Creen que esta particularidad ayuda a explicar por qué altas dosis de vitamina C han fracasado como terapia experimental del cáncer. Al ser una sustancia antioxidante, ayuda a neutralizar los radicales libres. Por ello se pensaba que podría ser útil frente los procesos oncológicos. No obstante, los estudios realizados que han barajado y analizado esta posibilidad no han obtenido resultados positivos.
Lo que han descubierto ahora es que promueve el daño del ADN mediante un aumento de genotoxinas. En concreto, los autores indican que esos radicales libres contra los cuales lucha la vitamina C pueden acabar deteriorando el ADN directamente o convirtiendo ciertos ácidos grasos en genotoxinas. En tubos de ensayo, los científicos de Pennsylvania han visto que la propia vitamina también da lugar a la producción de esas toxinas a partir de los ácidos grasos.
Como mensaje dirigido a la población, los autores dicen que hay que tener en cuenta que, por regla general, la vitamina C es beneficiosa, pero puede dejar de serlo si se ingiere en dosis demasiado elevadas. De este modo, su consejo es adquirirla mediante una dieta equilibrada rica en fruta y verdura.
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