A diez años de su muerte, México extraña al poeta y ensayista Octavio Paz, Premio Nobel 1990, tal vez el mayor exponente de la literatura del país y uno de los más destacados del siglo pasado en América Latina.
Poeta, ensayista, periodista, pacifista, diplomático, conferencista e incluso dramaturgo, el tiempo no ha menguado la influencia intelectual de Paz en la cultura y en la sociedad mexicanas y sigue siendo considerado como el principal referente intelectual mexicano del pasado siglo.
Pese a que el autor de "El laberinto de la soledad" siempre reconoció al lector de izquierda como su interlocutor natural, la izquierda mexicana parece no haberle perdonado todavía haber abandonado el marxismo en su juventud y su acercamiento a los postulados de la derecha, que hoy, desde el oficialismo, saca mayor provecho de su legado.
Sin embargo, a diferencia de otros intelectuales del siglo pasado, Paz renunció a las prebendas del poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que monopolizó el gobierno y, por tanto, a los apoyos a la cultura durante siete décadas (1929-2000), al dejar su cargo de embajador en India en 1968 tras una matanza estudiantil en octubre de ese año.
El Consejo Nacional de la Cultura homenajeará a Paz con un encuentro que incluirá la presencia del Premio Nobel de Literatura de 1992, el santaluciano Derek Walcott, e intelectuales mexicanos así como con un concierto de música clásica.
A finales de la próxima semana, el IV Encuentro de Escritores Latinoamericanos estará dedicado a Paz, en el marco del Festival de México en el Centro Histórico de la capital en el que participarán más de 40 autores de nueve países de la región.
Los actos conmemorativos ya comenzaron esta semana con la transmisión de programas especiales en radio y televisión, un concierto y la publicación de "Cartas a Tomás Segovia", una obra inédita editada por el Fondo de Cultura Económica.
Los homenajes no se circunscriben a México y en otros países también se ha recordado al autor de "El ogro filantrópico" o "Salamandra", como en Chile, donde la Universidad Católica organizó una serie de conferencias, clases magistrales y un encuentro de escritores.
En España, la Casa de América reunió a varios autores para reflexionar sobre la influencia de Paz en sus respectivas obras.
Cartas a Tomás Segovia
Bibliografía
Octavio Paz Lozano nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914, en medio de la Revolución Mexicana.
Paz fue influenciado desde pequeño por la literatura a través de su abuelo, quien estaba familiarizado tanto con la literatura clásica como con el modernismo mexicano. Durante la década de 1920-30 descubrió a los poetas europeos Gerardo Diego, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, que también influenciaron sus escritos más tempranos. Publicó su primer poema ya como adolescente en 1931, con el nombre Caballera, al cual le añadió un epígrafe del poeta francés Saint-John Perse. Dos años después, a la edad de 19, Paz publicó Luna Silvestre, una colección de poemas. Hacia 1937, Paz ya era considerado el poeta más joven y prometedor de la capital mexicana.
En 1937 terminó sus estudios universitarios y viajó a Yucatán en busca de trabajo en una escuela cercana a Mérida. Ahí comenzó a trabajar en su poema Entre la piedra y la flor (1941, revisado en 1976), el cual describe la situación cultural y el quebranto de la fe del campesino mexicano como resultado de una sociedad capitalista.
En 1937, Paz visita España durante la Guerra Civil Española, mostrando su solidaridad con los Republicanos, cuya ideología política influyó en su obra juvenil, otorgándole una visión preocupada, incluso angustiada, respecto a las condiciones de vida que se daban en su país natal y en España. A su regreso en México, participa como cofundador en una revista literaria llamada Taller en 1938, y escribe en ella hasta 1941. En 1943 recibe la Beca Guggenheim y comienza sus estudios en la Universidad de California, Berkeley en los Estados Unidos de América, y dos años después comienza a servir como diplomático Mexicano, trabajando en Francia hasta 1962. Durante esa estancia, en 1950, escribe y publica El laberinto de la soledad, un innovador estudio antropológico de los pensamientos y la identidad Mexicana.
En 1987 le es otorgado el I Premio Internacional Menéndez Pelayo. En 1990 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Experimentación e inconformismo pueden ser dos de las palabras que mejor definen su labor poética, pero es un poeta difícil de encasillar. Ninguna de las etiquetas adjudicadas por los críticos encaja con su poesía: poeta neomodernista en sus comienzos; más tarde, poeta existencial; y, en ocasiones, poeta con tintes de surrealismo. Ninguna etiqueta le cuadra y ninguna le sobra. En realidad, se trata de un poeta que no echó raíces en ningún movimiento porque siempre estuvo alerta ante los cambios que se iban produciendo en el campo de la poesía y siempre estuvo experimentando, de modo que su poesía acabó por convertirse en una manifestación muy personal y original. Además, se trata de un poeta de gran lirismo cuyos versos contienen imágenes de gran belleza.
