Un genio con un final trágico | 27 OCT 19

La extraordinaria historia de Alan Turing

La reina de Inglaterra proclamó el indulto de Alan Turing, condenado por actos homosexuales en 1952 en la cima de su carrera. Dos años más tarde se suicidó, mordiendo una manzana envenenada. O eso dijo la investigación policial...
Autor/a: Francisco Domenech  Open Mind

El 19 de agosto de 2014 sucedió algo excepcional. La reina Isabel II de Inglaterra proclamó finalmente el indulto póstumo a Alan Turing (1912–1954), condenado en 1952 por mantener relaciones homosexuales. Terminó así un largo proceso del estado británico para disculparse con una de sus figuras científicas más sobresalientes del siglo XX, cuyas aportaciones tuvieron un impacto histórico. Durante la II Guerra Mundial tuvo un papel fundamental para que los aliados pudieran descifrar las comunicaciones secretas de los nazis. Y antes de eso había lanzado una idea que transformó los ordenadores en las potentes y versátiles máquinas que son hoy en día.

Crédito: Duane Wessels

Un ordenador hace mucho más que ordenar. Usamos esa palabra prestada del france´s ordinateur, que es la traducción del original inglés computer. Ese era el nombre de las personas especialistas en hacer cálculos numéricos y en el siglo XIX ese término comenzó a aplicarse a máquinas, que comenzaron a sustituir a los humanos en esas tareas. Calculaban cada vez más rápido, sobre todo cuando en el siglo XX sus engranajes se sustituyeron por componentes electrónicos.

Sin embargo, los primitivos ordenadores tenían el inconveniente de que se construían para resolver un problema determinado y si se querìa usarlos para otro fin, había que cambiar los circuitos. Eso fue así hasta que en 1936 un estudiante inglés, Alan Turing, pensó en una computadora que resolvería cualquier problema; siempre que ese problema pudiera traducirse a expresiones matemáticas y luego reducirse a una cadena de operaciones lógicas con números binarios, en las que solo cabían dos decisiones: verdadero o falso. La idea era reducir todo (cifras, letras, imágenes, sonidos) a ristras de unos y ceros y usar una receta, un programa, para resolver los problemas en pasos muy simples. Había nacido el ordenador digital, pero de momento solo era una máquina imaginaria.

Tras la II Guerra Mundial, en la que ayudó a descifrar el código Enigma de los mensajes en clave de los nazis, Turing creó uno de los primeros ordenadores como los actuales, que además de digital era programable: podía usarse para muchas cosas con solo cambiar el programa.

Su máquina pronto quedó obsoleta, como pasa ahora: los ordenadores han seguido duplicando su potencia de cálculo cada año y medio, tal y como predijo Gordon Moore en 1965. Turing solo vio los primeros cerebros electrónicos. Él creía que los ordenadores si podrían llegar a pensar y, con el programa adecuado, hacer cosas como chatear sin que pudiéramos ser capaces de distinguir si es una persona o un ordenador.

Todavía nadie ha conseguido crear un programa que supere esa prueba, el test de Turing. Con 40 años él había abierto el campo de la Inteligencia Artificial pero en 1952, en la cumbre de su carrera científica, fue arrestado y condenado por mantener relaciones homosexuales. También se le denegó acceso a las instalaciones de Bletchley Park, el centro criptográfico del Reino Unido, en el que Turing trabajó durante la II Guerra Mundial.

 

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