“Hay que cambiar el chip: no solo la Covid-19, sino que casi todas las enfermedades respiratorias como la gripe, los resfriados, el SARS y el MERS se transmiten por el aire”, indicó el Prof. Dr. José Luis Jiménez, quien se especializó en el estudio de los aerosoles primero para analizar su impacto en el cambio climático y, más tarde, su rol en la transmisión del SARS-CoV-2. Convencido, durante 2020 participó junto con un grupo de científicos de una carta abierta a la OMS, que entonces negaba esta vía de transmisión.
“La estrechez de miras nos ha perjudicado, por eso es importante que frente a este tipo de emergencias se formen equipos interdisciplinarios”, dijo Jiménez, quien es catedrático de Química y Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado, EE. UU, a la par que vaticinó que “la próxima pandemia que salte de animales a humanos o escape de un laboratorio será por un coronavirus o un virus de la gripe (influenza)”. A su vez sentenció: “Si llega a ser una pandemia, es porque se transmite por aire”.
Con el cambio de posición de la OMS, Jiménez celebró que se haya caído un dogma que rigió por 110 años y, en sus redes, tiene como tweet fijado un escrito realizado junto a colegas sobre la transmisión aérea de virus respiratorios. “En 1945, William Wells publicó un paper predecesor en Science en donde demostraba que la tuberculosis se transmitía por aire y sugirió que la ventilación estaba descuidada. Nosotros, en 2021, vinimos a decir exactamente lo mismo”, remarcó.
Conceptos importantes, en palabras de Jiménez
• ¿Por qué hubo tanta reticencia de la OMS de reconocer la transmisión aérea del SARS-CoV-2 como dominante? Para empezar existe una razón histórica, porque en epidemiología desde 1910 rige el paradigma de que las enfermedades infecciosas no se transmiten por el aire, salvo el sarampión y la varicela. Se pensaba que se transmitían por gotas, por lo cual la distancia ayudaba porque las gotas se caían al suelo. Estos postulados fueron del norteamericano Charles Chapin, quien recopiló evidencia de apenas 30 años después de que (Louis) Pasteur y (Robert) Koch habían demostrado los gérmenes. El problema es que la propuesta de Chapin tuvo demasiado éxito y se convirtió en un dogma. Como se pensaba que la transmisión por aire era casi imposible, la OMS formó un comité para ver cómo se transmitía la Covid, donde había seis expertos en lavarse las manos pero cero expertos de transmisión por el aire. Y como estaban convencidos de que no se transmitía por esa vía, llevaron 100 años sin estudiar los aerosoles, que son muy complejos. También hubo un factor sociológico, porque cuando quienes veníamos de estos campos remarcábamos que cometían errores tremendos, como por ejemplo que “los aerosoles eran de 5 micras”, nos trataban de ignorantes. Cuando para julio de 2020 se acumulaba evidencia de que la transmisión iba en parte por aire y de manera más reciente se demostró que esta era la única forma importante de transmisión hubo reticencias por razones prácticas y políticas. Prácticas porque la OMS pensaba “si decimos que es por aire se creará alarma, se pensará que es tan contagiosa como el sarampión y habrá preocupación por la falta de barbijos N95 en los países de menores recursos”. Pero lo que en verdad creó alarma es que no podemos frenar la pandemia porque no le están diciendo cómo se transmite. Y la razón política es porque la mayoría de los gobiernos están más enfocados en la economía que en la salud y ni bien pasen la ola de casos quieren aperturas lo antes posible. Para ellos un virus que va por superficie es menos alarmante, porque con no tocar o desinfectar ya estás a salvo. Mientras que para un virus que va por el aire requiere hacer más cosas, aunque la mayoría de las medidas son gratis o de bajo costo: abrir las ventanas, priorizar actividades al aire libre, ajustarse las mascarillas o invertir u$s 100 por colegio en un medidor de CO2.
•Medidas eficaces. Es mejor que las actividades se realicen al aire libre, sobre todo las que tienen que ver con hablar (donde se expulsa 10 veces más aerosoles que respirar) o cantar y gritar (donde salen 50 veces más). Al aire libre no hace falta llevar mascarilla si hay distancia pero sí cuando no se tenga. La distancia funciona, pero no para que las “gotas” caigan al suelo, sino porque al estar cerca de alguien, respiras el aire que sale de ellos. Es como un humo invisible. Si sientes en una persona su aliento a ajo, ese aire puede tener virus. Después están las mascarillas, que en interiores deben usarse siempre y estar bien pegadas a la cara para filtrar el aire sin dejar huecos (y no cómo se solía decir, para evitar la llegada de proyectiles). Después en ambientes cerrados, en primer lugar se debe ventilar (echar afuera el virus) y medir CO2 (dióxido de carbono) de tanto en tanto. Si no puedo ventilar paso a filtrar (me quedo con el aire pero voy a quitarle el virus) pero eso cuesta dinero. Si se construye un edificio nuevo, hay que colocarle el mejor filtro que aguante o si no comprar los filtros HEPA comerciales. Como tercera opción está desinfectar el aire (matar el virus aunque quede flotando). Una técnica que sí funciona es el uso los rayos ultravioletas, pero cuando se aplican de forma correcta, sale más caro que filtrar. Luego hay otras técnicas con productos químicos que reaccionan a las células del virus, pero no se recomiendan porque también podrían perjudicarnos a nosotros.
