a toda la población es un enfoque reduccionista que ignora la necesidad de intervenciones personalizadas. La elección del esquema dietético debe considerar la historia clínica, las preferencias alimentarias, el contexto psicosocial y la viabilidad de la adherencia sostenida.
La población incluida en el análisis de Semnani-Azad y colaboradores abarcó a adultos con sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 1 y 2, síndrome metabólico y enfermedad hepática esteatosica asociada a la disfunción metabólica, lo que confiere al ayuno intermitente un amplio alcance clínico. Esta estrategia tiene más relevancia, teniendo en cuenta que, según la Organización Mundial de la Salud, en 2022 aproximadamente 2500 millones de adultos (el 43 % de la población adulta mundial) tenían sobrepeso y unos 890 millones (16 %) vivían con obesidad.
Una limitación metodológica relevante es que muchas comparaciones, especialmente aquellas que incluyen ayuno en días alternos, se realizaron contra dietas ad libitum, que, aunque sin restricción calórica explícita, pueden incluir recomendaciones nutricionales generales. En este contexto, cualquier intervención estructurada, incluida la restricción calórica continua, podría mostrar beneficios derivados no solo del patrón dietético, sino también de la educación profesional, de planificación y nutrición.
La calidad de la dieta durante los días de alimentación libre podría afectar los resultados del ayuno en días alternos; sin embargo, esta asociación no ha sido evaluada sistemáticamente en ensayos clínicos. Se requieren estudios diseñados específicamente para aislar este componente y entender su impacto en los resultados metabólicos.
Asimismo, estudios de menos de 24 semanas reportaron adherencia por encima del 80 %, mientras que los ensayos con seguimientos superiores a 52 semanas mostraron un marcado descenso en la adherencia, especialmente en todo el grupo de ayuno en días completos, con niveles inferiores al 22 % después de un año. En este sentido, el objetivo clínico no debe centrarse únicamente en la pérdida de peso o las mejoras metabólicas puntuales, sino en fomentar cambios sostenibles en el tiempo.
El ayuno intermitente no tiene como objetivo sustituir otras estrategias dietéticas, sino integrarlas y complementarlas dentro de un modelo de atención nutricional integral y centrado en el paciente.
5 puntos clave sobre ayuno intermitente y evidencia clínica
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