Introducción |
La irritabilidad, definida como baja tolerancia a la frustración y caracterizada por arrebatos de ira y mal genio, es un síntoma del estado de ánimo común, estable y perjudicial en la juventud y una de las razones más frecuentes para derivar a tratamiento. La irritabilidad es un criterio para varios trastornos emocionales y del comportamiento, incluyendo trastorno depresivo mayor (TDM), trastorno de ansiedad generalizada (TAG) y trastorno oposicionista desafiante (TOD), y es la característica cardinal del trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
Estudios longitudinales hallaron que la irritabilidad crónica en escolares y adolescentes predice trastornos emocionales, específicamente trastornos depresivos y de ansiedad, y suicidalidad en la edad adulta. La irritabilidad juvenil también se ha asociado con deterioro funcional significativo, incluso en ausencia de trastornos psiquiátricos, con menos logros educativos y económicos. Además, se ha relacionado con la externalización de problemas de conducta en jóvenes lo que puede explicar la comorbilidad entre los trastornos de internalización y externalización y el vínculo entre el TOD en la juventud y la depresión en la adultez.
En base a los hallazgos en jóvenes mayores, los autores observaron que la irritabilidad crónica predecía depresión a los tres años y trastorno oposicionista desafiante (TOD) y funcionamiento deficiente a los seis años, por encima de la psicopatología basal. Aunque la irritabilidad es relativamente común en la primera infancia, estos hallazgos proporcionan evidencia convincente de que la irritabilidad frecuente en la primera infancia es útil para identificar a los niños de alto riesgo.
En este artículo, se pretende ampliar los hallazgos probando las asociaciones longitudinales entre irritabilidad preescolar y resultados clínicos a los nueve años. El objetivo principal fue examinar si la irritabilidad crónica evaluada a los tres años predice trastornos y síntomas psiquiátricos, deterioro funcional y uso de servicios a los nueve años. Se planteó la hipótesis de que la irritabilidad crónica preescolar predeciría prospectivamente la depresión, la ansiedad y los trastornos conductuales disruptivos (TCD) a los nueve años. También predeciría una mayor discapacidad funcional y uso de servicios a esa edad, incluso después considerar los trastornos psiquiátricos basales. Además, se evaluó si las asociaciones entre irritabilidad preescolar y resultados clínicos a los nueve años diferían según el género.
Método |
El Estudio de Temperamento de Stony Brook es un estudio longitudinal que investigó el rol del temperamento temprano en el desarrollo de trastornos psiquiátricos. Para ello se reclutaron familias con niños de tres años sin problemas médicos significativos o discapacidades del desarrollo. Ingresaron 541 familias, y 446 participaron en el seguimiento a los nueve años.
A los 3 años se evaluaron potenciales trastornos psiquiátricos, utilizando la Evaluación Psiquiátrica en Edad Preescolar (EPEP). Los trastornos incluyeron cualquier TDM (trastorno distímico, trastorno depresivo no especificado [TDNE]); cualquier trastorno de ansiedad (fobia específica, ansiedad por separación, fobia social, TAG, agorafobia, mutismo selectivo); déficit de atención/hiperactividad (TDAH) y TOD. Se utilizaron seis ítems de la EPEP para evaluar la irritabilidad preescolar: 1) estado de ánimo irritable (sección de depresión), 2) sentimientos de ira/mal humor bajo provocación menor (sección de depresión), 3) demostraciones de ira bajo provocación menor (sección de depresión), (4) sentimientos de frustración bajo provocación menor (sección de depresión), 5) episodios discretos de temperamento sin violencia (sección TOD), y 6) episodios discretos de temperamento excesivo, manifestado por gritos, llantos o patadas, y/o con violencia/daño (sección TOD). Los ítems de EPEP se calificaron según su intensidad, frecuencia y duración.
La evaluación a los nueve años incluyó una entrevista a los padres y al niño utilizando el Kiddie-Schedule of Affective Disorders and Schizophrenia–Present and Lifetime (K-SADS-PL en inglés). Las calificaciones resumidas para cada síntoma se derivaron en base a la combinación de los informes de padres y niños. Se derivaron diagnósticos para cualquier trastorno depresivo (TDM, trastorno distímico, trastorno depresivo-TDNE); cualquier trastorno de ansiedad (fobia específica, fobia social, ansiedad por separación, TAG, pánico, agorafobia, obsesivo compulsivo, estrés postraumático, estrés agudo, trastorno de ansiedad-TDNE); cualquier TCD (TOD, trastorno de conducta, TCD-TDNE); y cualquier TDAH (TDAH-falta de atención, hiperactividad o tipo combinado, TDAH-TDNE).
