Investigadores del Karolinska Institutet, la Universidad de Oxford y la Universidad de Copenhague han demostrado que los niveles elevados de lípidos conocidos como ceramidas pueden estar asociados con un riesgo diez veces mayor de muerte por enfermedad cardiovascular. El tratamiento con liraglutida podría mantener controlados los niveles de ceramida, en comparación con el placebo. Los resultados se han publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology.
Aproximadamente el 16 por ciento de la población sueca sufre de obesidad (IMC superior a 30), que es uno de los mayores factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares como infarto de miocardio y accidente cerebrovascular. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad en todo el mundo, con más de 17 millones de muertes al año.
"Comprender el vínculo entre la obesidad y las enfermedades cardiovasculares es importante y puede abrir el camino hacia el desarrollo de nuevas terapias", dice el docente investigador principal Craig Wheelock en el Departamento de Bioquímica Médica y Biofísica del Karolinska Institutet.
La grasa se ha considerado tradicionalmente como un simple tejido de almacenamiento, pero en los últimos años se ha demostrado que es un "laboratorio bioquímico" capaz de producir moléculas de señalización que ejercen potentes funciones biológicas. Entender cómo los adipocitos producen y liberan estas moléculas abre la posibilidad de reprogramarlas con el objetivo de prevenir futuras incidencias de enfermedades cardiovasculares.
Aplicando un método de espectrometría de masas llamado metabolómica, el Laboratorio Wheelock pudo medir los niveles de múltiples metabolitos secretados por dos tipos de tejido graso humano.
La grasa que se acumula alrededor del corazón en individuos obesos secreta diferentes metabolitos en relación con la grasa subcutánea. En particular, el tejido adiposo torácico (que rodea el corazón) de las personas obesas secreta niveles más altos de ceramidas, un tipo de lípido que pertenece a la familia de los esfingolípidos. En particular, se observaron niveles elevados de una variante lipídica llamada ceramida C16: 0, que se basa en ácido palmítico, una grasa saturada que consta de 16 átomos de carbono. Las ceramidas se encuentran en niveles elevados en las membranas celulares y también son importantes moléculas de señalización.
Los investigadores también pudieron demostrar que las ceramidas secretadas por el tejido adiposo dañaban los vasos sanguíneos humanos al iniciar un proceso llamado estrés oxidativo, que eventualmente puede conducir a ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
"Estos resultados muestran enfáticamente que la grasa no es solo tejido de almacenamiento de energía, sino también una fuente de importantes moléculas bioactivas que pueden tener poderosas funciones inmunomoduladoras", dice Wheelock. "Además, no todos los tejidos son iguales y el tipo de grasa es claramente importante para determinar la función biológica observada".
Para comprender la importancia de los efectos cardiovasculares de las ceramidas, los investigadores estudiaron a 633 pacientes con aterosclerosis, que fueron monitoreados durante más de cinco años. Descubrieron que los niveles elevados de ceramida C16: 0 y su variante glicosilada podrían estar relacionados con un aumento de diez veces en el riesgo de enfermedad cardiovascular mortal, incluso después de controlar otros factores de riesgo, como la edad y el peso. Los resultados fueron consistentes con estudios anteriores de otros grupos de investigación.
"Los resultados sugieren que podría valer la pena incorporar la medición de diferentes tipos de esfingolípidos, tanto en su forma original como en las variantes glicosiladas, para medir mejor el riesgo de ocurrencia de un evento cardiovascular fatal", dice el coautor Antonio Checa, investigadora del Karolinska Institutet que desarrolló la plataforma de esfingolípidos y realizó los análisis.
Los resultados también dieron a los investigadores una razón para examinar si los niveles altos de ceramida en la sangre se pueden reducir de manera efectiva. En la última parte del estudio, se colocó a 32 voluntarios en una dieta baja en calorías durante ocho semanas antes de dividirlos en dos grupos, uno que recibió un placebo y otro que recibió liraglutida, un fármaco análogo al GLP 1 que está aprobado para la tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2.
Ambos grupos continuaron la dieta baja en calorías durante otras 44 semanas. Un año después del inicio del estudio, los niveles de ceramida en sangre habían aumentado significativamente en el grupo de control, mientras que los niveles permanecieron estables en el grupo de liraglutida.
"Los hallazgos más importantes son que sumamos a la evidencia de que existe una correlación directa entre el riesgo de enfermedad cardiovascular mortal y los niveles de ceramida en la sangre, y que esto se puede tratar con un medicamento existente", dice Wheelock.
El estudio fue dirigido y coordinado por el profesor Charalambos Antoniades de la Universidad de Oxford.
"Revelamos por primera vez el papel que juegan las ceramidas como mensajeros que provocan el efecto dañino en los vasos sanguíneos que vemos en la obesidad", dice Charalambos Antoniades. "Esto presenta oportunidades únicas para mejorar el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares".