Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica

Premio internacional a un joven médico oncólogo de la Argentina

Federico Nasroulah (31) fue distinguido por un estudio sobre el cáncer de piel.

Es uno de esos alumnos ejemplares. Buenas notas, Colegio Nacional de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires. Título de médico con un promedio de 9,34. Pero después de tantos logros, el mayor mérito de Federico Nasroulah es tener ganas de seguir perfeccionándose. A los 31, ya dejó de ser una promesa y podría dejar también su barrio de Palermo para echar nuevas raíces muy lejos, tal vez en estas tierras que hoy lo reciben como a uno de los oncólogos jóvenes más talentosos.

Llegó hace dos días a Atlanta, donde hoy comienza la reunión internacional de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, según sus siglas en inglés), un encuentro de casi 30 mil oncólogos que viajan de todas partes del mundo para enterarse de las malas y buenas nuevas de su disciplina. Vino, con todo pago, gracias a un premio que otorga esa institución (el ASCO IDEA, International Development and Education Award), como incentivo para los profesionales jóvenes de países en desarrollo.

Se lo dan a 15 residentes de distintas naciones. El es el único argentino premiado. "Esto es un halago porque, más allá de la posibilidad de estar presente en el encuentro, el premio también consiste en que te pongan un mentor —un líder de ASCO— que luego del congreso te lleva 3 días a su centro de investigación para observar su práctica. Mi mentora es la doctora Lidia Schapira del Massachussets General Hospital en Boston; el 6 de junio viajo para allá", comenta Federico.

Pero ese no fue el único reconocimiento que recibió por parte de esta Sociedad. También ganó el ASCO Merit Award por un trabajo científico que presentó sobre el melanoma (cáncer de piel). Ese premio se lo dan a los mejores trabajos enviados por residentes de oncología de los Estados Unidos y del resto del mundo. Lo que presentó Federico fue una compleja investigación clínica que se cruza con lo estadístico para dar como resultado una herramienta nueva. Una metodología que sirve para que los médicos puedan separar a sus pacientes según el riesgo.

"Si ves mi currículum y sabés que vivo en Palermo, puede interpretarse que mi camino fue fácil. Pero soy de una familia de clase media de profesionales. Mi papá, que falleció hace 13 años, era abogado y mi madre es economista. Al morir papá, mi mamá hizo todo lo posible para que mi hermana (psicóloga, de 24 años) y yo nos dedicáramos a estudiar. No fue fácil. Ella me ayudó a cumplir mi objetivo, porque yo siempre quise ser médico", relata Federico.

¿Por qué el cáncer? "Desde chico me llamó la atención eso de pensar qué le pasaba a una determinada célula para perder el control y multiplicarse y diseminarse de la manera en que lo hace esta enfermedad", explica.

Da curiosidad saber cuáles fueron los pasos que siguió desde que era apenas un estudiante brillante hasta convertirse en este destacado profesional que nunca estuvo en Boston y habla de esa ciudad con el arrobamiento de un turista japonés.

Cuando terminó el secundario estaba seguro de que lo suyo era la medicina. Pero lo que terminó por definir su vocación oncológica fue su paso por el Hospital de gastroenterología Udaondo. Allí conoció al jefe del servicio de Oncología, Enrique Roca. "Cuando vi su práctica médica, me di cuenta de que eso era lo que yo quería hacer", puntualiza el joven oncólogo. Después terminó su residencia en el Hospital de Clínicas, es decir, se formó primero como médico clínico y luego se metió de lleno en su disciplina en el Instituto Alexander Fleming, donde estuvo cara a cara con Reinaldo Chacón, uno de los médicos más prestigiosos en ese ámbito.

A Nasroulah el lunes próximo le abrirán las puertas del máximo centro de convenciones de Atlanta para que a partir de la una de la tarde se pare frente a sus pares de todo el mundo. Y les hable de igual a igual.