¿Por qué y cómo mujeres y hombres enferman del corazón? | 11 NOV 09

"Heridos Corazones"

Un libro de la Dra. Débora Tajer donde se aborda la temática de la construcción diferencial en varones y en mujeres, de diversos grupos sociales, de la vulnerabilidad coronaria. Una profunda reflexión y análisis crítico de los imaginarios profesionales actuales de la cardiología clínica, del psicoanálisis y la epidemiología social.
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Presentación

*Texto de la disertación del Dr. Carlos Tajer durante la presentación del libro.

Participar de esta mesa me produce una gran alegría. Se trata de compartir con Débora la ceremonia de la presentación de su libro, un  hecho de gran trascendencia en su vida, y hacerlo no sólo desde mi condición de hermano mayor. Me toca el honor de participar de este panel e intentar alguna reflexión como cardiólogo. Trataré de analizar lo que este libro contribuye al pensamiento médico, y lo enfocaré desde la exploración de lo que un cardiólogo encontrará y sentirá en esta lectura.

 La enfermedad coronaria tiene dimensiones verdaderamente epidémicas, de tal manera que desde las primeras guardias de la residencia los médicos jóvenes se enfrentan cotidianamente con pacientes con infarto, una de sus formas más agresivas. Una buena parte de los médicos que eligen cardiología incluso tienen familiares que han padecido problemas cardíacos,  y se encuentran justamente con pacientes muchas veces muy jóvenes que enferman y mueren por problemas coronarios. En los primeros años el afán se orienta a adquirir rápidamente las habilidades técnicas para colocar catéteres, conocer las evidencias científicas que fundamentan la toma de decisiones, y algunos recursos retóricos para comenzar a dialogar con pacientes y familiares. La demanda suele ser inmensa, y mantenerse de pie frente a tanto sufrimiento y muerte no resulta sencillo. No contamos con estructuras adecuadas de participación grupal para la elaboración de conflictos con los pacientes, o de los malestares frecuentes en el trabajo médico en esos años. Intentando diagnosticar y tratar  enfermedades, el médico comenzará a descubrir que en la medicina se trata de ayudar y establecer vínculos con personas que sufren. Y que algunas tienen un carácter muy particular. Ya muchas décadas atrás diferentes autores han tratado de capturar el carácter coronario llamándolo tipo A, luego tipo D, por nombrar en forma esquemática estructuras que se adivinan muy complejas. En la Unidad Coronaria le pasarán cosas raras: pacientes graves que ya al segundo día del infarto piden irse a la casa y  arman verdaderos escándalos, se enojan por cualquier cosa, se pelean con sus familiares. A veces le tocará jugar de árbitro entre la pareja oficial y la paralela. Y tratará de entender porque algunos siguen fumando, o no toman la medicación, o no retornan a la consulta. Aún sin ninguna formación sistemática en aspectos “psicosociales”, se verá obligado también a intentar “manejar” y aconsejar frente a situaciones complejas y conflictos familiares.

Habitualmente, cuando consulte con psicoterapeutas institucionales, recibirá como apoyo sugerencias de medicación o palmoterapia liviana.  Si le interesa el tema irá leyendo los centenares de artículos que relacionan el infarto con situaciones de ira, esfuerzos, problemas laborales, crisis socioeconómicas, catástrofes, no dormir la siesta, además de los factores de riesgo tradicionales. Leerá también que se han hecho numerosos ensayos de intervenciones psicoterapéuticas y psicofármacos luego de un infarto, y ninguno tuvo resultados favorables y algunos han sido hasta perjudiciales. Un estudio canadiense, incluso, mostró que el abordaje psicoterapéutico mediado por enfermeras entrenadas se asociaba a un incremento de la mortalidad en mujeres. Si tiene algún amigo psicoanalista promedio, descubrirá que estos temas son prácticamente desconocidos. Recordemos que no hay psicoanalistas en la Unidad coronaria y los coronarios jóvenes no van a sus consultorios, un verdadero desencuentro que ha limitado su exploración en este plano.

Un verdadero rompecabezas, con el agravante que las demandas emotivas de pacientes y familiares serán cada vez mayores, y con la constatación de que la mayoría de las recomendaciones son desoídas. Otro aspecto que  complica el tema es que los cardiólogos tememos a la enfermedad coronaria, sabemos que nos puede tocar.

En la lectura de Heridos corazones los médicos deberán superar el miedo de  identificarse del “carácter coronario”. Quizá debería colocarse algún cartel que dijera que cualquier parecido con uno mismo es pura coincidencia. En particular cuando son varones medios y altos, y los diferentes aspectos que describen sobre la distancia entre los ideales y los logros, la tendencia e enojarse todo el tiempo, tan habitual en la vida médica actual., de trabajar muchas horas por día, la omnipotencia (basta citar que los cardiólogos resucitamos personas), a no expresar los afectos, a trabajar predominantemente sólo, y terminará por concluir que casi no le falta ningún rasgo para infartarse ya mismo.

 

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