La muerte del doctor Osvaldo H. Curci conmocionó el ámbito forense y universitario, donde el facultativo se desempeñaba desde hacía más de 20 años. Médico pediatra, se especializó en toxicología. Llegó a ser profesor adjunto del Departamento de Medicina Legal y Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Aplicaba sus conocimientos médicos, además de en la academia, diariamente en la Morgue Judicial, pues el médico legista integraba el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
A lo largo de su vasta carrera profesional publicó numerosos libros, artículos en revistas científicas y, hace dos años, escribió el Manual de Toxicología, editado por La Prensa Médica Argentina, libro obligado para los estudiantes y especialistas en la materia.
Fue jefe del Centro Nacional de Intoxicaciones del Hospital Antonio Posadas, de Haedo, y referente indiscutido en cuanto congreso mundial se realizaba en la materia. Presidió la Asociación Toxicológica Argentina, entidad que lo contaba como integrante de la comisión directiva.
Todos los expedientes de los casos policiales más complejos de la historia reciente del país tienen escrito su nombre, pues participó en casi todas las autopsias de homicidios resonantes que ganaron la tapa de los diarios.
Participó activamente en las autopsias realizadas a las víctimas de la tragedia de Cromagnon, en las de Jimena Hernández, María Soledad Morales, Carlos Menem (h.) y en la del soldado Omar Carrasco -cuyo deceso terminó con el servicio militar obligatorio-, entre otros.