Padres y niños también completaron el Inventario de Depresión Infantil (IDI) y la Evaluación para trastornos relacionados con la ansiedad infantil (SCARED) para evaluar síntomas depresivos y de ansiedad en los niños, respectivamente.
El entrevistador de K-SADS completó la Escala de Evaluación Global Infantil (EEGI), que permite una medida global del nivel de funcionamiento de los niños. Las puntuaciones van de 0 a 100, donde 0 indica el peor funcionamiento y 100 indica funcionamiento superior. El deterioro también se calificó en varios dominios (relación con los padres, actividades domésticas y recreativas, relaciones con hermanos y compañeros, vida escolar, satisfacción general) en una escala de 5 puntos que va desde 0 (muy buen funcionamiento/sin deterioro) a 4 (muy mal funcionamiento/deficiencia grave) y promediado entre dominios para una calificación total. El mismo entrevistador evaluó si el niño alguna vez recibió psicoterapia o se le recetó medicación psicotrópica para un problema de salud mental, y la edad de inicio del tratamiento.
Resultados |
El sexo, la edad del niño, y la educación parental se examinaron como covariables. Los niños tuvieron más probabilidades de cumplir con los criterios para TDAH y TCD actuales y de por vida, mayores puntajes IDI, índices de deterioro más altos y puntajes EEGI más bajos a los nueve años que las niñas. Si ninguno de los padres era universitario, los niños tuvieron más probabilidades de cumplir con los criterios de fobia social actual y de por vida, mayores puntuaciones IDI y SCARED calificadas por la madre, calificaciones de deterioro más altas, y puntajes EEGI más bajos a los nueve años que los niños con al menos un padre universitario.
> Irritabilidad preescolar como predictor de trastornos psiquiátricos a los nueve años. La irritabilidad a los tres años predijo significativamente los trastornos de ansiedad, la fobia específica, la ansiedad por separación, TAG, TDAH y TCD a los nueve años. Después de controlar el trastorno de referencia correspondiente, la irritabilidad preescolar siguió siendo un predictor significativo de cualquier trastorno de ansiedad y TAG actual y de por vida, y trastorno de ansiedad por separación actual.
> Irritabilidad preescolar como predictor de síntomas psiquiátricos a los nueve años. La irritabilidad a los tres años predijo significativamente los puntajes de las escalas de síntomas de ansiedad actual de K-SADS, TDAH y TCD, y los puntajes totales IDI y SCARED informados por los padres a los nueve años. Todas las asociaciones permanecieron significativas en modelos ajustados, a excepción de los síntomas del TDAH.
> Irritabilidad preescolar como predictor de deterioro funcional y uso de servicios a los nueve años. La irritabilidad a los tres años predijo significativamente puntajes EEGI más bajos y calificaciones medias más altas de deterioro a los nueve años. Estas asociaciones siguieron siendo significativas después de controlar cualquier trastorno psiquiátrico a los tres años. Además, la irritabilidad preescolar predijo significativamente el uso de tratamiento ambulatorio y una edad más joven de inicio de tratamiento.
> Posibles diferencias de género. La irritabilidad preescolar predijo trastorno de ansiedad de por vida a los nueve años para las niñas, pero no para los niños. Por el contrario, la irritabilidad preescolar predijo TDAH actual y de por vida a los nueve años para los niños, pero no para las niñas. Dado que los niños con TDAH actual o de por vida eran el mismo subgrupo de 58 niños, los resultados fueron idénticos para el TDAH actual y de por vida.
Discusión |
Los autores informaron anteriormente que la irritabilidad crónica a los tres años predijo depresión, TOD y un funcionamiento más deficiente a los seis años, por encima de la psicopatología basal.
Para este informe, examinaron las asociaciones longitudinales entre los síntomas de irritabilidad crónica a los tres años y los resultados clínicos a los nueve años. Hallaron que la irritabilidad crónica a los tres años predecía cualquier trastorno de ansiedad actual y de por vida, TAG actual y de por vida, y ansiedad de separación actual, después de controlar los trastornos de ansiedad basales. Además, la irritabilidad preescolar predijo aumentos en los síntomas de ansiedad y en los síntomas de TCD en el K-SADS, y reportes maternos y paternos de síntomas depresivos y ansiosos en el IDI y SCARED. Por último, la irritabilidad preescolar predijo mayor deterioro funcional y uso de tratamiento ambulatorio, incluso después de controlar los trastornos psiquiátricos al inicio del estudio.