Después de la preocupación social, presente en sus primeros libros, pasó a tratar temas de raíz existencial, como la soledad y la incomunicación. Una de las obsesiones más frecuentes en sus poemas es el deseo de huir del tiempo, lo que lo llevó a la creación de una poesía espacial cuyos poemas fueron bautizados por el propio autor con el nombre de topoemas (de topos + poema). Esto es lo que significa poesía espacial: poesía opuesta a la típica poesía temporal y discursiva. Se trata de una poesía intelectual y minoritaria, casi metafísica en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales. En los topoemas, igual que ocurría en la poesía de los movimientos de vanguardia, se le da importancia al poder sugerente y expresivo de las imágenes plásticas. No cabe duda de que en la última poesía de Octavio Paz hay bastante esoterismo, pero, al margen de ello, toda su poesía anterior destaca por su lirismo y por el sentido mágico que el autor da a las palabras.
Son pocos los textos inéditos de Octavio Paz que se han publicado en estos 10 años. Uno nuevo, que reúne 55 cartas que el Premio Nobel de Literatura dirigió al poeta Tomás Segovia, fue presentado por el Fondo de Cultura Económica (FCE). La edición no incluye las respuestas porque Marie José Paz decidió publicar sólo las cartas de su esposo.
Las misivas contenidas en el libro "Cartas a Tomás Segovia" constituyen "un testimonio sobre la amistad, la vocación literaria o la preocupación por México" que unió a los dos literatos, dijo la directora de la editorial Fondo de Cultura Económica, Consuelo Sáizar.
Cartas a Tomás Segovia mantiene la misma dinámica con la que se publicó en 1999 Octavio Paz, memorias y palabras. Cartas a Pere Gimferrer (1966-1997), con las epístolas de Paz a su editor en Seix Barral.
La obra abarca el periodo comprendido entre 1957 y 1985, cuando Tomás Segovia (1927, España) vivió exiliado en París a causa del franquismo, y Paz (1914-1998) era embajador de México en la India.
En conferencia telefónica desde el estado mexicano de Veracruz, el editor Joaquín Díez-Canedo explicó que Marie José Tramini, viuda del autor de "No pasarán", fue la inspiradora de la publicación y quien solicitó las cartas a Tomás Segovia, ganador de los premios Octavio Paz 2000 y Juan Rulfo 2005.
“Las cartas son una especie de bitácora de una serie de proyectos en las que estuvo metido Octavio Paz, desde las cuestiones personales hasta los comentarios más generales sobre la India, la cultura europea, la circunstancia mexicana, lo que después llegó a ser la revista Plural y sobre la poesía de Tomás”.
El libro se empezó a trabajar hace ocho meses, cuando vislumbrando el aniversario por los diez años de la muerte del poeta, Marie Jo Paz recordó la existencia de esta correspondencia porque coincide con el momento en que Octavio Paz en 1964 se reencuentra con ella en París. “Él la había conocido antes porque el primer esposo de Marie Jo fue embajador en la India cuando Octavio Paz era parte de la embajada mexicana”.
Por ese valor sentimental solicitaron a Tomás Segovia las cartas, se capturaron y Marie Jo y Joaquín Díez-Canedo las revisaron una por una; sólo se omitieron algunos pasajes que consideraron muy personales.
El intercambio comenzó cuando Segovia envió a Paz la reseña que había hecho de su obra "El arco y la lira" para la Revista Mexicana de Literatura.
En estas cartas "se empiezan a atisbar preocupaciones que marcarían la segunda etapa de vida del único Nobel de Literatura mexicano" y se vislumbra la evolución del usted al tuteo entre ambos escritores.
“Paz habla de su relación con otros grandes poetas, donde se percibe su admiración, esta capacidad por visualizar anticipadamente una serie de acontecimientos, su obsesión, su amor por el idioma, por el lenguaje, el encuentro con el amor de su vida, su estancia en la India, nos encontramos ante un libro luminoso”, dijo Saízar.
Agregó que el libro muestra un hombre maduro y muy cuidadoso del lenguaje, su relación con el artista André Breton. Sin embargo, por una interrupción de la correspondencia, no se profundiza en el rechazo de Paz a la matanza estudiantil de 1968 en México, por la que a modo de protesta presentó su renuncia como embajador en la India.
Referencias:
Wikipedia