Del malestar a la enfermedad | 08 NOV 06

Burnout médico: nuevas propuestas

IntraMed reunió a un grupo de investigación y tratamiento del burnout que propone un pensamiento y estrategias originales de abordaje.
Autor/a: Daniel Flichtentrei  
INDICE:  1. “Nunca se ha visto una epidemia en un ejército triunfante”. | 2. “Nunca se ha visto una epidemia en un ejército triunfante”.
“Nunca se ha visto una epidemia en un ejército triunfante”.

Un equipo de profesionales investiga y atiende a pacientes que padecen Sindrome de Burnout en la población médica. Su experiencia nace a partir de los padecimientos personales de colegas y de un largo período de investigación. Actualmente han publicado un libro que analiza en profundidad el tema y donde se narran experiencias individuales. El equipo multidisciplinario está conformado por el  Dr. Francisco Maglio, el Dr. Néstor Blajeroff, la Lic. Nuria Aguilar y el Dr. Daniel Dabas.

IntraMed organizó un foro de debate con los autores del libro y su equipo del que participaron más de 25 profesionales.


Entrevista:

¿Es el burnout una "nueva enfermedad" o un "nuevo nombre" a un antiguo trastorno?

Para poder responder, primero me gustaría reflexionar acerca de la pregunta que está formulando. 

La circunstancia intelectual que implica el contenido de una pregunta supone categorías que se corresponden con un determinado modelo de pensamiento. Muchas veces necesitamos respuestas nuevas para resolver ciertos problemas y no las encontramos porque no reflexionamos acerca de cómo nos interrogamos la realidad. Heisenberg nos dice: “La realidad objetiva se ha evaporado y lo que nosotros observamos no es la naturaleza en sí sino la naturaleza expuesta a nuestro método de interrogación".

¿Podríamos decir –por ejemplo-que había enfermedades fabriles antes de la revolución industrial? Si compartimos con Virchow la afirmación de que toda enfermedad es cultural, tendríamos que redefinir, como categoría científica, qué se quiere decir cuando se habla de nueva o vieja enfermedad toda vez que los cambios culturales nombran condiciones y determinantes culturales nuevas donde el hombre como agente productor de todos esos cambios, es portador en si de lo que construye como un nosotros social. Cuando en pleno prestigio de la microbiología y de los nacientes antibióticos el Dr. Ramón Carrillo decía que la causa de la tuberculosis no es el bacilo de Koch sino la miseria, estaba incorporando la dimensión sociocultural a un problema de salud, es decir que situó a la dimensión biológica como un momento de fuerza de un proceso humano mas complejo y cambió la historia de las ciencias de la salud.

Tenemos que recordar que la ciencia médica no es una ciencia biológica sino una ciencia humana, o siguiendo la afirmación de Virchow es una ciencia cultural o como quizá refiere Canguilhem es la encrucijada de varias artes y ciencias. En su momento, Carrillo ha sido descalificado por aquella tan osada afirmación (entre ellos por personajes de la naciente OMS), pero lo cierto es que la Argentina de esos años pasó de ser uno de los países de América Latina con mas alto índice de TBC a figurar con uno de los más bajos. Carrillo describe por primera vez una enfermedad como una entidad colectiva pero que la padece cada persona afectada. El bacilo de Koch es causa necesaria pero no suficiente. 

Al nombrar distinto, en un contexto socio-cultural distinto y con instrumentos distintos, lo que se  nombra es nuevo. Por eso en ciencias, como lo plantea el epistemólogo Gastón Bachelard, “cuando algo es verdad ya no es verdad”. Podríamos decir que en la misma medida en que se integran más elementos, se discierne (discrimina) cada vez más acerca de la naturaleza de la salud y la enfermedad.

Deleuze dice:

“Puede darse el caso de que enfermos típicos den sus nombres a ciertas enfermedades. Pero, es más frecuente que quiénes lo hagan sean los médicos. Por ejemplo la enfermedad de Roger, de Parkinson. Las condiciones en las que tales denominaciones se establecieron deben ser examinadas con atención. El médico no inventó la enfermedad, sólo disoció síntomas considerados hasta entonces en forma conjunta, o reunió síntomas hasta entonces disociados. En suma, construyó un cuadro clínico profundamente original. Desde este punto de vista, el progreso sigue por lo general el sentido de una especificación creciente, dando así fe de una sintomatología más fina. Cuando un médico da su nombre a la enfermedad realiza un acto a la vez lingüístico y semiológico de enorme importancia. Por lo mismo que este acto enlaza un nombre propio a un conjunto de signos o hace que el nombre propio connote signos”.
 