•Medidores de CO2: cómo funcionan, cuánto duran y cómo elegirlos. Se deben elegir los medidores con infrarrojos llamados NDIR (Non Dispersive Infra Red), porque si no, no sirven. Con uno por colegio basta y cuestan alrededor de u$s 100. Debemos tener en cuenta que en el aire libre hay 400 partes (de CO2) por millón mientras que en nuestra respiración hay 40.000. En un ambiente de aire compartido se debería mantener por debajo de las 700 partes por millón. Lo ideal es colocarlo en el centro de las aulas, no tan cerca de la cara porque puede medir la respiración, ni en la ventana, porque puede medir el aire de afuera. Se debería usar entre dos o tres minutos en cada aula.
• ¿Cómo debe ser la ventilación cuando se abren ventanas? Debe ser “CCDM”. Continua porque deben abrirse siempre que se comparte el aire, sin cerrarla, y basta con abrir tres ventanas 15 centímetros, por ejemplo. Cruzada, porque en cuanto más lugares mejor. Distribuida, porque es mejor abrir ventanas que estén dispersas y no juntas. Medida, porque hace falta medir el CO2 de vez en cuando.
• Argumentos económicos y sus mitos. Hay quienes dicen que no se pueden permitir invertir u$s 100 en un medidor de CO2 para un colegio, pero instalan mamparas, compran lejía (lavandina) y eso termina saliendo mucho más dinero. Se han demostrado cero contagios de Covid por superficies, por lo cual desinfectar una mesa no sirve para nada. Solo se indica desinfección en la planta Covid de un hospital, en el pomo de puerta (picaporte) y en el interruptor de la luz. Por ende se podrían tomar medidas más eficientes con el presupuesto invertido en producto y salarios. Y las mamparas, que se colocaron cuando se pensaba que la transmisión era por gotas, solo sirven si están frente a frente como en el caso de un cajero de supermercado o de banco. Y no sirve para frenar los proyectiles, sino para que el humo invisible de la respiración llegue menos concentrado porque va para arriba. Pero las mamparas laterales divisorias no solo no ayudan, sino que también crean un mayor problema. De hecho, un estudio en la revista Science mostró que los colegios que tenían mamparas reportaban el doble de contagios porque ellas atrapan el aire e impiden la ventilación.
•Debates y sesgos por especialización. Un dato curioso es que más allá de que se negara la transmisión aérea, los hospitales, sobre todo los modernos, solían tener muy buenos estándares de ventilación. Con todo, surgen debates en cuanto a las medidas para prevenir esta vía de contagio. Ha habido reticencias de médicos que se han educado bajo el dogma de que por aire no contagiábamos. También se habla de la energía y la ventilación (ejemplo, al encender un aire o calefactor con las ventanas abiertas). Cuando comencé a estudiar aerosoles lo hice para ver su impacto en el cambio climático y si bien es importante ahorrar energía, a corto plazo es más importante salvar vidas. Pero a mediano plazo, es necesario diseñar sistemas de ventilación para una mayor eficiencia energética. Esto se puede hacer sin un valor muy alto, representa el 1% del costo de un edificio. Pero si un desarrollador inmobiliario invierte u$s 100 millones para construirlo, se va a quejar si lo obligan a gastar u$S 1 millón más. Es normal que se den estos debates, pero lo importante es trabajar en todos los campos, ver los pros y los contras y determinar qué pesa más a la hora de tomar decisiones.
• Espacios “supercontagiadores”. Los que más favorece el contagio es un sitio cerrado, mal ventilado, con mucha gente, mucho tiempo y hablando fuerte. ¿Qué hacer frente a situaciones de la vida cotidiana?
Transporte público. Tienen algunas de las características de los ambientes supercontagiadores y otras no. Los metros suelen estar bien ventilados, los autobuses varían. Lo que ayuda es que la gente no habla u habla menos. Por ello, se han demostrado brotes en coros, pero no en teatros o en bibliotecas. También hay que llevar la mascarilla bien ajustada. Una propuesta para los gobiernos sería repartirlas en las puertas de los metros y enseñar a llevarlas.
Clases presenciales. Es un tema complejo porque las aulas reúnen las características de los ambientes donde hay más contagios. Pero los colegios tienen otras funciones, si los niños no van su educación, su salud mental, su desarrollo y su integración sufren. Hay pros y contras y no podría decir “hagan una cosa u hagan esta otra”. Si hay un pico de casos convendría cerrar dos semanas y volver a abrir. Creo que la clave está en que si se quiere mantener la presencialidad, se debe admitir que van a haber contagios, pero hay que tratar de que sean los menos posibles: dar una opción online para niños inmunodeprimidos, hacer lo que se pueda al aire libre, comer también en exteriores (porque ahí los niños se quitan las mascarillas y hablan), ventilar las aulas, sumar un medidor de CO2, tener buenas mascarillas, enseñarles a los niños como ajustárselas y en los barrios más desfavorecidos, repartirlas. Y es importante que quien hable se la coloque.
•Prof. Dr. José Luis Jiménez. Catedrático de Química y Ciencias Ambientales en la Universidad de Colorado, EE. UU.