En contraste con las asociaciones observadas a los seis años, la irritabilidad preescolar mostró la mayoría de las asociaciones predictivas consistentes con trastornos de ansiedad a los nueve años, incluidos TAG y ansiedad por separación y aumentos previstos en los síntomas de ansiedad entre los tres y los nueve años. Estos hallazgos son consistentes con estudios de seguimiento de la irritabilidad a largo plazo en jóvenes mayores demostrando que la irritabilidad predice trastornos de ansiedad, particularmente TAG, en la edad adulta. La asociación entre irritabilidad preescolar y TAG infantil es especialmente destacable dado que el TAG infantil predice peores resultados en adultos en todos los dominios funcionales y cuenta para la asociación longitudinal entre la ansiedad infantil y la depresión adulta.
Si bien la irritabilidad preescolar no predijo los trastornos depresivos actuales o de por vida ni los síntomas en base al K-SADS, sí predijo aumentos en los informes parentales de síntomas depresivos en el IDI. La asociación entre irritabilidad preescolar y aumento de los síntomas depresivos a los nueve años es consistente con la evidencia que relaciona la irritabilidad en los jóvenes con trastornos depresivos posteriores y hallazgos que respaldan sus influencias genéticas compartidas.
Mientras que los trastornos depresivos actuales y de por vida eran raros a los nueve años según la K-SADS, el IDI fue más sensible a las variaciones en los síntomas depresivos de los jóvenes en el extremo inferior del continuo. Además, los síntomas depresivos en la infancia intermedia son moderadamente estables y tienen importancia clínica para predecir aparición de trastornos depresivos y deterioro funcional.
La irritabilidad preescolar también predijo los trastornos y síntomas de TCD y TADH actuales y de por vida. Sin embargo, en modelos ajustados controlados por diagnóstico o síntomas basales, sólo permaneció la asociación entre irritabilidad preescolar y síntomas de TCD a los 9 años. Estudios en jóvenes mayores también han informado que la irritabilidad está simultáneamente y longitudinalmente asociada con trastornos tanto emocionales como conductuales en la adolescencia. La irritabilidad predice tanto la externalización como la internalización de problemas y probablemente juega un rol en las asociaciones longitudinales entre los problemas de externalización y depresión. La irritabilidad puede ser un fenotipo importante que cruza categorías diagnósticas y puede ayudar a identificar mecanismos únicos y superpuestos en la psicopatología juvenil.
La irritabilidad crónica a la edad de tres años predijo el deterioro a través de múltiples dominios funcionales, uso de servicios de salud mental y edad más joven al inicio del tratamiento. Las asociaciones entre irritabilidad preescolar y deterioro funcional posterior y uso de servicios persistió incluso después de controlar los trastornos psiquiátricos preescolares. Estos hallazgos abogan fuertemente por la identificación temprana de la irritabilidad crónica en niños pequeños y la importancia de intervenir lo antes posible.
Además, para desarrollar intervenciones efectivas para este grupo de alto riesgo, se necesitan identificar los procesos y mecanismos por los cuales la irritabilidad en los niños pequeños conduce a la discapacidad y la derivación al tratamiento. Es probable que los jóvenes irritables tengan una amplia variedad de déficits en los procesos de control social, emocional y cognitivo, y en los procesos de los circuitos cerebrales del neurodesarrollo subyacentes que contribuyen al deterioro funcional. De este modo, identificar los múltiples determinantes implicados en la etiología y el mantenimiento de la irritabilidad ayudará a determinar los objetivos del tratamiento.
Las diferencias son frecuentemente observadas en síntomas y trastornos psiquiátricos a lo largo de la vida. Los autores hallaron que la irritabilidad preescolar predijo el trastorno de ansiedad a lo largo de la vida a los nueve años solo para las niñas, y la irritabilidad preescolar pronosticó TDAH actual y futuro a los nueve años solo para niños. No se observaron diferencias de género para otros diagnósticos, escalas de síntomas, deterioro, o uso de servicios.
Dado que estas asociaciones fueron específicas, deben interpretarse con cautela. Sin embargo, estos hallazgos brindan información importante: la irritabilidad puede jugar un rol diferente en los caminos de la psicopatología para niñas y niños. Será importante para futuras investigaciones continuar examinando las diferencias de género en las trayectorias de desarrollo desde la irritabilidad infantil hasta la posterior psicopatología.
En resumen, los hallazgos subrayan la importancia clínica de la irritabilidad en la infancia temprana.
La irritabilidad preescolar predijo trastornos de ansiedad, aumento de la ansiedad, depresión y síntomas de TCD, deterioro funcional y uso de servicios seis años después, incluso después de controlar por la psicopatología basal. Se necesita más trabajo longitudinal para delinear los procesos a través de los cuales la irritabilidad preescolar se desarrolla en fenotipos adolescentes y adultos. Finalmente, la investigación futura debe examinar los mecanismos involucrados en la irritabilidad crónica temprana, incluidos los factores genéticos y las influencias ambientales, así como los procesos afectivos y cognitivos y los circuitos neurológicos asociados.