Cuando el mundo globalizado y una entidad médica globalizada como la OMS designa al burnout como “staff burnout”, acepta por primera vez en su historia lo que Carrillo había anticipado 50 años antes: reconocer una entidad colectiva que padece cada persona. Por eso, cuando el burnout se manifiesta como depresión y se lo trata como depresión, o se manifiesta como una afección orgánica (que habitualmente acompaña estos cuadros) y se las trata como tales, no sólo no se los cura, sino que se les hace daño.

Por otro lado la OMS, al situarla entre las cinco afecciones sanitarias más graves de la actualidad y por la autoridad que este organismo médico supone, suscita que miles de colegas se dispongan a encarar su investigación (expresada en las más de 12.000 publicaciones científicas en el mundo acerca del tema). Dispone culturalmente al estamento de los profesionales de la salud y a la población general a la conciencia social necesaria para encarar su resolución. Se dice que la organización humana que se genera alrededor de la formulación de un problema, genera el objeto de su resolución.  
 

¿Es el burnout un malestar social, una enfermedad o ambas cosas?

Nuevamente necesitaríamos hacernos cuestión acerca de la pregunta. ¿Se puede hablar de la salud/enfermedad humana desligada del malestar/bienestar social? Ya que lo social nos constituye desde antes del nacimiento. Toda enfermedad es social-cultural por la propia naturaleza humana. Por lo tanto, la salud/enfermedad está vinculada con el malestar/bienestar cultural que nos toca vivir. De acuerdo a la respuesta que cada uno dé vincularmente en esa situación, es que se define su destino y hoy el de la humanidad, por aquello de que “salva un hombre y salvarás el mundo”.


Las condiciones para que se desarrolle el Sme. de Burnout que Uds. identifican son las habituales para la mayoría de los médicos: ¿Qué hace vulnerable a alguien?

El concepto de vulnerabilidad hace al concepto de riesgo, en el sentido de riesgo de enfermarse que es como se concibe el riesgo. Si lo vemos desde la salud el concepto cambia ya que diríamos por ejemplo el que no arriesga no gana. De este modo: ¿qué supone asumir el burnout, es decir arriesgarse?

Nosotros asumimos que en una época en que está tan mezclada la queja con el sufrimiento, es primero tratar de distinguirlos y dedicarnos a los que sufren. Es difícil hacer el diagnóstico diferencial, porque a veces tienen el mismo discurso. Hay muchos colegas que sólo se quejan, por supuesto que padecen, pero sólo se quejan por aquello de que queda bien y sólo porque “el que no llora no mama”, pero no están dispuestos a nada. El que sufre en cambio pide ayuda, se involucra, afronta un acto excepcional de coraje: “se arriesga”. 

De este modo, nosotros atendemos un solo tipo de burnout, que es el de aquellos que sufren aunque sea porque sus colegas o amigos sufren, tienen un alto sentido vocacional y tienen coraje como para pedir ayuda. Es decir gente vulnerable a lo que pasa a su alrededor, son sensibles y deciden situarse en el riesgo porque se arriesgan a la salud propia y la de los demás. Quieren darle un tiempo y un lugar a una esperanza, a una utopía.   


La actividad académica institucional en nuestros países es muy intensa (Congresos, Simposios, Cursos) ¿Han pensado en llegar a ellos de manera sistemática?

Ya no hay congresos de salud en los que no se trate el tema del burnout y que no suscite mucho interés en los participantes. El otro día, un colega me comentó acerca de varios eventos de cirugía odontológica donde sobresalieron, entre implantes y coronas, exposiciones acerca del burnout. Si bien nos invitan permanentemente y respondemos mientras podemos a eventos nacionales e internacionales, también dictamos cursos acerca del tema tanto en nuestro país como en el exterior.

Pero los caminos de difusión que recorrimos en forma más extensa e intensa, han sido aquellos en que hemos tenido como puentes a personas que participando de nuestra investigación han abierto agradecidamente sus vínculos de confianza y nos han permitido académicamente llegar mas lejos aún. Australia, Japón, Israel, EEUU, España, Suiza y toda América Latina han sido lugares que han demostrado gran interés en nuestra investigación. El recorrido a través de relaciones de confianza nos ha abierto las mejores puertas y las más duraderas. Por eso es preferible tener pocos amigos pero buenos, a tener muchos contactos que se diluyen en las enmarañadas redes de la burocracia institucional actual, uno de los principales causantes del burnout. Los amigos, co

 

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