Las mujeres embarazadas con epilepsia se enfrentan a una decisión difícil: seguir el tratamiento con medicamentos antiepilépticos y asumir el riesgo de defectos de nacimiento, o dejar de tomar los medicamentos y asumir el riesgo de convulsiones incontroladas que pueden afectar al feto, según plantea un informe publicado en la revista “Epilepsia”.