Mecanismos compartidos | 25 AGO 19

Asociación entre depresión y obesidad

Diversas alteraciones comunes a la obesidad y la depresión explican su asociación: hipercortisolismo, resistencia a la leptina, disfunción del sistema de recompensa dopaminérgico y estado inflamatorio
Autor/a: Milaneschi Y, Simmons W, Penninx B y colaboradores Molecular Psychiatry 24(1):18-33, Ene 2019
Introducción

Estudios previos señalan una posible asociación entre la depresión y la obesidad. En este sentido, se ha postulado la existencia de adaptaciones anómalas en el funcionamiento de los mecanismos subyacentes a estos cuadros clínicos, los cuales se encuentran interrelacionados, y cuya permanencia en el tiempo se produciría por una potenciación recíproca.

Por ello, es necesario evaluar las repercusiones de la información genética, los procesos metabólicos, los mensajeros químicos y de comunicación celular (hormonas y citoquinas), así como determinadas regiones o estructuras cerebrales, en dicha inte­rrelación.

Asimismo, la ubicuidad de la incidencia de la depre­sión y la obesidad y su aumento progresivo, en conjunto con la afectación del individuo y de los sistemas de salud, ponen de manifiesto la importancia fundamental del estudio de estas enfermedades en la práctica médica y en los ensayos clínicos.

Cabe destacar que la depresión puede ser caracterizada a par­tir del criterio diagnóstico utilizado por el profesional médi­co para la identificación de los rasgos clínicos distintivos del trastorno depresivo mayor (TDM), o mediante el registro de la sintomatología que informa el paciente, en cuestionarios que califican la condición, respecto de la valoración de los puntajes asignados, bajo la consideración de un valor de corte.

Por otra parte, el diagnóstico de obesidad responde a los criterios esta­blecidos por la Organización Mundial de la Salud, es decir que dicha afección se presenta en individuos con un índice de masa corporal (IMC) ≥ 30 kg/m2.

El objetivo de la presente revisión fue describir los mecanis­mos biológicos subyacentes a la asociación entre depresión y obesidad.

Mecanismos compartidos en la obesidad y la depresión

Mediante la realización de metanálisis a partir de estudios transversales y longitudinales fue posible comprobar que un aumento en la incidencia de depresión se asociaba con mayor número de casos de obesidad.

En particular, la eva­luación de estudios longitudinales en metanálisis permitió determinar que los pacientes con obesidad eran más pro­clives a experimentar depresión, en forma equivalente a lo registrado en individuos con este trastorno del estado de ánimo que presentaban mayor predisposición a la obesidad; estos resultados ponen de manifiesto la reciprocidad en la aparición de ambas afecciones.

Cabe destacar que se esta­blece una correlación positiva, de mayor significancia, entre la depresión y la obesidad central –en la que se produce un exceso de tejido adiposo en la región abdominal–, respecto de la depresión y la obesidad difusa.

Asimismo, se considera que diversos cuadros que se presentan en el contexto de la disfunción metabólica (resistencia a la insulina, dislipide­mia, niveles elevados de proteína C-reactiva e hipertensión arterial) aumentan la propensión a presentar depresión en personas con obesidad, a diferencia de aquellos pacientes con esta afección que muestran un metabolismo equilibra­do.

Por otra parte, entre un 15% y 25% de los casos de TDM presentan alteraciones en el sistema nervioso autóno­mo, de manera que la manifestación de síntomas de depre­sión se produce en asociación con el aumento del apetito y del peso, lo cual determina mayor predisposición a presentar obesidad. Estos pacientes experimentan depresión atípica, en la que es posible registrar, asimismo, sensibilidad al re­chazo o a las críticas, somnolencia excesiva, letargo y fatiga.

Es importante mencionar que en la depresión melancólica el individuo pierde la capacidad de sentir satisfacción por la realización de actividades que antes disfrutaba (anhedonia), o de reaccionar de forma adecuada a los estímulos; experi­menta disminución de sus capacidades cognitivas en combi­nación con alteraciones psicomotoras, cambios en el estado de ánimo y, de manera significativa, pérdida del apetito, con la consecuente reducción excesiva de peso (del 40% al 50% de los pacientes presentan estos dos últimos síntomas).

Diversos factores condicionan la asociación entre depre­sión y obesidad

Entre ellos, cabe destacar los genes múlti­ples, cuyos loci se encuentran en las proximidades de otros genes implicados en la determinación del IMC y que pre­sentan altos niveles de transcripción, tanto en estructuras cerebrales que controlan el estado de ánimo (el sistema lím­bico) como en aquellas que regulan el equilibrio energético y el apetito (hipotálamo e hipófisis).

Entre dichos genes es importante mencionar a NEGR1, necesario para la supervi­vencia y el desarrollo neuronal, cuyo producto participa en la regulación de la plasticidad sináptica de neuronas presentes en el hipotálamo, el hipocampo y la corteza cerebral, estruc­turas que desempeñan un papel central en el control del apetito y el estado de ánimo.

 

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